Multipolaridad

Entrevista con Salil Shetty

Salil Shetty

“Las organizaciones de derechos humanos deberían estar más involucradas con lo que ocurre sobre el terreno” o cómo perdimos el tren

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El trabajo en derechos humanos puede ser visto como una jornada. Un viaje de Norte a Sur, de lo local a lo internacional, de las protestas callejeras a la élite, y en la dirección contraria. Y, en este viaje, Salil Shetty teme que “nosotros [las organizaciones de derechos humanos trabajando a escala mundial] perdimos el tren”. En una entrevista crítica pero esperanzadora con Lucia Nader, Directora Ejecutiva de Conectas, Salil Shetty, quién se unió a Amnistía Internacional (“Amnistía”) como octavo Secretario General de la organización en julio de 2010, devela cómo las organizaciones de derechos humanos pueden subirse de nuevo al tren del cambio: arraigándose más en sus sociedades y trabajando de cerca con las propias víctimas.

En esta entrevista, Shetty no esconde la magnitud del desafío para organizaciones internacionales como Amnistía, la cual tiene actualmente tres millones de miembros en el mundo entero. “Necesitamos estar en tantos de estos lugares [del Sur Global] como sea factible, cooperando a diario con socios clave, respondiendo desde la región y en tiempo real a las violaciones de derechos, y siguiendo nuestros intereses a más largo plazo en investigación, campañas e advocacy”, resume. Según Shetty, “estar más próximos a lo que ocurre sobre el terreno” puede ser más efectivo que lo que él llama “la antigua misión vuelo de ida/vuelo de vuelta desde Londres.”

En la siguiente entrevista, Shetty habla con la valiosa experiencia de un activista de largo recorrido. Actualmente encabeza Amnistía Internacional, la organización de derechos humanos más grande del planeta. Antes de unirse a Amnistía, Salil Shetty fue Director de la Campaña del Milenio de Naciones Unidas de 2003 a 2010. Desempeñó un papel fundamental en la preparación de la campaña global de advocacy para lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio. De 1998 a 2003 fue Director Ejecutivo de ActionAid, y se le atribuye el mérito de transformar esa organización en una de las principales ONG internacionales de desarrollo del mundo.

Basándose en estas experiencias, Shetty describe el camino que las organizaciones de derechos humanos han estado siguiendo en los últimos tiempos, y cómo cambiarlo. A este respecto, muestra una perspectiva esperanzadora del futuro del activismo. Shetty cree que el creciente poder de los Estados y de las corporaciones “fortalece la demanda de un trabajo por los derechos humanos más vigoroso” en lugar de debilitarla. Además, cree firmemente en el trabajo colaborativo por los derechos humanos, en el que organizaciones internacionales basadas en el Norte como Amnistía Internacional entablan un diálogo con organizaciones locales así como con otras organizaciones internacionales del Sur Global. Más importante aún, enfatiza que independientemente de lo que Amnistía hace o lo grande que es, está en su ADN dar espacio a las víctimas para que hablen por sí mismas.

Pero, incluso en medio del proceso de repensar el activismo, Shetty desecha la idea de que el camino del trabajo tradicional por los derechos humanos ha terminado. “No hay ningún substituto para el activismo fuera de la red. El activismo en la red no puede reemplazar al activismo fuera de la red, la ciudadanía y la participación. Puede ayudar pero no puede sustituirlo”, concluye.

En una entrevista desafiante, Shetty habla con la directora ejecutiva de Conectas sobre la relación de Amnistía con las organizaciones de base, la necesidad de las organizaciones de derechos humanos de responder a las tendencias cambiantes en la lucha por los derechos humanos, y a quién representa realmente Amnistía a sus millones de miembros.

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Conectas Derechos Humanos • Hay una vieja crítica de que las organizaciones de derechos humanos no representan a las víctimas y que cuánto más profesionales nos volvemos más nos alejamos de las víctimas. También nos enfrentamos a la crítica de que no estamos en contacto con los ciudadanos comunes; o bien representamos a la élite o estamos más cerca del Estado que de las calles. ¿Puedes comentar estas dos críticas?

Salil Shetty • Cuando trabajas a escala internacional y en más de 100 países, cada una de estás críticas puede querer decir cosas muy distintas en distintos lugares. Pocas veces se escuchan estas críticas en Europa, o en el Norte en general. Pero si estás más cerca de donde ocurren las violaciones sí las puedes escuchar. Sin embargo, depende de que segmento de la población esté haciendo esta crítica. Es mi postura, y creo que Amnistía tiene bastante cuidado con esto, el no afirmar que representamos a las víctimas o a los movimientos de base; tenemos cuidado en no posicionarnos de ese modo porque no sería cierto. Si hay alguien a quién podemos decir que representamos es a nuestros miembros. Tenemos mucho cuidado en no decir que estamos representando a alguien o cabildeando en su nombre, pues ¿cómo podríamos arrogarnos a nosotros mismos esa posición? Habiendo dicho esto, nunca diríamos nada sobre las víctimas que no sea dar voz a lo que ellas dicen. Esto es metodología básica de investigación; si estás hablando sobre las víctimas entonces ellas deberían hablar por sí mismas. No nos toca a nosotros interpretar lo que dicen. Por supuesto, hay una interpretación legal sobre el impacto que reciben y sobre como los Estados tienen que rendir cuentas por su responsabilidad. Sin hacer excepciones, comenzamos por encontrarnos con las víctimas y escucharlas y a sus familias. Este es el ADN de Amnistía.

Una de las cosas que es importante comprender es quiénes son los actores en el terreno, ya sean movimientos de base, víctimas u organizaciones de víctimas. Si no trabajas de un modo que los tenga en cuenta, los respete y reconozca el papel crucial que desempeñan, entonces va a ser muy difícil. Ha habido críticas en el pasado a Amnistía de llegar a un lugar y tirarse de cabeza sin reconocer ni respetar la contribución de los actores locales. A veces ha ocurrido, no hay duda de eso. Sin embargo, tenemos mucho cuidado sobre este tema y yo personalmente soy muy sensible sobre esta cuestión.

Conectas • ¿Cómo tratas con las víctimas cuando no están de acuerdo entre ellas? A veces nos enfrentamos a este desafío en Conectas; por ejemplo, en Siria. Algunos de nuestros socios querrían una intervención militar, otros no. ¿Cómo tratas una situación así?

S.S. • No sé si las víctimas no están de acuerdo. Creo que las víctimas de violaciones de derechos humanos estarían de acuerdo en que no hay mucha diferencia entre la mayoría de actores. Los actores cambian pero las violaciones continúan. Sobre si es un golpe de Estado o no, nos mantenemos alejados de este tipo de temas, porque esa es una cuestión que te posiciona políticamente. Nosotros nos fijamos en quién está perpetrando las violaciones. Podría ser cualquiera y les hacemos rendir cuentas. En Siria, al comienzo estaba muy claro que se trataba de una protesta pacífica, era realmente el régimen de Assad quién estaba causando la mayoría de violaciones. Sin embargo, poco después todos los bandos estaban involucrados en las violaciones. A veces necesitas hacer juicios difíciles, pero si te atienes a los hechos puedes conseguir evitar la cuestión de la interpretación política.

Conectas • ¿Pero cómo se puede no tener una posición política en el mundo actual?

S.S. • Cuando digo que no podemos tomar una posición política, me refiero a una posición partidista. Tomemos por ejemplo nuestra posición en Palestina o Siria; si todo el mundo critica a Amnistía eso es una buena señal. Pero si nos critican sólo desde un bando entonces estaría preocupado de que quizá estemos adoptando una perspectiva partidista, que es diferente a una perspectiva política. Los derechos humanos y la política están tan entrelazados que no puedes separarlos del todo.

Conectas • Has mencionado antes a los movimientos de base. Cuando hablamos de tratar con los movimientos locales no siempre nos estamos refiriendo a las organizaciones de base. En el Sur Global tenemos movimientos de base pero también tenemos grupos que no se consideran a sí mismos de base, sino internacionales. ¿Cómo se trata con estos grupos que han estado trabajando durante mucho tiempo? ¿Cómo se trata con ellos si no son de base?

S.S. • Es importante no enredarse con la terminología. Si estamos haciendo algo en Brasil, ya sea con una
organización nacional cuyo capital no proviene de sus miembros afiliados y que no pretende representar a movimientos de base o sea con algo como el movimiento de los sin tierra (Movimento dos Trabalhadores Sem Terra – MST), simplemente identificamos a los actores, y somos respetuosos con los papeles que desempeñan y las contribuciones que hacen. La única manera de trabajar es hablar con las personas y ser abierto y honesto. También se debe tener cuidado con quién representa a Amnistía localmente y si son sensibles a las realidades locales.

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Conectas • En Brasil, hasta ahora, han hecho esto muy bien; hablando con las personas, intentando no eclipsar a los grupos que hay aquí. Al mismo tiempo, sigue habiendo una gran diferencia entre las capacidades financieras y técnicas de los distintos grupos. Han realizado investigación durante años, tienen un gran presupuesto, y han contratado personas que solían trabajar para grupos nacionales. ¿Cómo lidian con esto?

S.S. • Si lo miras crudamente, hay una serie de personas que no están interesadas en los derechos humanos y están en contra de los derechos humanos y hay una serie de personas como nosotros (Amnistía o Conectas) que están luchando por los derechos humanos. Tenemos que ver claramente quién está en cada bando. Las fuerzas contra los derechos humanos son mucho más poderosas, así que tenemos que trabajar de un modo práctico que respete y fortalezca a las organizaciones. El ejemplo que das de diferencias de salario y el hecho de que hay personal que se va de una organización local a una internacional son casos problemáticos. Necesitamos ser muy conscientes de eso. No quiere decir que Amnistía pueda de repente bajar los salarios para funcionar como una ONG local, porque no es eso lo que somos. Pero si estamos contratando a alguien de una organización local, siempre preguntamos a la persona a quién pensamos contratar si se está planteando abandonar definitivamente la organización local, sobre todo cuando son fundamentales para esa organización. No podemos ignorar ese factor.

Conectas • Aparte de la relación entre grandes organizaciones internacionales como Amnistía y ONG locales, también hay una tendencia actual por parte de las organizaciones internacionales de consolidar su presencia en el Sur Global. ¿Qué llevó a Amnistía Internacional a replantearse su presencia en el Sur?

S.S. • Amnistía Internacional y otros grupos internacionales son conscientes hace años de que necesitamos trabajar en y desde el Sur Global, así como en y desde el Norte Global. Amnistía ha tenido secciones nacionales en el Sur Global desde hace décadas, pero hasta hace poco la mayoría de nuestro personal de investigación, preparación de campañas, y comunicaciones han trabajado desde nuestras oficinas en Londres u otras oficinas nuestras en el Norte Global. Durante los últimos años, hemos comenzado a realinear nuestros recursos para identificar y localizar una mayor parte en el Sur Global. Estos esfuerzos no son sólo efectos especiales; son respuestas fundamentales al modo como funciona el mundo.

Los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) y MINT (México, Indonesia, Nigeria, Turquía) son actores regionales e internacionales cada vez más significativos, y las organizaciones homólogas están desempeñando un papel más importante en el establecimiento de la agenda internacional. Necesitamos estar en tantos de estos lugares como sea factible, cooperando a diario con socios clave en el día a día, respondiendo desde la región y en tiempo real a las violaciones de derechos, y siguiendo nuestros intereses a más largo plazo en investigación, campañas e advocacy de una manera más continua que si nuestro principal modo de trabajo fuera la antigua misión vuelo de ida/vuelo de vuelta desde Londres.

¿Es fácil realizar estos cambios? No, claramente no lo es. ¿Son necesarios para una organización de derechos humanos global en el siglo XXI? Sí, rotundamente. Necesitamos estar al lado de aquellos a quienes les violan sus derechos, y de las organizaciones y movimientos sociales trabajando con ellos. Todo lo que hagamos debería fortalecer a aquellos que ya se están enfrentando a las violaciones localmente; y si fracasamos en ese objetivo, entonces hemos fracasado de un modo más general.

Conectas • Hay un gran debate sobre si necesitamos o no organizaciones grandes, medias o pequeñas. Esto puede poner en entredicho la manera en que esas organizaciones se relacionan unas con otras, y la necesidad de un líder para este movimiento. ¿Cómo ves el papel de Amnistía en liderar este movimiento? ¿Esto es aún válido o nos estamos dirigiendo hacia un movimiento de derechos humanos sin un “conductor”, sin un líder?

S.S. • Lo que realmente diferencia a Amnistía es que una proporción significativa de la población urbana de casi cualquier región del mundo puede reconocer el nombre de Amnistía Internacional. Este enorme reconocimiento público se ha ido acumulando gracias a la credibilidad del trabajo sólido que ha hecho durante los últimos 50 años y no es fácil para las organizaciones más jóvenes y pequeñas adquirir esto rápidamente. Hay por supuesto algunas excepciones notables a nivel nacional en algunos países pero en cualquier caso es una singularidad que creo debería tener un uso más amplio para el movimiento por los derechos humanos en su conjunto. Por ejemplo, hay todo un debate sobre si Amnistía debería recaudar fondos públicos para los derechos humanos en países como India o Brasil. Mi respuesta es que deberíamos, porque Amnistía puede llegar al público general con mayor facilidad que cualquier organización local. Si logramos recaudar recursos significativos y elevar la conciencia del público con respecto a los derechos humanos, creo que eso beneficiaría a la población general.

Conectas • ¿Cómo? ¿Compartiendo los fondos?

S.S. • Sí, compartiendo los fondos. No estamos ni siquiera cerca de eso pero si funciona, ¿por qué no? ¿Por qué motivo no se puede distribuir el dinero a otras organizaciones trabajando en los mismos temas, a colaboradores, o recurrir a cualesquiera otros mecanismos prácticos que podamos pensar? Creo que el valor de Amnistía es ampliar el apoyo público a los derechos humanos. Esa será una gran contribución y creo que Amnistía está bien situada para hacerlo.

Conectas • Durante las protestas del año pasado en Brasil, había personas reivindicando los derechos a la salud y el transporte, por ejemplo. Algunos de estos eran temas con los que no tratamos habitualmente y que no guardan relación necesariamente con el concepto de minoría. ¿Es esto algo que debería preocuparnos, es decir, tratar con un público más amplio que reclama derechos sin ser necesariamente víctimas?

S.S. • Creo que aquí hay un tema importante. El caso brasileño es ligeramente distinto porque las protestas estaban centradas en los derechos económicos y después pasaron rápidamente a enfocarse en el derecho a la protesta pacífica. Pero en Oriente Medio, África del Norte, o Ucrania, es literalmente una lucha a vida o muerte. Creo que es cierto que las organizaciones de derechos humanos, no sólo Amnistía, se han quedado un poco al margen de esto. Si tomamos lo ocurrido en Egipto, que en realidad fueron dos o tres revoluciones, ¿cuál era el papel de la comunidad de derechos humanos ahí? Me han repetido una y otra vez que el trabajo de las organizaciones de derechos humanos fue importante, creó una base, junto con los sindicatos, estableció la rendición de cuentas y puso los cimientos para que las personas se levantaran. Pero también es cierto que hemos estado un poco alejados de los levantamientos populares, en varios sentidos.

Conectas • ¿Por qué crees que ocurrió esto?

S.S. • No lo sé; hay todo tipo de especulaciones sobre si alguien podría haberlo predicho. ¿Por qué sólo nos la tomamos contra las organizaciones de derechos humanos? Incluso comentaristas y analistas políticos astutos no lo predijeron y en varios sentidos tenemos papeles complementarios a los de otros actores. Pero las organizaciones de derechos humanos deberían estar más involucradas con lo que ocurre sobre el terreno. Nosotros y muchos otros, creo que hemos perdido el tren…

Conectas • Supuestamente, el papel de organizaciones como las nuestras es realmente intentar dar voz a aquellos que no la tienen, ¿o crees que esta es una manera anticuada de ver las cosas?

S.S. • Por tomar el ejemplo del tunecino que se auto inmoló, Mohamed Bouazizi, estas son personas que no tienen voz. Como dices, no es una minoría de la cual se han abusado sus derechos. El número es elevadísimo. Necesitamos reconsiderar por qué esto no es visto como un tema de derechos humanos.

Conectas • ¿Cómo están haciendo esto concretamente en Amnistía?

S.S. • Ahora estamos examinando nuestros objetivos para los próximos 5 años pero no tenemos respuestas fáciles. Estamos pensando en esta cuestión. ¿Cómo te involucras con la indignación de la calle? Necesitamos encontrar la manera de hacer esto mejor pero todavía no tenemos la respuesta.

Como mencioné anteriormente, Amnistía representa a sus miembros. Tenemos un proceso estructurado de toma de decisiones democrática que tiene lugar tanto a nivel nacional como global, que puede enlentecernos. Estamos intentando simplificarlo un poco; pero aquellos miembros que están interesados en definir la agenda de Amnistía tienen suficientes oportunidades de hacerlo.

De los más de tres millones de miembros donantes, quizá un 10 o 20 por ciento quieren estar involucrados de un modo más activo, dependiendo del país. Muchos dicen “confiamos en ustedes, deben hacer lo que sea mejor para los derechos humanos”. Pero hay aquellos que quieren venir a las Asambleas Generales Anuales (AGA), que dicen que quieren participar en la toma de decisiones, quieren estar en el consejo. Así que tenemos asambleas físicas a las cuales las personas asisten y votan sobre temas; es una organización que funciona internamente de un modo muy democrático.

Mantener a todos los miembros y colaboradores al tanto de nuestra agenda no es fácil pero tenemos mecanismos bastante efectivos para lograrlo. Hay por supuesto algunas situaciones donde un individuo o grupo pequeño defiende su propia agenda no coincidente con el movimiento en su conjunto. Utilizamos muchos controles y contrapesos para asegurarnos de que la integridad del proceso democrático continúe intacta.

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Conectas • Ciudadanos de todo el mundo son ahora capaces de expresarse sin instituciones ni organizaciones estructuradas; debido en parte a las redes sociales y al concepto de ‘netizens’* ¿Cómo crees que esto afecta el papel de organizaciones como Amnistía?

S.S. • De un modo muy significativo. Tenemos una gran base de activistas fuera de la red en muchos países, sobre todo en Europa y Norte América, pero nuestra participación en las redes sociales y presencia en la red es escasa. En mi opinión el aumento de ‘netizens’ es en parte generacional pero en definitiva algo positivo. Necesitamos más, no menos voces luchando por los derechos humanos. Viene con algunos desafíos pero no deberíamos ser puristas. Organizaciones de la red como Avaaz han activado a muchas personas, sobre todo en el Sur, y eso es una muy buena noticia. Los teléfonos móviles en particular han tenido un impacto transformador en la organización de las personas. Habiendo dicho esto, no es que este fenómeno vaya a construir inmediatamente cambios políticos masivos en los gobiernos y las instituciones a favor de los derechos humanos. No hay substituto para movilizar a las personas fuera de la red. La movilización en la red no puede reemplazar a la acción fuera de la red, la ciudadanía y la participación. Puede ayudar pero no puede ser un sustituto.

Conectas • ¿Cómo dividimos la causa de los derechos humanos? Si intentamos convencer a las personas del discurso completo de los derechos humanos a veces perdemos personas porque es difícil encontrar a alguien que defiende todos los temas. Hoy, para comprometer al individuo se necesita fragmentar la causa y a veces tus valores básicos pueden ser desafiados. ¿Cómo tratas con esto en Amnistía?

S.S. • Este es un problema habitual con el que tenemos que tratar constantemente. Cuando buscamos apoyo del público general para el trabajo de Amnistía, emprendemos una jornada; una jornada en la comprensión de los temas. Atraes a personas comprendiendo su tema de interés; por ejemplo, alguien está muy en contra de la pena de muerte; pueden no tener el mismo punto de vista sobre otros temas pero con el paso del tiempo entienden que las cuestiones subyacentes son muy similares. No estoy diciendo que con el tiempo todo el mundo suscribe todos los puntos de vista de Amnistía pero es un proceso educacional. Es una jornada. No diría que eso es fragmentar el apoyo. Comienzas por la posición en la que las personas están, cuál es su comprensión, y construyes desde ahí.

Conectas • Con una crisis de representación del Estado en el mundo entero, las organizaciones parecen haber perdido su “centro de gravedad”. Solíamos representar a algo (la agenda de derechos humanos basada en principios universales) o a alguien (víctimas), haciendo que el Estado rinda cuentas o exigiendo la acción del Estado contra las violaciones de derechos. ¿Es ésta todavía la manera más efectiva de hacer las cosas? ¿Cómo afecta la crisis de representación al trabajo de organizaciones de derechos humanos tales como Amnistía y al trabajo del Sistema Internacional de Derechos Humanos, en concreto de Naciones Unidas?

S.S. • Hay un desencanto, sin duda. La gente quiere rendición de cuentas en tiempo real y la gente quiere resultados más rápidos. Quieren más democracia deliberativa participativa. Eso es más un desafío para la democracia que para las organizaciones de derechos humanos. ¿Qué supone eso para nosotros? Creo que es una gran oportunidad para mejorar la rendición de cuentas del Estado. No soy de la opinión de que los Estados se hayan vuelto más débiles. Hay una discusión sobre como las corporaciones se han vuelto mucho más poderosas. Creo que ambos se han vuelto muy poderosos, desafortunadamente los medios de comunicación también se han corporativizado. Tenemos por tanto toda una serie de tendencias externas con las que tenemos que lidiar. Creo que todo esto fortalece la necesidad de un trabajo de derechos humanos más intenso. Cuánta más legitimidad pierde el Estado, más se fortalece nuestra exigencia de rendición de cuentas. ¿Estamos utilizando bien esta oportunidad? No estoy seguro, pero eso es otra cuestión. Es lo mismo con el sistema de Naciones Unidas; tiene sus problemas pero es lo que tenemos ahora. Deberíamos seguir buscando alternativas y no creo que estemos haciendo suficiente en ese sentido.

Salil Shetty

Actualmente, Salil Shetty es el Secretario General de Amnistía Internacional. Antes, fue director de la Campaña del Milenio de Naciones Unidas, de 2003 a 2010, y jugó un papel clave en la construcción de la campaña de movilización global para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. De 1998 a 2003 fue director ejecutivo de ActionAid, y es considerado responsable por la transformación de la organización en una de las más importantes ONG internacionales de desarrollo en el mundo.

Original en inglés. Traducido por Sebastián Porrúa Schiess.

Entrevista realizada en julio de 2014 por Lucia Nader (Conectas Derechos Humanos).