Panorama Institucional

Médicos sin fronteras: la coherencia con sus principios

Renata Reis y Susana de Deus

La decisión de suspender la recepción de fondos de la Unión Europea

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RESUMEN

El texto explicita las razones, incluido el debate interno, de la reciente decisión de Médicos Sin Fronteras de suspender la recepción de fondos de la Unión Europea para el desarrollo de su trabajo humanitario. Haciendo justicia a los valores que guían a la organización – independencia, ética médica, neutralidad e imparcialidad –, la negativa respecto a seguir recibiendo ayuda económica es un posicionamiento crítico frente a las recientes políticas migratorias asumidas por la Unión Europea, que advierte sobre el impacto nefasto de estas políticas para miles de personas vulnerables, que son, finalmente, el foco principal de la acción humanitaria del MSF.

Palabras Clave

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1. Introducción

Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización humanitaria internacional que ofrece atención en salud en contextos de crisis diversas, siempre de forma neutral e imparcial. Así, no distinguimos a las personas por ningún criterio que no sean sus necesidades de salud. La independencia es otro principio esencial de nuestra actuación. Preciamos el respeto estricto a la decisión de no pautar nuestra acción por ningún interés político, económico y/o militar.

La independencia en la actuación tiene fuerte conexión con el origen de los fondos que sostienen nuestro trabajo. Para MSF, contar con el apoyo de millones de individuos en muchos países diferentes nos permite proveer cuidados médicos allí donde resulta más necesario, libres de cualquier influencia político-económica. Aun así, hasta recientemente, una parte minoritaria de nuestro presupuesto nos llegaba a través de fondos institucionales, tales como los de la Unión Europea y de algunas agencias internacionales vinculadas a la salud, como por ejemplo UNITAID.

Este breve artículo rescata la reciente decisión de MSF de suspender la recepción de fondos provenientes de la Unión Europea (UE) y de todos sus Estados miembros, en respuesta a la inaceptable política europea relacionada a la población refugiada y migrante – especialmente la firma e implementación del acuerdo entre la UE y Turquía, en marzo de 2016. Creemos que en los tiempos más agudos y difíciles, en los cuales las organizaciones se ven presionadas a tomar decisiones pragmáticas, es cuando nos vemos desafiados a poner a prueba nuestras bases. De ninguna manera se trata de decisiones fáciles de tomar. Como veremos, la decisión refuerza la coherencia con los principios que rigen nuestra actuación médica.

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2. La respuesta europea y la decisión de MSF

MSF acumuló, a lo largo de sus 46 años de historia, una extensa experiencia en la asistencia a personas refugiadas, solicitantes de refugio, migrantes y personas desplazadas dentro de sus propios países. Desde el acompañamiento de la población camboyana en Tailandia huyendo del Khmer Rojo, pasando por la población de Ruanda en campos del Zaire, refugiados somalíes en Kenia, palestinos en países como el Líbano, desplazados por conflictos, desastres o crisis de orígenes múltiples, MSF ha tratado de ofrecer alivio a personas que lo abandonan todo en busca de alguna seguridad para recomenzar de cero y tienen sus condiciones de vida deterioradas. Los puntos en común de poblaciones tan diversas son sus vulnerabilidades, las enormes incertidumbres que enfrentan, las angustias de dejar atrás el mundo que conocen, sus lazos y sus raíces.

En un momento de profunda fragilidad como es el experimentado por personas en movimiento por distintos motivos, lo que deben ofrecer los países de acogida y de tránsito, así como las reglas internacionales, es el auxilio, la protección, la preservación de la dignidad humana por encima de cualquier otro valor nacional o trasnacional. Desafortunadamente, lo que parecía obvio y cristalizado en tantos documentos internacionales está siendo “reescrito” de una forma inaceptable por parte de la Unión Europea, acarreando consecuencias terribles para las personas que más necesitan protección y abriendo un precedente peligroso que puede dar el tono a la construcción de políticas para refugiados, solicitantes de refugio y migrantes alrededor del mundo. Otro punto que merece destaque es el hecho de que la Unión Europea figura primera en la lista de los principales donantes e influenciadores de políticas de cooperación humanitaria. Así, un paso como el que se ha dado tiene el poder de traer consecuencias terribles para la vida de millones de personas en fuga en todo el mundo.

Como se notició ampliamente hace un año, los 28 países miembros de la Unión Europea y Turquía pactaron un polémico tratado para estancar el flujo migratorio hacia Europa por el mar Egeo. El acuerdo preveía la devolución a Turquía de los extranjeros, incluidos los sirios, que llegaran a la costa griega a partir de entonces. Una vez que el flujo fuera estancado, la UE prometía recibir a un número de refugiados sirios provenientes de Turquía equivalente al de deportaciones. A cambio de cerrar la ruta del Egeo, Turquía recibiría seis mil millones de euros, hasta fines de 2018, para asistir a los cerca de 3 millones de refugiados sirios en el país. Además, la UE prometía acelerar la negociación para exentar de visado a los ciudadanos turcos y avanzar en el proceso de adhesión de Turquía al bloque europeo11. “Managing the Refugee Crisis – The Facility for Refugees in Turkey,” European Commission, 2016, visitado el 28 de mayo de 2017, https://ec.europa.eu/home-affairs/sites/homeaffairs/files/what-we-do/policies/european-agenda-migration/background-information/docs/20160420/factsheet_financing_of_the_facility_for_refugees_in_turkey_en.pdf.. La premisa del acuerdo es, en sí, alarmante: el hecho de que la búsqueda de refugio – fundamentada en la protección de garantías fundamentales, como el derecho a la vida – haya sido tratada como un negocio, implicando intercambios y recursos financieros. Se trata de una inflexión sin precedentes – el hecho de añadir factores condicionantes para el ofrecimiento de refugio –, con nefastos impactos para las personas en movimiento y para las negociaciones futuras. Esto es inaceptable en términos morales y humanitarios.

MSF ya defendía públicamente que la UE y sus Estados miembros introdujeran y desarrollaran políticas de protección para personas vulnerables – condiciones dignas de recepción, esquemas de reunificación familiar, visados humanitarios, requisitos simplificados de visado, entre otras medidas – en lugar de poner el foco en la disuasión y expulsión. En nuestro trabajo cotidiano veníamos atestiguando las consecuencias físicas y psicológicas de las políticas de disuasión. Casi cuatro mil hombres, mujeres y niños habían perecido en el mar Mediterráneo en 2016, poniendo en evidencia un cuadro abominable de la falencia de tales políticas. El acuerdo EU-Turquía cristalizó la ya manifiesta tendencia de no recepción y de rechazo a poblaciones indeseables en Europa.

Frente a ese escenario, la organización inició discusiones sobre el mantenimiento de la recepción de fondos de la UE y de los países del bloque. ¿Cómo no distanciarse para no ser cómplice de políticas tan dañosas a las personas a las que asistimos a diario? Nunca está de más recordar que MSF nació en Europa y, aunque se vuelve cada día más multicultural y plural, mantiene en el continente sus cinco centros operativos. O sea, era indudable que las decisiones relativas a la UE suscitarían mucho debate.

La gobernanza de Médicos Sin Fronteras está anclada en el debate interno. La organización no habría llegado a ser lo que es hoy sin esa característica. La decisión no se tomó sin que hayan existido fuertes posicionamientos de miembros de la asociación a favor y en contra de la interrupción de la recepción de fondos. Defensores del mantenimiento de los fondos de la UE enumeraban una serie de argumentos: el peligro del alejamiento de MSF de las plataformas de la UE, pudiendo significar el distanciamiento del espacio de interlocución con las mismas; la falta de memoria de la organización respecto a su historia, una vez que hace décadas la UE fue fundamental para liberar fondos de emergencia que fueron importantes para que la organización pudiera llegar a más personas y atraer cada vez más financiadores privados. Al atraer financiadores privados, pudo reducir los fondos institucionales de la UE.

Como ocurre con la mayoría de las organizaciones en sus inicios, los fondos institucionales/gubernamentales fueron en el pasado bastante relevantes en el presupuesto de MSF, llegando a representar el 50% en 1996. Sin embargo, desde muy pronto ese hecho ya constituía una preocupación para la organización22. Jonathan Whittall, “MSF Suspension of EU Funds.” MSF Analysis, 2016, visitado el 28 de mayo de 2017, http://msf-analysis.org/msf-suspension-eu-funds.. Así, en 1995, cuando MSF realizó la primera de sus “cumbres sobre políticas” en Chantilly, Francia, su documento final traía como preocupación la necesidad de diversificar su financiamiento a fin de preservar su independencia:

The concern for independence is also financial. MSF endeavours to ensure a maximum of private resources, to diversify its institutional donors, and, sometimes, to refuse financing that may affect its independence.33. (La preocupación por la independencia es también financiera. MSF se esfuerza por asegurar el máximo de recursos privados, diversificar sus donaciones institucionales y, algunas veces, rechazar financiamientos que puedan afectar su independencia) “Who Are the Medecins Sans Frontieres,” MSF, 1995, visitado el 28 de mayo de 2017, http://association.msf.org/sites/default/files/rst_library_item/Principles%20Chantilly%20EN.pdf.

Se indagaba también, empero, cómo recibirían la noticia de esa decisión las personas para las cuales trabajamos – las más vulnerables y excluidas de servicios de salud y otras necesidades básicas. En el balance de opiniones fue venciendo la convicción de proteger los principios humanitarios.

Aquellos que defendían mantener los fondos europeos se preocupaban, asimismo, con la interpretación que los donantes y el público en general podrían dar a la decisión. El público podría considerar esta acción como un acto de arrogancia, pues al decir no a los fondos de la UE se estaría diciendo no a los contribuyentes de la UE y, por lo tanto, sería una señal de que no necesitábamos más de apoyo financiero. En cambio, los defensores de la no recepción de los fondos confiaban en que la acción sería coherente con la complejidad de los tiempos que vivimos y con la tendencia de movimientos de personas huyendo de guerras, de crisis económicas y de xenofobia creciente. La organización evaluó que había entre sus donantes una voluntad imperiosa de defender a esas personas y no la defensa de políticas que las apartaba de sus fronteras, de la forma en que se estaba haciendo. Las relaciones que tiene MSF en los varios espacios comunes europeos e internacionales de debate son saludables y no nos veríamos alejados de ellos en razón de la exclusión de los fondos europeos. La independencia financiera sería preservada intensificando la comunicación sobre el auxilio que prestamos diariamente a estas poblaciones y, por ende, había una creencia de que los fondos serían asegurados por los donantes privados (personas físicas).

Superado el momento de la reflexión interna, MSF decidió entonces anunciar, en junio de 2016, la suspensión de la recepción de fondos de la UE, al igual que de sus Estados miembros.

Resaltamos que esta decisión acompaña otras decisiones tomadas en el pasado, como la negativa respecto a aceptar donaciones de países actuantes en intervenciones militares. Ya en 2004, MSF había decidido suspender la recepción de fondos de agencias del gobierno norteamericano. Esa suspensión sigue en vigor y tiene como objetivo garantizar la prestación de ayuda médica de manera neutral e imparcial en los contextos de conflicto con implicación de Estados Unidos en los que MSF actúa.

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3. La suspensión en la práctica

El impacto de la decisión política de MSF de suspender la recepción de fondos de la UE y de sus países miembros fue sopesado y medido cuidadosamente. Si fuera el caso, MSF podría recurrir a sus fondos de reserva, normalmente usados en emergencias, para asegurarse de que la decisión no afectara a nuestros pacientes y a los proyectos en curso, trabajando concomitantemente para una mayor sensibilización de los donantes para que no desistieran del trabajo de MSF.

El financiamiento de la organización ya no dependía, como se ha mencionado, de fondos institucionales. Incluso antes de la decisión sobre la UE, el 92% de nuestro financiamiento venía de la generosidad de 5,7 millones de donantes individuales alrededor del mundo. Si, por un lado, nuestra independencia financiera nos ha permitido radicalizar la defensa de nuestros principios, por el otro, más que nunca, necesitamos tener a los apoyadores individuales movilizados y conectados a nuestro trabajo. Se hacía insoportable recibir fondos de la misma institución que estaba expulsando a las personas que asistíamos médicamente. No podíamos recibir con una mano recursos de la UE y con la otra tratar pacientes severamente heridos por congelamiento, viviendo en una tienda en el invierno griego de 2016, gracias a un acuerdo desastroso e inhumano.

En el momento de la decisión, algunos proyectos recibidores de recursos europeos todavía siguieron vivos hasta el fin de los contratos. La mayoría terminó en 2016 y ningún nuevo contrato fue firmado desde abril de 2016.

Una decisión que demuestra el respeto a los principios de una forma drástica puede no agradar a todos, pero responde y reafirma nuestro compromiso con quien nos mueve y es nuestra única razón de existencia: la población desprovista de atención médica y en peligro de vida.

En esta publicación, que se destina a tratar de desafíos institucionales a los que están expuestas las organizaciones en sus percances diarios, compartimos nuestra experiencia sobre una decisión que fue discutida por las decenas de países donde estamos y también nuestras incertidumbres sobre cómo esa decisión sería recibida por el mundo. Al final, lo que confirmamos es que la fuerza de una organización viene del trabajo que realiza junto a las poblaciones que apoya y también del refuerzo y de la lucha constante para mantener sólidas sus bases – en nuestro caso los principios de independencia, ética médica, neutralidad e imparcialidad.

Renata Reis - Brasil

Renata Reis es abogada, doctora en Políticas Públicas, Estrategias y Desarrollo por la Universidad Federal de Rio de Janeiro. Tiene experiencia en el área de relaciones institucionales y gubernamentales, advocacy, cooperación internacional y asuntos humanitarios. Actualmente trabaja en Relaciones Institucionales de Médicos Sin Fronteras.

Recibido en abril de 2017.

Original en portugués. Traducido por Celina Lagrutta.

Susana de Deus - Portugal

Susana de Deus es portuguesa, graduada en Relaciones Internacionales y tiene amplia experiencia en cuestiones humanitarias. Es actualmente la directora ejecutiva de Médicos Sin Fronteras Brasil.

Recibido en abril de 2017.

Original en portugués. Traducido por Celina Lagrutta.