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Activismo en derechos humanos en tiempos de saturación cognitiva

Miguel Pulido Jiménez

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RESUMEN

El artículo presenta dos argumentos respecto a las oportunidades que la tecnología representa para la agenda de derechos humanos. El primero refuta una de las críticas principales a la promoción del Internet como herramienta para el trabajo en derechos humanos: amplias franjas de población excluidas de su acceso. El segundo ubica el papel de la información procesada en el comportamiento social. Se abordan la diversidad de opciones que presenta el uso de la tecnología para incrementar la efectividad de las organizaciones en su trabajo en derechos humanos en la dimensión comunicativa. Con el fin de mostrar su potencial se describen alternativas de comunicación relacionadas no sólo con nuevos formatos de divulgación sino también utilizando fuentes alternativas de información.

Palabras Clave

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1.  Presentación

Un rasgo distingue nuestro tiempo: la centralidad de la tecnología en los procesos de interacción humana, ya sea porque los media o por los efectos que tiene en ellos. Las agendas políticas, las relaciones jurídicas, el conocimiento, las luchas por la transformación social y –por consecuencia- uno de los campos resultantes de la intersección de estos espacios: los derechos humanos no son ajenos a este fenómeno o, al menos, no deberían serlo. No me refiero sólo a la emergencia de una gama de derechos asociados a las posibilidades de comunicarse de forma libre y sin intervención (ORGANIZACIÓN DE LOS ESTADOS AMÉRICANOS, 2011) del Estado cuando el Internet o el uso de dispositivos móviles están de por medio, a la reconfiguración de ideas como privacidad, intimidad y confidencialidad (STOP…, 2012) o a la conceptualización de nuevas obligaciones de tipo positivo (de hacer) por parte de los Estados para asegurar el acceso universal a tecnologías de la información (UNITED NATIONS, 2011), sino a las oportunidades que la tecnología representa para el activismo a favor de los derechos humanos.

El presente trabajo busca desarrollar dos argumentos centrales respecto a las nuevas oportunidades que la tecnología (y de forma particular el uso de Internet) representa para la agenda de derechos humanos. El primero de ellos parte, en realidad, de un presupuesto. Una de las críticas principales a la promoción del Internet como herramienta para el trabajo en derechos humanos es la existencia de amplias franjas de población excluidas de su acceso. Dicho en otras palabras, se sostiene que si bien Internet presenta múltiples posibilidades, la llamada brecha digital (VOLKOW, 2003) opera en su contra y convierte a las estrategias que lo usan en elitistas o excluyentes. En este trabajo, sin cuestionar el carácter fáctico de la existencia de dicha brecha pretendo refutar la validez del argumento que considera que el hecho de que existan muchas personas con nulo o limitado acceso a Internet significa –en versiones radicales- que su uso debería dejarse de lado.

El segundo argumento parte de ubicar el papel que la información procesada juega en el comportamiento social. La forma en la que nuestras sociedades producen información ha transformado cómo nos relacionamos (CASTELLS, 2000). Es decir, ya no se trata sólo de la forma en la que nos conectamos sino de la intensidad del flujo de intercambio. Hoy en día estamos en condiciones de intercambiar a mayor velocidad información y alcanzar a nuevos interlocutores (SOTO, 2014), pero este escenario informativo está saturado de datos que se nos presentan diariamente como una sobrecarga cognitiva. La base del segundo argumento es, entonces, la necesidad/oportunidad para las organizaciones de derechos humanos de participar de este fenómeno asumiendo funciones de selección y procesamiento de datos (WORLD ECONOMIC FORUM, 2013) para ocupar de forma efectiva la atención de audiencias. Para ello me centro en la diversidad de opciones que presenta el uso de la tecnología para incrementar la efectividad de las organizaciones en su trabajo en derechos humanos en la dimensión comunicativa. Las tecnologías de información (o la informática) por si solas no crean ningún impacto. Es un lugar común pero a veces se olvida: son sólo herramientas. Al igual que un martillo, la tecnología sólo nos hará más fácil el trabajo pero, también, usado sin pericia nos hará perforar más rápido en lugares equivocados una tabla. Eso depende de nosotros. Con el fin de mostrar su potencial describo alternativas de comunicación relacionadas no sólo con nuevos formatos de divulgación sino también utilizando fuentes alternativas de información.

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2.  ¿Qué hacemos con la brecha digital?

Las estadísticas de acceso a Internet1 han sufrido cambios en los últimos 12 años. Por ejemplo, con datos de Internet World Stats tenemos que en América Latina hay un incremento de 10% en la población que tiene acceso Internet, entre 2000 y los últimos datos disponibles en 2012.2 Es cierto que dicho incremento puede considerarse moderado. No obstante, su uso e influencia en el quehacer político y su emergencia como instrumento de cambio crece. Ello se debe también a que los hábitos de los usuarios han cambiado,3 así que no se trata sólo de mayor acceso sino de mayor centralidad en las actividades humanas. Internet se ha convertido en una apuesta para la divulgación de información y cada vez son más los grupos y sectores que lo incorporan a sus tácticas o que lo instrumentan como herramienta de trabajo.4 Lo mismo sucede con otras tecnologías y telecomunicaciones. Nuestros tiempos han traído consigo nuevas categorías como ciudadanía y activismo digitales, pero también soluciones como Salud Móvil (M-Health) o Fuente Popular (crowd source) (BRADLEY, 2013), por citar sólo dos ejemplos de entre cientos o miles. ¿A qué se debe lo anterior?

Una respuesta razonable a esta pregunta es que, a pesar de sus límites en términos de accesibilidad, el uso de tecnologías, y de forma protagónica el Internet, en realidad es uno de los medios más poderosos para revertir asimetrías sociales (LEADBEATER, 2013). Por ejemplo, las soluciones de salud móvil (en las que las personas reciben en sus teléfonos información relevante)5 democratizan el acceso al conocimiento médico.6 Si la afirmación es que pocas personas tienen acceso a tecnología digital móvil, imaginemos lo limitado que es el acceso a infraestructura hospitalaria y a la atención personalizada de un médico o una enfermera. En el campo del conocimiento,7 si pensamos que sólo “x” porcentaje de la población tiene acceso a Internet, olvidamos que son todavía menos las personas que tienen acceso a bibliotecas o a literatura especializada (MARGOLIN, 2014). Frente a mercados que tradicionalmente han sido de nicho, aunque ciertamente usen medios por definición más populares (como las consultas directas con personal médico o la lectura en impreso de un tratado académico), Internet es una forma de comunicación más práctica que sirve para llevar información esencial para el ejercicio de derechos o para participar en la promoción de los mismos.

La brecha digital no es sino expresión de otras brechas existentes en nuestras sociedades. Las organizaciones de derechos humanos trabajan tradicionalmente a favor de poblaciones desaventajadas, las mismas que experimentan en carne propia la consecuencia de la marginación o el acceso restringido y diferenciado (sin que tengan el deber jurídico de soportarlo) a bienes y servicios. El acceso desigual a los derechos es expresión de condiciones estructurales de asimetría en la distribución de bienes simbólicos y materiales. Una persona en el medio rural está prácticamente aislada de las oficinas de gobierno. Pero, en múltiples escenarios, Internet es más accesible que pagar los costos de traslado de una ciudad a otra, por ejemplo, cuando se trata de hacer un trámite para un programa de apoyo gubernamental. Internet tiene mayor capacidad de penetración que cualquier publicación impresa y la difusión y el acceso a un vídeo de denuncia sobre violaciones a derechos humanos en Internet es mucho más fácil que conseguir que se transmita en medios tradicionales.8 Pocos espectadores siempre serán muchos más que ninguno.

Lo dicho: la brecha digital es la expresión de otras brechas de tipo estructural. Por tal razón una pregunta sigue flotando en el aire ¿cómo pensar que las organizaciones, que también enfrentan escasez y trabajan con recursos limitados, podrán sacar provecho de la tecnología? La buena noticia es que en este contexto, además, diversas organizaciones han emprendido procesos para generar tecnología,9 recursos y soluciones,10 que puedan ser compartidas (incluso en forma gratuita)11 con otras organizaciones, mitigando con ello ciertas condiciones de desventaja y alcanzando públicos más amplios. El ADN de las soluciones tecnológicas de nuestros tiempos es libertario, comunitario y participativo.12 Muchos proyectos tienden, por razón genética, a la reducción de costos, al intercambio, al aprendizaje horizontal, a la complementariedad y al desapego propietario. Bajo este orden de ideas, el uso de Internet es una de las alternativas más consistentes para incluir a grupos tradicionalmente excluidos en ciertos fenómenos de conocimiento o divulgación de información. Por supuesto esto incluye a las organizaciones de derechos humanos que se pueden ver beneficiadas con esta tendencia.

Ahora bien, conviene acudir al refugio de las advertencias convencionales como “sin embargo” o “no obstante”, pues las organizaciones de sociedad civil enfrentaremos diversos desafíos. Primero, para que esto funcione tendremos que identificar las herramientas digitales, estrategias y tácticas que son más útiles para sacar provecho del momento tecnológico. Las soluciones se generan a gran velocidad y hay una oferta excesiva de alternativas, no todas igualmente útiles ni relevantes para casos específicos. El riesgo es que se confunda el qué con el cómo o que se elijan soluciones imprácticas, innecesarias o cosméticas.

Adicionalmente, tendremos que cambiar la forma en la que ejercemos recursos y priorizamos el uso de herramientas. No se trata de estricta buena voluntad o la decisión de sumar las tecnologías a nuestro campo de trabajo, sino de llenar un vacío en el equipamiento y los recursos de los que disponen muchas de nuestras organizaciones (tanto humanos como de capital técnico). En ocasiones el problema es muy concreto, no hay proporción entre la decisión de innovar (en parte resultado de la toma de conciencia por parte de algunos activistas respecto al potencial del uso de estas herramientas) y el conjunto de acciones para realizarlo. Decidir usar la tecnología e Internet requiere de hacerse de los recursos para lograrlo y eso en sí mismo es un reto.

En suma, tengamos claro que la apropiación de las tecnologías presenta desafíos como la necesidad de un cambio cultural en las instituciones y la ausencia de referentes técnicos entre los activistas y el personal de las organizaciones de sociedad civil. Con todo, la alternativa es una realidad.

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3.  Cómo participar dentro de la saturación cognitiva

Actualmente los datos y la información fluyen a velocidades vertiginosas. La disponibilidad de fuentes ha sufrido transformaciones radicales tanto en la superación de barreras de distancia como en la capacidad de almacenamiento, procesamiento y divulgación. Eric Schmidt (creador de Google) sugiere que cada 2 días creamos la misma cantidad de información que se generó desde el surgimiento de la humanidad hasta 2003 (SIEGLER, 2010). En una ecuación prácticamente de mercado, el desafío de la comunicación de nuestro tiempo es capturar la atención de audiencias cada vez más saturadas de una oferta inconmensurable de mensajes.

Dicho de otra forma, una buena parte del reto para el envío –asertivo— y recepción –efectiva— de información está en las formas que tomen la representación y visualización de datos.13 Para ello, la aplicación de la tecnología, alimentada con información procesada y aplicada a contextos específicos mejora la interacción entre los emisores y el público en general. Si los activistas de derechos humanos queremos comunicar en este contexto (para informar, para incidir, para movilizar, para generar solidaridad, etcétera) tenemos en la tecnología un aliado con mucho potencial. Para ello debe entenderse que el fenómeno implica cambios no sólo en la etapa terminal de la comunicación (cómo enviamos los mensajes) sino en la forma que los construimos.

Pongo primero un ejemplo de cómo el contexto actual ha cambiado radicalmente la disponibilidad de fuentes de información sumando nuevas. Dado a la forma en la que los datos y la información son procesados, la idea de libertad y las relaciones entre la ciudadanía y sus gobiernos también sufren modificaciones. Un ejemplo de ello es la reinterpretación de categorías históricas como gobierno abierto (HOFMANN; RAMÍREZ-ALUJAS; BOJÓRQUEZ, 2013). Descrito como categoría analítica (no como un resultado dado o descripción fáctica) a grandes rasgos un gobierno abierto es uno que abraza y fomenta la transparencia, que estimula la rendición de cuentas y la participación ciudadana usando la innovación y las nuevas tecnologías para establecer un diálogo entre ciudadanos y gobierno.14 Pues bien, una última característica de un gobierno abierto es que precisamente conecta a los ciudadanos y a los gobernantes a través de datos abiertos, innovación abierta y diálogo abierto. Aquí lo importante es la caracterización de lo “abierto” (POLÍTICA DIGITAL, 2012) por lo que hay que resaltar que no es lo mismo información disponible que información accesible que se puede manejar y manipular.

El punto central que quiero desarrollar es que da igual si es por convicción o por descuido gubernamental pero hoy contamos con mucho mayor acceso a la información que está en manos de las entidades públicas. En muchos casos éstas fuentes se hacen de conocimiento público bajo formatos estándar15 tales que le permiten a cualquier ciudadano utilizar esa información para cualquier propósito. Se trata de formatos que pueden ser copiados libremente, compartidos, combinados con otro material, o ser re-publicados y que permiten a nuevos usuarios explorar, analizar o transformarlos, a su vez, en nuevos productos. La evidencia muestra que hay un notorio incremento en el acceso a bases de datos con estadísticas gubernamentales,16 la información presupuestal,17 las gacetas parlamentarias18 o la ubicación geográfica de los servicios públicos, como las escuelas, hospitales,19 etcétera. Es una ampliación del inventario de la información que puede ser transformada en multiplicidad de opciones de uso para las agendas de derechos humanos, nuevamente, desde la denuncia hasta la propuesta, pasando por la movilización de opinión pública o la recaudación de fondos (CROWDFUNDING…, 2014).

Me centro en una opción concreta: la elaboración de informes y reportes sobre la situación de los derechos humanos que usan nueva evidencia (ARTICLE 19, 2014) (información presupuestaria,20 indicadores, reportes de auditoria,21 reportes ciudadanos sistematizados,22 etcétera). En estos casos, el valor agregado del trabajo de las organizaciones es la utilización de estos datos con una metodología que deja de lado las largas sistematizaciones y narrativas abstractas. Los datos se ordenan, se cruzan, se contrastan y con ello no sólo el análisis crece, también se logra su presentación en versiones más accesibles. No se trata de sustituir el fondo por la forma, sino de lograr una lectura compleja del contexto de sobrecarga informativa que vivimos e insertarse en él de forma proactiva.

Este es el segundo aspecto de relevancia: la divulgación. El criterio que rige la elaboración de una nueva gama de materiales (que no remplaza a la elaboración de papers y otros artículos sino que la complementa) es la aplicación práctica del conocimiento. Se trata de que más personas conozcan el mensaje, que llegue más rápido, que movilice conciencias o que sea la base para actividades de incidencia en política pública. El impacto puede ser mucho más profundo si las y los activistas además incorporan tecnologías de la información a sus procesos de investigación y análisis. El eje central es que los datos sean explotados y después presentados en desarrollos web, visualizaciones creativas, infografías, tablas dinámicas, mapas interactivos,23 reportes que se alimentan de forma colaborativa, plataformas que enlazan de manera práctica a usuarios con problemáticas similares, etcétera. Las organizaciones de derechos humanos tienen un mensaje con vigencia política, pertinencia social y fundamento jurídico, estos nuevos formatos de divulgación logran que los datos den consistencia a su denuncia24 o propuesta y que esta sea presentada de forma dinámica.

Por último, conviene aportar de manera sintética otro argumento a favor del aprovechamiento de las herramientas tecnológicas como filosofía centrada en la mayor explotación de los datos y la captación efectiva de audiencias: los efectos positivos de la comunicación vía Internet no son sólo valiosos por su alcance vertical (a qué audiencia se llega por el uso directo de este medio), sino por su impacto horizontal (la influencia que tienen sobre medios convencionales y por tal razón un efecto literalmente multiplicador). Este segundo punto es sumamente valioso, pues incluso las estaciones de radio convencional, los programas de televisión o las revistas y medios impresos retoman las discusiones que suceden en redes sociales o toman estos nuevos materiales desarrollados por organizaciones como fuente de información con mayor frecuencia.

Dicho lo anterior, creo que es válida la afirmación inicial, vivimos tiempos en los que la emergencia de nuevas herramientas y tecnologías, en especial las asociadas al multimedia y el uso del Internet, están transformando las formas de participación ciudadana, la estructura organizativa y los campos de acción de organizaciones de la sociedad civil y en general la forma de hacer política. Su comprensión y alcance requiere aún mucho análisis y estudio pero, en todo caso, negarlo es un anacronismo, mientras que pensar que lo es todo es un exceso, algo sí como populismo digital.

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Notas

1. Ver: http://www.oecd.org/internet/broadband/oecdkeyictindicators.htm. Visitado en: Jun. 2014.

2. Ver: http://www.internetworldstats.com/stats.htm. Visitado en: Jun. 2014.

3. Ver: http://www.internetsociety.org/apps/surveyexplorer/. Visitado en: Jun. 2014.

4. Ver: http://www.forbes.com/sites/deniserestauri/2013/11/13/the-top-5-women-using-technology-to-blow-up-social-change/. Visitado en: Jun. 2014.

5. Ver: https://medicallhome.com/MedicallHomeWeb/index.php. Visitado en: Jun. 2014.

6. Ver: http://mhealthalliance.org/. Visitado en: Jun. 2014.

7. Ver: http://www.tes.co.uk/. Visitado en: Jun. 2014.

8. Ver: http://witness.org/. Visitado en: Jun. 2014.

9. Ver: http://www.ciudadanointeligente.org/?lang=en. Visitado en: Jun. 2014.

10. Ver: http://conectadf.mx/. Visitado en: Jun. 2014.

11. Ver: http://opendata.mx/. Visitado en: Jun. 2014.

12. Ver: http://avaaz.org/es/. Visitado en: Jun. 2014.

13. Ver: http://www.staffamerica.com/. Visitado en: Jun. 2014.

14. Ver: http://labplc.mx/. Visitado en: Jun. 2014.

15. Ver: http://datos.gob.mx/. Visitado en: Jun. 2014.

16. Ver: http://www.usa.gov/Topics/Reference-Shelf/Data.shtml. Visitado en: Jun. 2014.

17. Ver: http://www.transparenciapresupuestaria.gob.mx/ptp/index.jsp. Visitado en: Jun. 2014.

18. Ver: http://transparenciayparlamentoabierto.senado.gob.mx/. Visitado en: Jun. 2014.

19. Ver: https://www.irekia.euskadi.net/es. Visitado en: Jun. 2014.

20. Ver: http://www.inogdai.org/?inicio/objetivo/0. Visitado en: Jun. 2014.

21. Ver: http://publicidadoficial.com.mx/. Visitado en: Jun. 2014.

22. Ver: http://nuestraaparenterendicion.com/. Visitado en: Jun. 2014.

23. Ver: http://subsidiosalcampo.org.mx/. Visitado en: Jun. 2014.

24. Ver: http://www.frontlinesms.com/. Visitado en: Jun. 2014.

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Referencias

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Miguel Pulido Jiménez

Miguel Pulido Jiménez es Licenciado en Derecho por el Tecnológico de Monterrey, cuenta con una maestría en Derechos Humanos y Democracia en la Flacso y un Postítulo en Derechos Humanos y Procesos de Democratización en la Universidad de Chile. Actualmente es Director Ejecutivo de Fundar, Centro de Análisis e Investigación.

Email: miguel@fundar.org.mx

Original en español.

Recibido en marzo de 2014.