Cómo responder a las amenazas populistas a los derechos humanos
Es bastante evidente que el movimiento de derechos humanos está enfrentando una serie de desafíos sin precedentes. En este texto Philip Alston habla sobre cómo el movimiento debe responder para sobrevivir. Primero, señala la importancia de no perder la perspectiva, recordando que la defensa de los derechos humanos nunca ha sido fácil. Añade que debemos reconocer que se trata de un esfuerzo a largo plazo, el cual no va a desaparecer cuando Trump deje su cargo y que es esencial que el movimiento desarrolle introspección y apertura para adaptarse. Después expone cinco temas clave que el movimiento debe abordar en los próximos años: la amenaza populista a la democracia; el papel de la sociedad civil; la desigualdad y la exclusión; la desacreditación del derecho internacional y la fragilidad de las instituciones internacionales. Finalmente, Alston sugiere una serie de estrategias que las organizaciones de derechos humanos deben adoptar para responder a esta nueva realidad. Termina diciendo que todo esto debe ser hecho con urgencia. El momento de actuar es ahora.
El movimiento de derechos humanos, tal y como lo conocemos, ya pasó.
Los desafíos a los que se enfrenta el movimiento de derechos humanos son esencialmente distintos a los que se ha enfrentado hasta ahora. Esto no significa que sean “los últimos días de los derechos humanos”.22. Stephen Hopgood, The Endtimes of Human Rights (Ithaca: Cornell University Press, 2013). Pero sí quiere decir que los proponentes de los derechos humanos tienen que repensar con urgencia muchos de sus supuestos, reevaluar sus estrategias, y ampliar el ámbito de sus actividades, sin renunciar a sus principios fundamentales.
No hay ningún lugar donde esto se vea con más claridad que en la elección de Donald Trump, que ha defendido consistentemente medidas que derogarían las libertades civiles de los ciudadanos estadounidenses tanto como las de quienes no lo son. Casi todos los nombramientos de alto funcionarios han sido de personas de un espectro político de extrema derecha, con una completa falta de especialización para asumir portafolios relevantes Y aunque todavía falta conocer los detalles de las políticas de derechos humanos del presidente Trump, hay una antipatía esencial e incluso hostilidad hacia el tema. Aparte de Trump, hay una diversidad de gobiernos que han expresado el deseo de minar pilares fundamentales del régimen internacional de derechos humanos. Y aunque siempre ha habido coaliciones de saboteadores en potencia, en el pasado se encontraban con al menos alguna resistencia de Estados Unidos (E.E.U.U.) y de otros de los principales gobiernos de Occidente y Latinoamérica. La perspectiva de una resistencia eficaz en el futuro se está evaporando.
Para contrarrestar este fenómeno, necesitamos recordar tres factores clave. Primero, no podemos perder la perspectiva, a pesar de la magnitud de los desafíos. Defender los derechos humanos nunca ha sido un proyecto con consenso y casi siempre ha sido el resultado de una lucha. Segundo, este es el punto de partida de un esfuerzo a largo plazo; no acabará en cuatro años. Y finalmente, el movimiento de derechos humanos tiene que desarrollar un espíritu de introspección y apertura. Históricamente, no ha respondido bien a las críticas.
Mirando adelante, hay muchos temas que exigirán nuestra atención en los años venideros, pero cinco de ellos serán cruciales. El primero es la amenaza populista a la democracia. Gran parte del problema está relacionado con las preocupaciones por la seguridad de la era post 11 de septiembre, que se ha traducido en un miedo, real o construido, y un odio hacia los extranjeros y las minorías. Estas preocupaciones han sido explotadas por gobiernos de distintas tendencias para justificar sacrificios enormes, argumentando por ejemplo que la seguridad solo puede alcanzarse restringiendo la libertad de movimiento, las normas antidiscriminatorias e incluso las garantías de la integridad personal.
El segundo tema principal es el papel de la sociedad civil y cómo, en vez del “reducido espacio civil” la realidad es que el espacio ya se ha cerrado en muchos países. En mi labor como Relator Especial sobre la extrema pobreza y los derechos humanos para la ONU he visto esto de primera mano en mis visitas a Mauritania y China, y otros países están aprendiendo rápido. Egipto aprobó recientemente una ley limitando la actividad de organizaciones no gubernamentales (ONG) a trabajo social y de desarrollo, y prohibiendo a todas las ONG cooperar en forma alguna con organismos internacionales sin la aprobación del gobierno.
El tercer tema es la relación entre la desigualdad y la exclusión. El populismo está alimentado en parte por el miedo y el resentimiento. En la medida en que las políticas económicas son por tanto fundamentales, es destacable que la promoción convencional de los derechos humanos trata los temas de derechos económicos y sociales, en el mejor de los casos, de un modo simbólico, y el tema de la desigualdad ni lo toca.33. Para un informe sobre la relación entre la pobreza extrema y la desigualdad extrema, ver United Nations, Report of the Special Rapporteur on Extreme Poverty and Human Rights, Philip Alston, UN Doc. A/HRC/29/31 (26 May 2015), disponible en http://www.ohchr.org/EN/HRBodies/HRC/RegularSessions/Session29/Documents/A_HRC_29_31_en.doc. En la misma línea, el foco de la mayor parte de la promoción de los derechos humanos está en individuos marginados y oprimidos y grupos minoritarios. Así, la mayor parte de la sociedad siente que este tipo de movimiento de derechos humanos no tiene nada que ver con ellos, y que los grupos de derechos humanos realmente solo están trabajando para “solicitantes de asilo”, “delincuentes” y “terroristas”. Un foco renovado en los derechos sociales y la disminución de la desigualdad debe formar parte de un nuevo programa de derechos humanos.
El cuarto tema es el debilitamiento del imperio del derecho internacional, específicamente, el debilitamiento sistemático de las normas rigiendo el uso internacional de la fuerza por parte de países occidentales. Los EE.UU. y sus aliados, nunca cuestionadores y siempre serviciales, como el Reino Unido y Australia y sus asiduos esfuerzos por racionalizar los asesinatos selectivos y otros actos dudosos están ahora recogiendo los frutos que tanto se merecen. Estos países ya no están en posición de decir que algunas de las tácticas utilizadas por otros países están violando la normativa internacional. También ha habido un colapso tremendo de los principios del derecho humanitario internacional. Ataques sistemáticos selectivos a instalaciones médicas operadas por Médicos sin Fronteras son ya un lugar común y apenas se comentan. En una encuesta de opinión realizada en 2016 por el Comité Internacional de la Cruz Roja, un mero 30% de los encuestados estadounidenses consideró inaceptable torturar a un combatiente enemigo capturado “para obtener importante información militar”. En la misma encuesta, realizada en 1999, la cifra había sido del 65%. En Nigeria, el 70% apoyó ese tipo de tortura y en Israel lo hizo el 50%.44. “People on War: Perspectives from 16 Countries,” International Committee of the Red Cross (ICRC), 2016, visitado el 21de mayo de 2017, https://www.icrc.org/en/document/people-on-war.
El quinto y último tema está relacionado con la fragilidad de las instituciones internacionales. El Tribunal Penal Internacional está sometido a un ataque permanente con varios Estados africanos anunciando sus planes de abandono. Y el anuncio de la Fiscalía de que está investigando activamente las actividades de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de otras fuerzas en Afganistán y países relacionados no va a fortalecer la amistad entre el tribunal y la administración de Trump. Mientras tanto, el Consejo de Derechos Humanos ha estado funcionando de manera sorprendentemente equilibrada durante los últimos años. Sin embargo, seguramente el nuevo populismo va a cambiar esta dinámica y China y Rusia han dejado claro que están preparados para introducir o reintroducir grandes “reformas” en el Consejo, una idea que no invita a la esperanza. De modo similar, el Reino Unido y otros guardan cada vez menos simpatía hacia el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, mientras que Rusia y Turquía son miembros nominalmente. En el otro lado del Atlántico, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos anunció a mediados de 2016 que iba a tener que despedir al 40% de su personal, una suerte que fue esquivada en el último momento gracias a nuevas contribuciones. Pero no está claro que esta operación de rescate vaya a ser sostenible en el futuro y hay que señalar que EE.UU. ha desempeñado tradicionalmente un papel sobredimensionado en la financiación del trabajo de la Comisión. Y finalmente en el plano institucional, el recorte drástico de los presupuestos de ayuda al desarrollo, que es un proceso en marcha, probablemente se acelere en los próximos años amenazando incluso más a estas instituciones.
Entonces, ¿qué tipo de estrategias debe plantearse la comunidad de derechos humanos teniendo en cuenta las circunstancias fundamentalmente nuevas a las que se está enfrentando ahora?
No podemos esperar, necesitamos comenzar a actuar; necesitamos hacer todo lo que podamos para fortalecer el respeto por los derechos humanos internacionales. Necesitamos comprometernos con los principios en nuestras propias vidas, en nuestros propios áreas. Vamos a tener que trabajar de un modo mucho más creativo tanto internacional como nacionalmente. Habrá una relación compleja entre estos dos niveles pero siempre hay espacios donde podemos lograr una mejora. Estos son momentos extremadamente peligrosos, sin precedentes durante mi vida. Incluso durante la mayor parte de la Guerra Fría había cierto grado de seguridad, pero hoy hemos perdido una gran parte de eso y todo parece posible. La respuesta realmente está en nuestras manos.