Desde muy joven, Michel Schlesinger, nacido en São Paulo, ya estaba involucrado en proyectos dirigidos a la comunidad judía. Tras graduarse en derecho por la Universidad de São Paulo (USP), escogió dedicarse al rabinato, prosiguiendo sus estudios rabínicos y maestría en el Instituto Schechter, en Jerusalén. En 2005, completó su formación en Israel, recibiendo su ordenación rabínica y su título de maestro en Talmud y Ley Judía.
A los 28 años, volvió a Brasil y se convirtió en rabino de la Congregación Israelí Paulista (Congregação Israelita Paulista, CIP), en la cual, posteriormente, ocupó el puesto del rabino Henry Sobel.11. Aparte de mentor del rabino Michel Schlesinger, Sobel fue un importante defensor de los derechos humanos en el país, habiendo trabajado en el proyecto secreto que expuso, con la participación de Dom Paulo Evaristo Arns, del pastor presbiteriano Jaime Wright y su equipo, las torturas y abusos de la dictadura militar brasileña. Uno de sus resultados fue el libro “Brasil: Nunca Mais” (São Paulo: Editora Vozes, 1985). La CIP es una comunidad que, en los momentos difíciles de la historia del país, especialmente durante el periodo de la dictadura militar, levantó la voz contra las torturas y restricciones a las libertades individuales. En la misma línea, Schlesinger continúa el legado de defensa de los derechos humanos, especialmente como representante de la Confederación Israelí de Brasil (Confederação Israelita do Brasil, Conib) para el diálogo interreligioso, función que ha estado ejerciendo con mucha intensidad.
En su actuación, uno de los temas más frecuentes es la paz, la cual, según él, resulta de una educación que ve, en el contacto con el otro, un privilegio, una oportunidad de aprendizaje. “Cuando nos encontramos con el otro tenemos dos posibillidades: una de ellas es tener miedo de lo desconocido, de aquello que es diferente de mí, y ese miedo muchas veces acaba traduciéndose en violencia. Y otra posibilidad es la reverencia, el reconocimiento de la belleza que existe en esa diversidad”, afirma. Incluso ante la discordancia, la práctica de la escucha y del diálogo deben orientar a las personas a la defensa de los derechos humanos y a la consolidación de una sociedad pacífica.
Es en este contexto de valorización de la alteridad que el principio judío de tzedaká (justicia social) busca la articulación de la fe con la práctica social. Así, es notorio que el rabino Schlesinger se ha posicionado a favor de la inclusión y de temas como el desafío de la sostenibilidad, del cuidado con el medio ambiente, de la libertad religiosa y del trato igualitario a todas las personas, con independencia de la orientación sexual o género, por ejemplo.
Las fuentes judías, en todas las etapas de desarrollo del judaísmo, abordan la importancia de que el pueblo judío se responsabilice por la sociedad, por la libertad y por los derechos humanos. Así, la CIP es una congregación que ya desde sus primeros años de existencias emprendió la tarea de acoger inmigrantes, personas que llegaban a Brasil sin hablar el portugués, sin casa ni trabajo ni tampoco conocimiento alguno sobre la cultura brasileña.
Ampliando esa misión histórica, acutalmente el proyecto Trocas Urbanas (intercambios urbanos), de la Juventud de la CIP, en colaboración con la Misión Paz, de la Parroquia de Nuestra Señora de la Paz, promueve actividades de integración de refugiados con la ciudad de São Paulo, con el propósito de desarrollar la autonomía de los participantes y ofrecerles un mayor contacto con la cultura de la nueva tierra.
Más allá de la mera empatía, en sentido práctico, la propia Torá, el libro sagrado del judaísmo, expresa la responsabilidad de cuidar y amar al extranjero, una posición históricamente ya ocupada por los propios judíos. “Debemos cuidar al extranjero porque nosotros mismos ya fuimos extranjeros en la tierra de Egipto”, recuerda.
En este sentido, el propio modelo de construcción de las sinagogas contiene un elemento de comunión. De acuerdo con esos preceptos, aunque existan variaciones arquitectónicas, todas las sinagogas tienen que tener un elemento común: una ventana que representa la conexión entre los rituales celebrados internamente y el mundo ahí afuera. A partir de ese propósito, los judíos, según el rabino, tienen la obligación de comprometerse realmente con lo que ocurre en las calles y en la sociedad de modo general. Por esa razón, el historial de la CIP tiene desde sus orígenes una relación muy cercana con la defensa de las libertades individuales.
Fundada por judíos que huyeron de la persecución de una Europa nazifascista, la congregación fue formada por personas que hallaron seguridad en Brasil para poder vivir y ejercer con libertad su derecho de culto religioso. Y es justamente la valoración de esta libertad, para todos los judios, musulmanes, cristianos o seguidores de las tradiciones afrobrasileñas, la que asegura que cada uno pueda ser lo que es de forma auténtica, y la que hace posible vivir en una sociedad donde los derechos humanos están protegidos, preservados y garantizados.
Específicamente en relación al tema de los derechos humanos, el rabino habla de la relación entre la historia de los judíos y la lucha contra toda forma de discriminación y de persecución a minorías. En el contexto electoral de 2018, advirtió sobre el vínculo de los valores de la religión con la defensa de la pauta de los derechos humanos, de la laicidad y de la democracia. Eso demuestra, en cierta medida, su esfuerzo por establecer puentes con las personas discordantes en relación a estos y otros temas que han estado polarizando a la población brasileña.
El Estado laico, según el rabino, no significa un Estado que prohibe la religión, sino que garantiza a todas las religiones las mismas posibilidades de desarrollarse en libertad. Esto implica que ninguna de ellas puede ser prohibida o privilegiada por el Estado brasileño y todas tienen derecho a participar políticamente, de decir su opinión sobre lo que ocurre en el país. Según Schlesinger, corresponde a cada uno de nosotros continuar trabajando para que el Estado brasileño permanezca fiel a esos principios. “El Estado laico es una conquista, pero su ejecución, su práctica, es compleja. Todavía no hemos alcanzado la totalidad de la laicidad, pero estamos en ese camino”.
Así, el rabino Schlesinger destaca con asiduidad el valor del diálogo. Para él hay dos condiciones fundamentales para establecerlo: por un lado, creer en ti mismo; por otro, el pluralismo. O sea, tienes que aceptar que tu verdad no tiene que ser necesariamente la verdad para el otro, respetándose por tanto, la diversidad de creencias.