Por Renato Barreto
Para Mônica Nador, arte, vida y emancipación son elementos indisociables. La artista visual, cuyos trabajos iniciales datan de la década de 1980, es graduada en Bellas Artes por la Fundación Armando Alvares Penteado (FAAP), en São Paulo y obtuvo un máster por la Escuela de Comunicación y Artes de la Universidad de São Paulo (ECA/USP) por su trabajo “Paredes Pinturas”. En 2003, Mônica fundó el Jardim Miriam Arte Clube (JAMAC), en la zona sur de la cuidad de São Paulo, un espacio cultural cuyo objetivo central es construir procesos de formación que estimulen encuentros entre arte y vida, estética y política, acogiendo actividades como talleres, exhibiciones, rondas de charla y clases abiertas, siempre con el foco puesto en la diversidad, formación para la ciudadanía y derecho a la ciudad y a la memoria.
A partir de una discusión sobre el derecho a la cultura como derecho humano, en esta entrevista la artista discurre, entre otros temas, sobre la consciencia y valorización de la cultura de cada persona y la importancia del arte en la toma de consciencia política y ciudadana. Las imágenes que ilustran los proyectos mencionados a lo largo de la entrevista integran la galería de piezas artísticas seleccionadas para esta edición de Sur.
Revista Sur • ¿Usted reconoce su oficio de artista como parte de lo que se entiende como defensa de los derechos humanos? A partir de esa visión, ¿cuál es el sentido de cultura sobre el cual opera usted hoy en día como artista?
Mônica Nador • Yo siempre creí que todo el mundo debería trabajar para mejorar la sociedad como un todo. Sé que tengo una cabeza un poco religiosa, a pesar de no serlo, por eso me identifiqué con un texto que leí una vez, del Maestro Eckhart,11. Eckhart de Hochheim, O.P. (Tambach, Turingia, 1260 – Colonia, 1328), más conocido como Maestro Eckhart, teólogo, filósofo y místico alemán. teólogo de la Edad Media, en el que decía que el conocimiento no debería servir para otra cosa que no fuera llegar a una situación equitativa para todos los seres humanos y animales de la faz de la Tierra. Eso es lo que tiene valor. Tenemos que trabajar para todo el mundo, no dejar a nadie sufriendo. Debemos hacer lo máximo que podamos para amenizar el sufrimiento de todos en este planeta.
Cuando estudié arquitectura, en 1974, fue justo en la época de la dictadura. Teníamos una orientación de trabajar con vivienda popular, ver cómo vive el pueblo, trabajar en esa situación. Pero la escuela terminó cerrada y yo me quedé sin mi carrera. Entonces, me fui a cursar arte. Y, en la enseñanza del arte, se tiene una visión de cultura muy conservadora: la cultura está separada del resto de las actividades, de la sociedad.
Pese a que yo era una persona que tenía una buena reputación, un trabajo interesante, que a la gente le gustaba, no me sentía bien en aquel ambiente. Yo pensaba que aquello no era para mí, porque hay que ser mega competitivo. El propio artista es quien agarra y vende su trabajo. Es el artista el que se impone. Yo no tenía nada de ese perfil, ¿sabes? Al contrario.
Hasta pensé en desistir. Casi desistí de hacer arte a cierta altura del campeonato, unos 10 años después de graduada y trabajando en el circuito. Pero cuando fui a hacer la maestría, entendí esa construcción del circuito, cómo ocurre.
Eso me abrió la cabeza y decidí realmente hacer arte de otra manera, de la manera que yo creía que debería hacerlo. Aquella ocasión fue buenísima, porque hice este proyecto, Paredes Pinturas, que saca el arte de esa visión cuadrada, bien burguesa, de que el arte es un ornamento en la vida de uno, nunca un eje estructurante de la vida. Yo luché por ese lugar, para mí y para mi arte. Yo no quería que mi vida fuera eso, un adorno en la vida de un coleccionador.
Dicho esto, el sentido de cultura bajo el cual opero hoy en día es una cosa mucho más conectada con todas las otras áreas, del conocimiento y de la vida, de la vida cotidiana. No es un arte separado de la vida de ninguna manera. No es aquella cosa “¡oh, arte!”. Yo sé que ahora la cosa está muy diferente, pero hace 40 años, cuando empecé a trabajar, era de esa forma, “¡oh, arte!”, ¿sabes? Incluso para que yo misma me deshiciera de ese concepto, también llevó su tiempo. Mucho tiempo.
Sur • ¿Cómo se dio su decisión de mudarse a la zona sur de São Paulo y fundar el Jardim Miriam Arte Clube (JAMAC)?
M.N. • Primeramente, ocurrió mucho en función de mi proyecto, que era esa cosa de pintar casas con las personas, con ellas haciendo los dibujos. Allí nace también el concepto de autoría compartida, porque les ofrezco una oportunidad a esas personas de contribuir y participar de la hechura de un trabajo de arte. Ellas no solo aprenden, sino que dan su contribución real.
Eso se dio de ese modo, estudiando. En el posgrado, empecé a entender qué es lo que importa: lo más importante es elegir tu público. Elegir tu público y ver a quiénes les quieres hablar. Yo, por ejemplo, que quería hablar con los excluidos, digámoslo así, decidí irme al barrio Jardim Miriam para estar cerca de esas personas que podrían usufructuar de mi trabajo.
Yo no iba a hacer mi trabajo y ponerme guapa en los salones, con las fotografías del trabajo, por ejemplo. Hasta podría hacerlo – de hecho lo hice un poco –, pero no era eso lo que me interesaba. Lo que me interesaba mucho era contagiar a las personas con esa vida que llevamos, y que ellos no tienen idea de que pueda suceder.
Así fui buscando mi público. Yo soy de una generación en la cual estaba prohibido hacer arte comprometido. Era un poco cursi. Una cosa que aprendí es que no sirve de nada hacer arte comprometido, por ejemplo, dentro de la galería. Nos la pasábamos conversando entre pares, y eso no me interesaba para nada. Yo quería realmente interferir en la realidad.
Sur • ¿Qué cambios o impactos ha observado en el territorio a partir de su actuación y de la interacción con la población local, incluidos vecinos, artistas y militantes de la región?
M.N. • Mira, aparte de esa historia de que es buenísimo para la salud, de que se pudo sacar a gente de la depresión con el trabajo… aparte de eso, que era algo que yo no esperaba mucho, ese trabajo tuvo una resonancia increíble en la salud mental de las personas.
Pero, independientemente de eso, yo siempre digo que mi suerte fue haber encontrado a Mauro [Mauro Castro, colaborador del JAMAC desde su fundación]. Mauro era un militante de verdad, un activista. Él fue metalúrgico durante 30 años. Después, cuando empezaron los despidos a principios de los años 1990, fue uno de los primeros que despidieron porque hacía ruido, era un “pequeño Lula”, una persona con gran poder de oratoria. Él nunca quiso saber de carrera política, pero tiene un rol importantísimo en la comunidad: no deja a nadie tranquilo, le exige a todo el mundo que haga varias cosas.
Cuando llegué al JAMAC, dije: “Miren, me gustaría traer este centro cultural, pero no quiero venir solo por mi voluntad. Si ustedes no quieren, no vendré aquí a imponerme”. Entonces él dijo: “En realidad, no tengo la menor idea de para qué sirve la cultura”. Fíjate: él estudió ciencias sociales durante 20 en el nocturno y además hizo el profesorado en geografía. Tenía mucho estudio y, aún así, no entendía mi papel allí. Yo le pregunté: “¿Qué es lo que te gusta hacer?” Él me contestó que le gustaba tener clases. Hicimos, entonces, un trabajo de educación continuada. Fueron ocho o diez años de mucho trabajo, trayendo a personas para hablar y dar clases. Fue todo maravilloso.
Mauro fue entendiendo entonces el papel de la cultura, hasta que inventó la Radio Poste, que es totalmente una cría del JAMAC. La Radio Poste era una cosa de, una vez al mes, bajar a la plaza de Jardim Miriam y conversar con la gente con el micrófono abierto. Él hablaba de varias cosas. La gente iba. Al principio era gracioso, iban borrachos y todo. Ahora está más organizado, pero me gusta que vayan los borrachos, lo veo genial.
Él desplegaba una lona que les di y, en esa gran lona, ponía un montón de libros. Hacen eso hasta el día de hoy. La gente puede agarrar esos libros, robárselos, devolverlos a la semana siguiente… todo libre. Lo que pasa es que se terminó organizando en el barrio una red de gente que hace cultura, gente que hace política y enseña.
Sur • Cuéntenos un poco sobre el proyecto Paredes Pinturas y el involucramiento del público que participa de las actividades del JAMAC en el proceso de representación de sus historias de vida y otras subjetividades.
M.N. • Cuando empecé, quería hacer arte para Brasil, ¿sabes?, pensar el lenguaje a partir de las necesidades locales. Tener el arte como una herramienta, ser una plataforma de trabajo social, desde ese lenguaje. Ese fue el trabajo Paredes Pinturas, que fue de pintar las casas de las personas de bajos ingresos. Hacer el trabajo de arte con ellas. Eso era una novedad enorme cuando lo empecé a hacer.
Fue así: yo andaba mucho por favelas para hacer ese trabajo. Al principio me di cuenta de una cosa, allá en el estado de Amazonas, la primera vez que salí para pintar casas. Fui hasta allá, quería pintar una casa y les pedí a las personas que dibujaran cosas. Entonces, el muchachito que vivía en la casa, a orillas del río Purús, a 17 horas en barco de Manaos – no había ni coche en la aldea, una cosa minúscula –, con aquella puesta del sol increíble, aquel color rojo en el cielo, cosa de la Amazonia… el muchachito dibujó el símbolo de Nike. Quedé completamente triste y frustrada.
Así, empecé a tener la percepción de que no tenían amor propio. Lo único que tenía color por allá era la televisión. Todas las casitas eran completamente rústicas, pero tenían una descomunal antena. Paupérrimos, pero con su antena. También empecé a percibir otra cosa: la mayoría de esas personas tenía su origen en el campo, cuando no eran expulsadas del centro urbano. Es la gente expulsada del campo que va a vivir a la favela. Y allí ellos sencillamente no saben cómo ser urbanos. No saben de qué se trata. Para ellos, ser urbano es consumir.
Entonces fui con esas ganas de rescatar, de que hicieran un rescate de su cultura original. Empecé a preguntar, y todavía lo hago: “¿Qué recuerdas de la casa de tu abuela? ¿Te acuerdas de algo que te gustaba hacer en tu infancia?” Y las cosas van fluyendo.
Al final, cuando fui a Gwangju, a una bienal en Corea, les pedí a los participantes que pensaran en la primera imagen que les venía a la cabeza respecto a Brasil. Es esa la tarea, pero también se puede adecuar para una cosa o otra. Puedo adecuar el asunto.
En principio, era eso: recuperar la cultura de las personas para que aprendieran a ser un nuevo tipo de urbano. Un urbano que solo ellas serían, porque acababan de llegar del campo. Es muy interesante porque, por ejemplo, apareció mucho el carro de bueyes, ese tipo de cosas. Algo muy lindo.
Sur • En el caso del proyecto Dando Bandeira,22. Nota de la Traducción: El título del proyecto, que se traduce literalmente al español como Dando Bandera, es también un juego de palabras con la expresión en portugués que significa “mostrándose expuesto, vulnerable”. realizado en alianza con el artista Bruno O., ¿cuál fue el objetivo de rememorar y retratar a mujeres de relevancia histórica en la defensa de los derechos humanos en América Latina, ya sean fallecidas o vivas?
M.N. • Dando Bandeira es un proyecto33. “(...) La instalación es un ejercicio de visibilidad y memoria de esas mujeres, y tiene el objetivo de reconocer presencias excluidas de una gramática colonial que constituye imágenes supuestamente neutrales y universalizantes del mundo, pero que solo se vincula a la construcción de monumentos blancos, masculinos, cisgéneros, heterosexuales y hegemónicos.” “Mônica Nador,” 21ª Bienal de Arte Contemporáneo Sesc_Videobrasil, 2019, visitado el 31 de julio de 2020, http://bienalsescvideobrasil.org.br/artista/monica-nador. que hicimos, pero es mucho más una idea de Bruno [Bruno O., artista visual y colaborador del JAMAC]. Es aquella historia: no podemos dejar que nuestra memoria se perfore y quede llena de fallas. Necesitamos reafirmar constantemente a todas esas mujeres. El objetivo de rememorar es ese, no olvidar jamás que esas personas han sido agredidas, o son agredidas, todo el tiempo, y que esas personas somos nosotros.
Con eso ya doy un paso más en ese tema de derechos humanos, porque he incluido figuras de mayor visibilidad, por así decirlo. Aunque yo también ya he trabajado con la figura del Che Guevara. Pero, hacerlo de ese tremendo tamaño fue una idea de Bruno.44. Cada bandera tenía 6 metros de alto por 1,33 de ancho. Quedaron expuestas en las rampas internas del edificio del Sesc 24 de Maio, en el Centro de São Paulo. Él decidió trabajar con mujeres y ya tenemos un montón allá.55. Débora Silva Maria (activista y fundadora del movimiento Mães de Maio – Madres de Mayo); Marielle Franco (socióloga y concejala, asesinada en 2018); Renata Carvalho (actriz y transpóloga, en sus propias palabras); Cláudia Celeste (actriz y primera travesti que actuó en una telenovela, fallecida en 2018); Conceição Evaristo (escritora); Carolina Maria de Jesus (escritora, fallecida en 1977); Zuca Fonseca (psicóloga y colaboradora del JAMAC); Margarida Alves (sindicalista); Maria da Penha (farmacéutica y activista por los derechos de las mujeres); Nise da Silveira (médica psiquiatra; fallecida en 1999); Joênia Wapichana (abogada y diputada federal indígena); y Nilce de Souza Magalhães (activista del Movimiento de los Afectados por Represas; asesinada en 2016).
Sur • Usted y el JAMAC participaron, en 2019, de la muestra Somos Muit+s (Somos Much+s), en la Pinacoteca de São Paulo, en alianza con el proyecto Extramuros, que trabaja con personas en situación de calle y población trans. ¿Cuál es la importancia de dialogar y actuar conjuntamente con otras instituciones, ya sean artistas o espacios culturales, dentro y fuera de Brasil?
M.N. • Lo considero muy importante, porque necesitamos reiterar cierta red de espacios disponibles para ese tipo de asunto. A mí me encanta, por ejemplo, invadir la Pinacoteca con ese montón de personas en situación de calle. Lo veo como sumamente importante, porque no queremos que nadie más viva en la calle. Es importante que ocupemos esos espacios. Me parece bien que yo esté en esos lugares, porque puedo introducir todo esto allí. Me parece bien tener ese piecito allí. El tema es precisamente dar visibilidad. Dar visibilidad a esas instituciones más al margen – “más al margen” entre comillas, ¿no?
Y yo no trabajo solo en el tercer mundo, sino que trabajo en los enclaves del tercer mundo dentro del primero. En el primer trabajo que hice en la frontera de México con Estados Unidos, yo estaba trabajando allí con una comunidad de maquiladoras, directamente en la casa de esas personas.66. Insite 2000, San Diego (Estados Unidos) y Tijuana (México). Y ahora, en el trabajo que estamos haciendo en Oslo, Noruega,77. “Another Grammar for Oslo,” osloBIENNALEN, 2019, visitado el 31 de julio de 2020, https://oslobiennalen.no/participant/monica-nador/. nuestra intención también es actuar con inmigrantes y el rescate de memorias. Buscamos la emancipación de las personas, tratando de promover esto.
Sur • ¿Cuáles son los desafíos que usted ve para la real universalización de los derechos a la cultura y a la ciudad para que existan “espacios de libertad en cada equina”, en sus palabras?
M.N. • Para empezar, me fui a la periferia porque creía que eso no existía allá, que faltaba mucho más que en el centro. En realidad, ahora ya cambió bastante eso. Los espacios de libertad en la periferia son los terreros de umbanda, son otros, no lo que nosotros, blancos de la ciudad, reconocemos.
Al fin y al cabo, la cultura oficial está para defender la supremacía blanca también. Pero yo creo lo siguiente: estamos en un retroceso tremebundo ahora con Bolsonaro, estamos súper amenazados. Yo creo firmemente que una lucha, un dispendio de energía en esa causa vale la pena. Yo lo he hecho toda mi vida. De eso se trata, del derecho a la cultura que es el derecho a ser lo que uno es. No necesitas esforzarte por ser otra cosa. Se trata de que cada uno sea. Es eso.
Mauro, que era militante del área de la salud, empezó a distribuir unos volantes que decían: “Necesitamos hacer una reunión para discutir el hospital, que tenemos que traer para acá, y el centro cultural”. Él se hizo, entonces, un militante de la cultura. En un evento en el estuvimos juntos, dijo: “Les quiero contar algo: mi desarrollo cultural se dio en el ambiente del candomblé.”. Cuando dijo eso, casi le besé los pies y pensé: “misión cumplida”.
Entrevista conducida por Renato Barreto en julio de 2020.