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Del Diálogo a la Diapraxis en el Desarrollo Internacional

Azza Karam

El Caso de los Intercambios de Conocimientos Estratégicos de las Naciones Unidas

abrinsky

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RESUMEN

El Fondo de Población de las Naciones Unidas fue pionero en los intercambios estratégicos de aprendizaje entre pares en 2010, diseñado y facilitado por la autora. De este modo, fue creado efectivamente el único espacio en las Naciones Unidas donde los oficiales de políticas y programas se reunieron, en pie de igualdad, con actores basados ​​en la fe, para evaluar dinámicas multirreligiosas mientras interactuaban con temas de desarrollo, paz, seguridad y derechos humanos. Esta diapraxis interreligiosa, efectivamente, fue catalizadora de la normalización del "compromiso" entre funcionarios de desarrollo seculares y diplomáticos, y sus contrapartes religiosas en muchas organizaciones de inspiración religiosa. Los intercambios estratégicos de aprendizaje también propiciaron la formación de varias alianzas programáticas o asociaciones entre las Naciones Unidas, los gobiernos y las ONG basadas en la fe (OBF). Este artículo reflexiona sobre algunos de los desarrollos y resultados de esta forma de diapraxis, al tiempo que advierte que a pesar de aumentar las asociaciones, tales alianzas no siempre conducen a la realización de los derechos humanos.

Palabras Clave

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En 2010, las Naciones Unidas organizó una forma singular de reunión en la modalidad de capacitación, a saber, un “Intercambio de Aprendizajes Estratégicos” (SLE, por su sigla en inglés), sobre “Religión y Desarrollo Humano”. Más de 40 participantes de dentro del sistema de Naciones Unidas de las áreas de desarrollo, humanitaria, de paz y seguridad, participaron, junto con ONG de desarrollo cristianas, musulmanas y budistas, así como académicos con experiencia en diálogos en torno a la fe y el desarrollo. El Intercambio de Conocimientos fue diseñado desde el comienzo para crear condiciones equitativas entre todos los participantes; cada uno de ellos fue seleccionado de acuerdo a su experiencia trabajando en y sobre temas de desarrollo y humanitarios; particularmente en la medida en que se entrecruzan con consideraciones religiosas, actores religiosos, y/o ONG religiosas de la sociedad civil.

El SLE era el primero de su especie: ofrecido dentro del sistema de Naciones Unidas por medio de una colaboración entre varias entidades de NU11. Conducido por el Fondo de Población de las Naciones Unidas, (FPNU) y ofrecido en colaboración con ONUSIDA y la Escuela Superior del Personal del Sistema de las Naciones Unidas (UNSSC, por su sigla en inglés). La primera iteración en 2010 fue atendida por diversas entidades de la ONU incluyendo UNICEF, UNESCO, el Banco Mundial, DAES y ONU-Hábitat., simultáneamente facilitado y atendido por diversos miembros del personal de NU, incluyendo agentes de desarrollo de la sociedad civil religiosa, en pie de igualdad, y ofrecido gratuitamente. Otro aspecto inédito es que fue completamente diseñado y provisto, no como formación o conferencia en formato descendente, sino como una metodología de aprendizaje entre iguales, y con la intención de ofrecerlo anualmente22. Debido a su exitosa metodología, y al creciente interés en la religión por parte de los círculos de desarrollo internacional, el SLE celebró su 10ª iteración en 2018 con más de 80 participantes.como compromiso del sistema de las NU (de ese momento) de ser más deliberado y estar mejor informado de la religión y la colaboración con actores religiosos.

Parte del motivo de que esto fuese novedoso, es que hasta hoy, muchos de los actores internacionales del desarrollo prefieren buscar conocimientos y habilidades fuera de sus propios círculos; ya que “las manzanas del huerto del vecino siempre parecen mejores”, incluso si estos círculos saben muy poco sobre la propia institución de la ONU. En efecto, hay una disposición a pagar precios más bien elevados por esta instrucción de fuera, incluso en un momento en que los gobiernos están instando a la ONU a recortar gastos e implementar programas de austeridad. Aun así, muchas entidades de la ONU prefieren ‘invertir’ en asesoramiento contratado en el exterior – casi siempre este asesoramiento tiene sede en el hemisferio occidental y en instituciones occidentales.

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“El otro” para cada uno

El SLE de tres días fue estructurado para establecer discusiones pragmáticas, basadas en hechos y honestas, informadas por estudios de caso que los participantes enviaron previamente, según un modelo común, describiendo colaboraciones – en curso o planeadas- entre la ONU y entidades religiosas, en el ámbito del trabajo de desarrollo, los derechos humanos y la consolidación de la paz. El SLE fue, a todos los efectos y propósitos, el primer ejemplo de una entidad internacional e intergubernamental decidida a aumentar sus conocimientos sobre religión, y haciéndolo en colaboración con sus socios religiosos de la sociedad civil.

Lo que hizo aún más novedoso este proceso SLE fue lo que ocurrió dentro de él; y que comenzó a tomar forma durante sus tres iteraciones anuales. El primer SLE convocó una amplia gama de entidades de la ONU (cada una operando en su propio ámbito). El SLE también reunió ONG basadas en la fe (OBF), todas de las cuales eran socios activos de las entidades de la ONU que participaban. Durante el primer SLE, cada uno de los representantes de las OBF escogió sentarse en lugares opuestos de la sala, incluso después de haberse identificado unas a otras como provenientes del mismo ámbito: OBF, con sede en occidente pero realizando la mayor parte de su trabajo por todo el mundo, a menudo en exactamente los mismos países. Al tercer día, los representantes de las OBF estaban mucho más relajados unos con otros y con sus pares de la ONU, e incluso aceptaron participar en un juego de roles (basado en una situación de la vida real) en el que cada uno debía ponerse en la piel de otro (a saber, el actor de la ONU imitaría a una OBF y viceversa, y una OBF cristiana haría el papel de un líder musulmán y viceversa). Hay que decir que el juego de roles produjo (consistentemente) elogios, excelentes reflexiones post juego, y en todos los casos, disfrute.33. El desenlace de la situación real que los participantes estaban representando en el juego de roles no fue desvelado de antemano, ya que los facilitadores prefirieron ver como los actores se comportaban y que decisiones tomaban por sí mismos; esto, como reflejo de cuánto habían absorbido (o cambiado su mentalidad) durante el SLE.

En este SLE se quebraron varias capas de hielo. A una de las capas la podemos llamar ‘imágenes estereotipadas de los otros’. Los directivos intermedios de la ONU están formados en una institución a la que no le resulta difícil sacralizar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y en la que algunos de los funcionarios rozan una forma de fundamentalismo secular en su visión del mundo. Para estos funcionarios de la ONU, los actores religiosos son (o eran) muy parecidos: líderes religiosos llevando algún tipo de túnica y tocado, sermoneando constantemente sobre la rectitud y/o Dios, y mayoritariamente en contra delos derechos humanos; sobre todo de los derechos de las mujeres. Para el personal medio de la ONU, incluso donde han firmado colaboraciones oficiales con algunas de las OBF (en gran medida porque las vieron ante todo como una ONG), los líderes religiosos eran una fuente de daños a ser evitada, en el peor de los casos, y con un valor añadido limitado, en el mejor.

Para los miembros del personal de las organizaciones basadas en la fe, la ONU es un gigante inexplicable y complejo, fuera del alcance de la mayoría de comunidades; de hecho lo más alejada posible de la vida comunitaria. Cuando los miembros del personal de la ONU eran vistos por las OBF, a menudo eran considerados como elitistas con mentalidad secular, a veces incluso arrogantes, en el mejor de los casos responsables políticos distantes y/o fuentes de informes. Incluso en los casos en que colaboraban, como por ejemplo en el socorro sanitario o humanitario, el personal de la OBF tendía a ver a la ONU como hombres (o mujeres) bien vestidos conduciendo sus vehículos de la ONU de un lugar a otro, entrando y saliendo de algún local, de alguna forma rodeados de un montón de dinero.

En otras palabras, estos dos grupos participantes eran para cada uno ‘el otro’44. Con esto no se quiere decir que los miembros del personal de la ONU estaban completamente cómodos unos con otros solo por pertenecer al mismo (universo enorme y ampliamente diverso de Naciones Unidas). Ellos también diferían significativamente unos con otros. Pero esto sería el tema de un artículo completamente distinto..

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Humanización del otro

La experiencia del SLE forzó a estos dos grupos ya extremada e intrínsecamente diversos a converger como agentes del desarrollo y humanitarios. Punto. Si bien dentro de un espacio seguro que les permitió reflexionar sobre sus propias autopercepciones, y ser desafiados por el otro. Como facilitadora, la mejor manera en que puedo describir los sentimientos tras tres días de debates sinceros basados en programas e iniciativas reales (compartidos también en la forma de estudios de caso), discutiendo las respectivas visiones del mundo y compartiendo perspectivas sobre las dinámicas religiosas y tensiones geopolíticas desarrollándose a su alrededor, es decir que hubo una “humanización del otro”.

El personal de la ONU estaba, en ese entonces, relativamente mucho más acostumbrado a converger en distintos tipos de reuniones y capacitaciones. Pero para las OBF, reunirse unas con otras, más allá de sus diferencias de carácter religioso, y después hacerlo con diversos representantes de la ONU, cada uno representando una distinta institución/oficina de la ONU, era definitivamente una novedad. Las evaluaciones mostraron que cada uno de ellos apreciaba enormemente la propia experiencia de reunirse, incluso cuando y si diferían con la visión del mundo del otro, o con aquellas del personal de la ONU (y en este segundo caso, particularmente la fijación con los derechos humanos como el fin de todo). “Esta es la primera vez que me siento con directores de programas de las Naciones Unidas… tantas oficinas distintas de la ONU… trabajando en los mismos temas que mi organización… una oportunidad única…” es una declaración repetida a menudo en las sucesivas evaluaciones.

Los representantes de las OBF también valoraron mucho la oportunidad de converger como ONG basadas en la fe. “Esta es la primera vez que tengo la oportunidad de conocer realmente y discutir áreas comunes con una ONG [musulmana /cristiana/evangélica/católica/budista] homóloga” fue algo reiterado con frecuencia. Estas evaluaciones siguieron siendo iteradas, casi con las mismas palabras, en los siguientes cuatro SLE anuales ofrecidos. Mientras tanto, cada año los SLE se expandieron convocando ONG de distintas denominaciones cristianas (p.ej. metodista, luterana, anglicana) con líderes religiosos, y ONG representando a hindúes, budistas, sijes y bahaíes, así como interconfesionales.

Pero no fue solo la novedad de reunirse y ver de algún modo transgredir la división de la otredad. Tanto a los representantes de las OBF como de la ONU se les hizo conscientes de un escenario importante y profundo, y aun así muy simple: escenario: todos eran agentes de cuestiones humanitarias y de desarrollo humano. Además los actores del as OBF comprendieron otra cosa: aunque trabajaban en ONG que estaban inspiradas en distintas tradiciones religiosas, al compartir sus historias, motivaciones y sus prácticas, eran capaces de apreciar, sobre todo en comparación con sus homólogos seculares de la ONU orientados a los derechos humanos, que ellas (las OBF) estaban inspiradas por su fe.

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Derechos de género y colaboración interreligiosa

Recordarán que mencioné que en el primer SLE los representantes de las OBF comenzaron sentándose en lugares diagonalmente opuestos uno al otro. En el segundo año, ya estaban participando en las diversas discusiones sobre estudios de caso que sus respectivas organizaciones habían iniciado. Estaban en conversaciones y tentativas de acercamiento con el liderazgo del otro, para evaluar cómo podrían potencialmente combinar sus labores humanitarias realizadas en los mismos países; donde ambos estaban sirviendo a las mismas comunidades, pero cada uno implementaba sus servicios por separado.

Esto significó que por primera vez desde sus respectivos comienzos, las OBF estaban hablando de ampliar su base de operaciones para que fuese más allá de servir a sus propias comunidades de creyentes (p.ej. las OBF musulmanas sirviendo solo a musulmanes, las OBF cristianas sirviendo solo a los cristianos). Estaban de hecho consolidando un recorrido para garantizar que continuaban sirviendo a todas las comunidades en un espacio geográfico determinado (independiente de la religión), y hacer esto de modo conjunto. En 2014, cuando Islamic Relief World Wide (Socorro Islámico Mundial) y la Federación Luterana Mundial (FLM) firmaron un memorando de entendimiento, el entonces director del Departamento de Servicio Mundial de la FLM, el Sr. Eberhard Hitzler, describió este desarrollo crítico así: “en el corazón de nuestra colaboración están los valores centrales compartidos tales como la dignidad, justicia, compasión, y nuestra visión común de empoderar y apoyar a las comunidades vulnerables y gente afectada por desastres, que nos une más allá de nuestras diferencias religiosas”.55. “LWF and Islamic Relief Sign Memorandum of Understanding,” The Lutheran World Federation, 25 de agosto de 2014, visitado el 4 de julio de 2019, https://www.lutheranworld.org/news/lwf-and-islamic-relief-sign-memorandum-understanding.

Otra dinámica en evolución, percibida en subsiguientes convocatorias de la ONU, también en los SLE, fue que aparentemente las decisiones de las respectivas OBF buscaban “profundizar” en sus respectivos discursos de fe, con el fin de describir los principios religiosos en los que se basaban sus orientaciones políticas, y sus subsiguientes intervenciones en el ámbito del desarrollo. World Vision e Islamic Relief World wide, por ejemplo, comenzaron ambas a documentar sus ‘particulares’ metodologías o enfoques religiosos.

World Vision describe sus “Canales de Esperanza” como la manera de movilizar a los “líderes comunitarios, especialmente a los líderes de fe, para dar respuesta a las cuestiones centrales que afectan a sus comunidades, tales como el VIH y el SIDA, salud materna e infantil, equidad de género, violencia de género y protección infantil”. Las publicaciones de World Vision subrayan que Canales de Esperanza es “más que mera capacitación o educación”, es una metodología basada en (re)leer el texto bíblico, con líderes religiosos, y hacerlo con una reflexión directa sobre, y con, las muy reales aflicciones humanas y desafíos a los que se enfrentan las personas comunes. Los miembros de World Vision convocados por la ONU describieron cómo sus miembros a nivel comunitario comenzaron a percibir cambios positivos en las actitudes y comportamientos; desde una menor estigmatización de personas viviendo con SIDA hasta menos incidentes de violencia de género y matrimonio infantil.

Impresionada con el enfoque, Islamic Relief decidió colaborar con World Vision para adaptar su metodología de Canales de Esperanza, pero usando textos islámicos. Asimismo, también inspirados por lo que estaban viendo que emprendían ahora otras OBF en relación a temas de derechos de la mujer; y utilizando directamente la misma terminología concebida y adoptada por otras OBF, Islamic Relief, en 2015, desarrolló su primera política de “justicia de género”. Pero es que además, alentada por los esfuerzos mundiales en torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, Islamic Relief comenzó a coordinar una “Declaración de Justicia de Género”; un proceso que inició con la ONU, y en la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer66. “Islamic Relief Announces ‘Islamic Declaration of Gender Justice’ at UN Conference,” 20 de marzo de 2018, visitado el 4 de julio de 2019, https://www.islamic-relief.org/islamic-declaration-gender-justice.en 2018. Lejos de limitar esto a su propia organización, Islamic Relief describe la Declaración como una “iniciativa histórica… desarrollada… en colaboración con las agencias humanitarias, líderes de fe y organizaciones comunitarias que están comprometidas con abordar lo que es una de las grandes injusticias de nuestro tiempo… [al presentar] principios de fe fundamentales sobre la justicia y el equilibrio para desafiar proactivamente prácticas culturales y tradiciones sociales arraigadas negativas que están dejando a las mujeres y niñas en desventaja y vulnerables”.77. Ibid.

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Diapraxis: diálogo interconfesional en acción

Lo anterior constituye de hecho ejemplos de resultados directos y orientados a la acción de la colaboración interreligiosa. Lo que los hace particularmente interesantes es que no son líderes religiosos o académicos conversando entre sí en espacios religiosos sobre textos o sistemas de creencias. Se trata en cambio de miembros de ONG basadas en la fe, realmente agentes del desarrollo, que están aprendiendo de los proyectos y programas concretos de los demás, y compartiendo su aprendizaje en el contexto de diálogos más amplios entre múltiples interesados. En otras palabras, los actores no religiosos estaban/están muy involucrados en estos diálogos.

Incluso más singular es el hecho de que estos diálogos fueron facilitados por Naciones Unidas, la cual, además de ser un espacio secular con relativamente poco o ningún conocimiento sobre religiones o los masivos universos de existencia religiosa, es en sí misma un hibrido simultaneo de gentes, políticas, razas, cultura, etnicidades, instituciones, objetivos, modus operandi y mandatos; entre otros elementos. El contexto, el lenguaje y las prácticas de esta forma de diálogo, por tanto, tienen poco en común con las nociones habituales de “diálogos interreligiosos”.

Y aun así, fue en este espacio híbrido que casos tan concretos de diapraxis, tomando el término prestado de la comprensión luterana de dialogo interconfesional en acción88. “Diapraxis for Peace and Reconciliation,” Lutheran World Information (LWI), 2005, visitado el 4 de julio de 2019,https://www.lutheranworld.org/sites/default/files/LWI-200504-EN-low.pdf., están siendo catalizados. Cuando diversidades de contexto, lenguajes y métodos conforman los diálogos interreligiosos, podemos anticipar tendencias positivas en relación al género; como se mencionó anteriormente. Sin embargo, también necesitamos ser conscientes del hecho que exactamente los mismos espacios y modalidades de diálogo están despreciando algunas posiciones relativamente más conservadoras sobre los derechos de la mujer y género. En otros lugares he tratado en más detalle de algunas de estas dinámicas en relación a la salud sexual y reproductiva y temas de derechos humanos99. Ver AzzaKaram “On Faith, Health and Tensions An Overview From an Intergovernmental Perspective”, Heythrop Journal 55, no. 6, (2014): 1069-1079.. Aquí es suficiente con decir que en relación a temas como la identidad sexual, educación sexual, anticonceptivos y aborto, tenemos narrativas polarizadas y contrapuestas del diálogo interreligioso y la colaboración interreligiosa. Y es por consiguiente en el terreno de la “religión” donde algunos de los debates más polémicos sobre la existencia huma na están siendo hoy combatidos.

Azza Karam - Egipto

Asesora Senior del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU), Coordinadora del Grupo de Trabajo Interinstitucional de las Naciones Unidas sobre la Religión (UN InteragencyTaskForceonReligion); Profesora de Religión y Desarrollo en la Universidad de Vrije, Ámsterdam, Países Bajos. Autora de varios libros y artículos sobre cuestiones mundiales de Religión, Desarrollo, Política y Género.

Recibido en Junio de 2019.

Original en Inglés. Traducido por Sebastian Porrúa.