Entrevista con Walidah Imarisha
Por Revista Sur y Bruno Oliveira
Toda articulación política es ciencia ficción. Para la educadora, escritora, profesora de la Universidad de Stanford y poeta Walidah Imarisha, esta observación nos indica que la tarea de reconfigurar el mundo de formas más justas y colectivas pasa necesariamente por un ejercicio de (re)imaginación. Si tenemos la capacidad de imaginar un mundo sin prisiones, sin violencia policial, donde todas las personas tengan acceso a sus derechos y estén libres de males históricos, entonces estamos hablando de un mundo que actualmente no existe. Soñarlo colectivamente, en la práctica, significa «construir un futuro donde lo fantástico libere lo mundano»11. Walidah Imarisha, "Introduction," in adrienne maree brown e Walidah Imarisha (eds.), Octavia’s Brood: Science Fiction Stories From Social Justice Movements (Chico, CA: AK Press, 2015): 3.. Este sueño, según Imarisha, confabula lo que ella denomina ficción visionaria, o ciencia ficción radical:
La ficción visionaria ofrece a los movimientos por la justicia social un proceso a través del cual explorar la creación de nuevos mundos (aunque no es en sí misma una solución, y ahí es donde entra el largo trabajo de organización comunitaria). Propuse el término «ficción visionaria» para englobar los modos de creación a través de los géneros literarios fantásticos que nos ayudan a elaborar estos nuevos mundos. Este término nos recuerda que debemos ser completamente irrealistas en nuestras organizaciones, porque sólo imaginando lo llamado imposible podemos empezar a construirlo concretamente. Cuando liberamos nuestra imaginación, lo cuestionamos todo.22. Walidah Imarisha, "Reescrevendo o futuro: usando ficção científica para rever a justiça". Fundação Bienal de São Paulo, 2016, visitado el 13 de enero de 2022, https://issuu.com/amilcarpacker/docs/walidah_imarisha_reescrevendo_o_fut.
En 2015, Imarisha publicó, junto con la visionaria estratega de movimientos políticos adrienne maree brown, Octavia’s Brood: Science Fiction Stories From Social Justice Movements. El libro, que lleva el nombre de la escritora de ciencia ficción y feminista negra Octavia Butler (1947-2006), es una colección de ciencia ficción radical que explora colectivamente las conexiones entre la ficción especulativa radical y los movimientos de cambio social.
En esta entrevista para la Revista Sur, Imarisha aborda el potencial de transformación social de la ficción visionaria, y explica en qué medida la imaginación de mundos mejores -y posibles- está en el centro de la lucha por los derechos humanos, entre otras razones, para la acción orientada a la transformación. Como bien dijo la propia Octavia Butler en La parábola del sembrador: «Todo lo que tocas lo cambias».
Revista Sur • cuéntanos un poco sobre ti y sobre tu trayectoria personal.
Walidah Imarisha • Me llamo Walidah Imarisha. Soy escritora, educadora y vivo en Estados Unidos. La mayor parte de mi trabajo histórico se centra en la historia negra; y estudio y trabajo con movimientos sociales contemporáneos que luchan por justicia. Una gran parte de mi trabajo se centra en lo que yo llamo ficción visionaria o ciencia ficción radical, que puede ayudarnos a soñar mejor con futuros más justos y a construirlos. Para mí, esto está fundamentalmente ligado a la organización radical, la organización comunitaria y el trabajo de liberación en la comunidad.
Sur • ¿Cómo llegó a la ficción como género literario? ¿Y cómo fue su encuentro con Octavia Butler?
W.I. • Siempre me ha gustado la ciencia ficción y otros universos fantásticos. Mi madre era una gran fan de Star Trek, así que crecí viendo esa seria. Mi recuerdo más antiguo es ver Star Trek cuando tenía dos años. Esa seria siempre fue una parte muy importante de mi vida. Y mirando atrás, está claro que me atraía por el espacio de imaginación, porque todo era posible, porque no sabía lo que iba a pasar y eso era emocionante. De pequeña también escribía mis propias historias de fantasía y ciencia ficción. Pero ciertamente, en la ciencia ficción dominante, no me veía ni a mí ni a las personas negras muy reflejadas. En Star Trek, siempre me sentí mucho más cercana al Sr. Spock que a muchos de los personajes humanos (excepto por Uhura, por supuesto) porque estaba marcada como otro, como alienígena, y eso ciertamente se parecía más a lo que yo sentía como niña negra.
Tuve mucha suerte de conocer la obra de Octavia E. Butler cuando aún estaba en la escuela secundaria. Iba a la librería de libros de segunda y echaba un vistazo a la sección de ciencia ficción, a las portadas, y elegía libros nuevos de gente que no conocía. Un día encontré un libro de ella, Kindred [“parentesco” en la traducción al español] y en la portada aparecían los rostros de dos mujeres negras, como en movimiento. Era la primera vez que veía a una mujer negra en la portada de un libro de ciencia ficción, así que lo tomé. También tenían “La parábola del sembrador” y acabé comprando los dos. Eso fue absolutamente fundamental porque fue el lugar donde vi en práctica los principios que más tarde llamaría ficción visionaria. Fue la primera vez que encontré en la ciencia ficción ese vínculo de identidad, ese cuestionamiento del poder y la creación de nuevas relaciones con el poder, que, para mí, son las partes clave de la ficción visionaria. Definitivamente, leer toda la obra de Octavia que caía en mis manos fue parte de lo que me llevó a darme cuenta de que estas cosas no tenían por qué estar separadas, porque antes me había dedicado sobre todo a la imaginación de hombres blancos cis.
Cuando me hice mayor y me involucré con la organización comunitaria radical, sentí que tenía que ocultar esa parte de mí, la parte nerd, porque no era algo serio. Y, por suerte, pasé por un proceso en el que encontré a otros nerds radicales y llegué al punto en el que me di cuenta de que no sólo “está bien” que te guste la ciencia ficción siendo una persona implicada en el cambio radical, sino que es imprescindible. Es una necesidad. Empecé a trabajar con gente de una revista radical de Estados Unidos llamada Left Turn Magazine. Hicimos un número –el número Visionary Fiction – en el que participé como editora invitada, y fue la primera vez que utilicé el término ficción visionaria para describir la ciencia ficción radical. Y luego, a partir de ahí, conocí a adrienne maree brown, mi coeditora de Octavia’s Brood, en realidad como parte de ese número, y un par de años más tarde, empezamos a trabajar en “Octavia’s Brood: Historias de ciencia ficción de los movimientos por la justicia social”.
Cuando estaba editando el número de “Left Turn”, alguien me dijo: “¿Conoces el trabajo de adrienne? Tienes que conectar con ella”. En realidad no nos conocimos en persona hasta después de un año de trabajar juntas en Octavia’s Brood. Lo hicimos todo virtualmente. Pero las dos organizamos un taller en el Foro Social de Estados Unidos en 2010: el de adrienne era “Octavia Butler y la estrategia emergente” y el mío era “Ficción visionaria”, que co-facilité con Morrigan Phillips. Los coorganizamos y fueron los dos talleres más populares, lo cual fue estupendo. Y adrienne dijo: “Esto muestra que nuestros movimientos realmente quieren más de esto. Así que deberíamos hacer un libro”. Y yo dije: “Hagamos un libro”.
Sur • ¿Cómo pueden la imaginación, el sueño colectivo y la ficción visionaria convertirse en herramientas para construir futuros posibles? ¿Cuál es el papel de la colectividad y la organización comunitaria en estos procesos?
W.I. • Trabajo para que eso quede muy claro con la ficción visionaria. adrienne y yo elegimos la ciencia ficción porque es un espacio de imaginación, lo que significa que la gente está dispuesta a todo. Para mí, como abolicionista de las prisiones, la ciencia ficción o el espacio de la imaginación me parecen perfectos, porque las personas del “mundo real” no logran imaginar un mundo sin prisiones. Todos/as hemos sido condicionados a pensar que es imposible. Pero si los/las trasladas a un planeta completamente distinto y dices: “Aquí puede pasar cualquier cosa que podamos idealizar. No hay humanos. Esto no tiene nada que ver con nosotros”, he descubierto que la gente se abre a muchas cosas. Y es interesante porque en esos espacios, cuando he dicho: “Bueno, ¿qué hará la gente? Ustedes han creado estos alienígenas verdes con lunares morados en otro planeta. ¿Qué harán cuando uno de ellos hiera a otro? ¿Creen que querrán castigarlos públicamente? ¿Creen que querrían meterlos en una caja? ¿Crees que querrían aislarlos de todos los demás durante años y luego traerlos de vuelta y seguir castigándolos?”. Y cuando lo planteas así, la gente dice: “¡Claro que no! ¡Dios! ¡Qué horror! No, no harían eso. Ellos querrían arreglar el problema”. Estas personas acuden instantáneamente a la justicia transformadora, a los principios abolicionistas de construcción de comunidad.
Tener estos espacios es importante, pero hay que traerlos de vuelta a este mundo. No se puede dejar a la gente ahí porque, si se hace, es muy fácil que se produzca una disonancia cognitiva completa, una ruptura total entre ese mundo imaginado y el mundo real. Lo vemos con cosas como en 2014, en Estados Unidos, durante los levantamientos de Ferguson, Misuri, cuando Mike Brown, un adolescente negro, fue asesinado por un policía blanco, mientras Brown tenía las manos en alto. Esto encendió la resistencia negra en todo Estados Unidos. Hubo todo tipo de protestas y manifestaciones constantemente, especialmente en Ferguson. Algunas llegaron a la acción directa o a la destrucción de propiedades después de que la policía atacara a manifestantes pacíficos con tanques y armas militarizadas. Casi al mismo tiempo, se estrenó en los cines la película Los Juegos del Hambre: Sinsajo Parte 1, en la que se sublevan, vuelan centrales eléctricas y participan en la resistencia armada. Y la gente blanca en los EE.UU. reaccionó como, “¡Sí! ¡Vamos! Derriben el Capitolio”. Y esa misma gente respondía a la resistencia negra diciendo: “¿Por qué esos negros destrozan sus comunidades? ¿Qué les pasa? Así no se hace”. Y creo que este tipo de desconexión es un peligro inherente. Hay un peligro inherente en estos proyectos de ciencia ficción dominantes que se apropian de la condición de la negritud, de la opresión, pero ponen a gente blanca en ese papel, porque entonces es fácil empatizar con Katniss, interpretada por Jennifer Lawrence, una mujer blanca, pero no se siente la misma empatía con la gente negra.
Cuando empecé, creía que la ficción visionaria consistía en moverse y hacer el trabajo de crear nuevos futuros. Creía que todos/as entendíamos que estábamos soñando para poder actuar, pero me di cuenta de que no era así para quienes se encontraban con la ficción visionaria sin una base de trabajo de movimiento y organización comunitaria. Definitivamente he trabajado para ser más explícita, para decir explícitamente que la ficción visionaria es anticapitalista, que no es jerárquica. Estamos creando poder colectivo. Tomamos decisiones juntos/as. Esto no es un experimento mental. Así que he trabajado para tratar de explicar de manera comprensible e que se trata de un proceso comprometido y que si no estás haciendo el trabajo de construir futuros liberados, eso no es ficción visionaria. No es una forma de autoayuda. No es una forma de autoexploración. No es sólo un ejercicio de imaginación. Su objetivo es cambiar el mundo, y eso no es un paso opcional. Así que, para mí, si quieres llamarle a algo ficción visionaria, tienes que trabajar para que cumpla lo que promete. Y si no se trabaja por eso, no digo que no pueda ser útil, pero no es ficción visionaria. Y, por supuesto, le he pedido a la gente que deje de llamar cualquier cosa de ficción visionaria.
Sur • ¿Cómo fue la recepción de la antología Octavia’s Brood y, en su opinión, qué impacto ha tenido esta en el movimiento por la justicia social en Estados Unidos?
W.I. • Ha sido increíble. Creo que ni adrienne ni yo, o cualquiera de nuestros/as colaboradores/as esperábamos que recibiera una acogida tan increíble. Lleva más de siete años en circulación y sigue teniendo mucha fuerza, lo cual es maravilloso. Esto explica una vez más por qué el taller de adrienne y el mío en el Foro Social de EE.UU. en 2010 fueron tan populares: porque no hay suficientes espacios como este, y la gente quiere esos espacios de imaginación. Si te dedicas a la organización radical, ya estás soñando con la ciencia ficción, porque toda organización es ciencia ficción. Cada vez que imaginamos un mundo sin prisiones, sin fronteras, sin capitalismo, sin opresión, eso es pura ciencia ficción. Pero nuestros movimientos están tan arraigados en esta noción de lo que es “realista” y, como resultado, nuestros sueños se ven muy aplastados. Eso es lo que me pasó a mí cuando empecé a hacer política.
Pensaba que no había espacio para mi parte nerd de ciencia ficción, porque tenía que ser seria y hacer mi trabajo. Pero nuestros movimientos tienen que trabajar en el presente y soñar 100 o 200 años en el futuro. Necesitamos espacios que nos permitan hacerlo sin estar atados a subvenciones, planes estratégicos o promesas a fundaciones. Tenemos que ser capaces de soñar sueños de liberación sin trabas ni obstáculos. Creo que eso es lo que ha atraído a la gente a Octavia’s Brood: la forma en que cada historia les permite ver cómo se puede hacer esto con diferentes movimientos, diferentes partes de nuestros movimientos, diferentes temas en los que la gente está trabajando.
Cuando adrienne y yo lo creamos, nos costó mucho conseguir una editora. Ninguna editora lo quería porque decían: “¿Qué es esto? ¿Para quién es?” No era cool ser un nerd en ese entonces. Creo que ahora, sobre todo después de “Pantera Negra”, es muy diferente. Así que nos llevó mucho tiempo, y hasta muy tarde en el proceso, trabajar con AK Press y el Instituto de Estudios Anarquistas. Ellos fueron los que finalmente lo publicaron (lo que fue maravilloso para mí, ya que había estado leyendo libros de AK Press desde que era adolescente, y han sido una editorial que nos ha apoyado y que está profundamente comprometida con el apoyo a los movimientos radicales).
Finalmente nos dimos cuenta de que la intersección entre nerds y radicales es enorme; es mucho mayor de lo que pensábamos en un principio. También recuerdo que en la gira de presentación de nuestro libro, en marzo de 2015, alguien se nos acercó y nos dijo: “Este es el primer libro de ciencia ficción que leo y lo leí porque está explícitamente relacionado con la política radical.” Y luego, más adelante en la gira, tuvimos a alguien que dijo: “Esta es la primera cosa política que he leído. Me encanta la ciencia ficción, así que lo tomé. Pero nunca había pensado en los movimientos sociales”. No esperábamos esto. Ha sido realmente hermoso ver que no sólo ha sido aceptado por el grupo de gente a quienes sabíamos o esperábamos que les gustara, sino que también se ha trasladado a estos otros espacios y ha servido para conectar todas esas personas.
Personalmente, me ha cambiado la vida. Ha cambiado mi forma de pensar, de organizarme, de moverme por el mundo. Me ha reconfortado, especialmente en estos últimos años que han sido muy difíciles para todos/as. Me ha ayudado a arraigarme en los futuros justos que quiero. Me ha recordado que, incluso en los peores momentos, esos futuros son todavía y siempre posibles. He estado muy agradecida por tener esa base, porque no sé dónde habría estado en los últimos años o lo que habría llegado hasta mi sin esa base sólida y las conexiones que he hecho a través de Octavia’s Brood.
Quiero dejar muy claro que no fuimos los primeros en hacer esto. Esto es algo que integrantes de movimientos radicales han estado haciendo durante mucho tiempo. Es algo que las personas negras han estado haciendo durante siglos. Y es algo que otras personas estaban haciendo en otros espacios de los que ni siquiera sabíamos, y ellos no sabían de nosotros. Pero ha sido maravilloso porque sirvió de faro y atrajo a gente que ya estaba haciendo ese trabajo. Y dijeron: “Oh, nosotros también hemos estado haciendo esto”. Hemos podido conectar con una gran cantidad de gente visionaria. Ha sido maravilloso ver cómo nos ha permitido a nosotros y a otros encontrar semejantes.
Sur • Considerando su trabajo y su labor artística y educativa, ¿qué le diría hoy al movimiento de derechos humanos en un contexto post-pandémico y ante las reconfiguraciones del poder global?
W.I. • Yo sólo diría que definitivamente no estamos en una fase post-Covid ni post-pandémica. Ese enfoque es fundamentalmente falso y lo que hace es invisibilizar a las personas más vulnerables de nuestras comunidades, que siguen viviendo en el corazón de la pandemia. También borra su liderazgo.
A lo largo de la pandemia, aprendimos de las personas inmunodeprimidas y discapacitadas a crear espacios lo más seguros posible y accesibles para el mayor número de personas. La mayoría de la gente no sabía que se podían utilizar las videoconferencias para asistir a clase, a la escuela o simplemente para pasar tiempo con amigos/as, pero las personas con discapacidad ya lo hacían. No sabíamos cómo protegernos unos a otros de la transmisión: en todo el mundo la gente tuvo que ver vídeos básicos sobre mascarillas y lavado de manos para entenderlo. Pero las personas inmunodeprimidas compartieron generosamente los conocimientos que tanto les había costado adquirir para sobrevivir en este mundo. Las personas con discapacidad e inmunodeprimidas habían estado haciendo todo esto por sí mismas, aisladas del resto de la sociedad, porque antes no les apoyábamos. Pero si lo hubiéramos hecho, si ya nos hubiéramos centrado en ese liderazgo, esa visión y esa experiencia, creo que tal vez podríamos afirmar que estamos en un mundo post-pandémico y sería cierto. Y ahora, en todo el mundo y en Estados Unidos, la corriente dominante ha dado la espalda a todo esto y ha declarado que estamos en “pospandemia”, abandonando de nuevo a tantas personas a la muerte y condenándonos a todos/as a continuar este horrible ciclo en el que nos encontramos actualmente.
Digo nuevamente que para mí, un aspecto fundamental de la ficción visionaria es centrarse en el liderazgo de quienes viven en las intersecciones de la opresión, porque es ahí donde vemos cómo es la verdadera liberación para toda nuestra comunidad. De nuevo, si hubiéramos estado haciendo las cosas que la gente que lucha por justicia y liberación de las personas con discapacidad ha estado aconsejando durante décadas, creo que los últimos 3 años habrían sido drásticamente diferentes, y millones de personas que están muertas seguirían aquí. Tenemos que asegurarnos de que no estamos comprando y perpetuando los mismos sistemas de opresión contra los que luchamos.
Me han decepcionado mucho los movimientos radicales de Estados Unidos que ya no piensan en la seguridad, cuando ahora debería ser un principio fundamental de cómo nos cuidamos los unos a los otros y una forma de desafiar este proyecto tan eugenista que está en marcha y que define cómo se está lidiando con el Covid. Está estrechamente relacionado con la supremacía blanca y el capacitismo. Es una especie de darwinismo social de supervivencia del más fuerte en su peor expresión. Desde luego, nadie de los movimientos radicales que conozco querría vivir así y, sin embargo, estamos optando por ello porque es lo que está haciendo la sociedad en general. Y ese es de nuevo un espacio en el que tenemos que ser capaces de imaginar los futuros que queremos y traerlos al presente. Imagino que la gente que cree en los derechos humanos querría futuros en los que todo el mundo se sintiera cómodo para ir y venir, tuviera autonomía para salir en público, tuviera todo lo que necesitara para estar presente, sin temer por su propia vida. Si es así, tenemos que construir esos mundos ahora mismo.
Sur • Hoy en día, las herramientas digitales y el entorno digital intensifican la disputa por las narrativas. Las noticias falsas, por ejemplo, instigan al terror a través de discursos que manipulan las emociones y los miedos de la gente. ¿Cuál es su análisis de este escenario? ¿Qué herramientas tenemos para lidiar con esta disputa y construir narrativas que generen inspiración sin utilizar el miedo?
W.I. • Los casos reaccionarios extremos de noticias falsas, negacionistas de las elecciones, negacionistas del Covid, todas estas personas que están fundamentalmente en conflicto con la ciencia, obviamente tienen que ser desafiadas y enfrentadas. Pero también creo que la narrativa en torno a las noticias falsas establece una dicotomía, en la que todo lo que está fuera de los medios dominantes es la única noticia falsa, legitimando a los medios dominantes. Eso es muy preocupante, porque los movimientos radicales, las personas que intentan cambiar el mundo siempre han sido difamadas en los medios de comunicación dominantes, que distorsiona la realidad de lo que estamos haciendo.
Acabo de terminar una clase sobre la historia del Partido de las Panteras Negras, una de las organizaciones más difamadas en Estados Unidos. Los alumnos vienen pensando que conocen el Partido de las Panteras Negras y dicen: “Bueno, eran antiblancos. Sólo defendían a los negros. Todo giraba en torno a las armas”. Nada de eso es cierto. En realidad formaron la coalición multirracial más eficaz de la historia de Estados Unidos. Formaron estrechas alianzas y nutrieron a las organizaciones blancas radicales. Lucharon por la liberación de todos los oprimidos del mundo. Dedicaron la mayor parte de su tiempo a alimentar a niños y niñas y a dirigir clínicas de atención sanitaria. Pero eso no es lo que retratan los medios de comunicación. No es lo que los libros de historia enseñan a niños y niñas. Así que, para mí, todo eso también son noticias falsas.
Creo que es importante separar las categorías. Es importante desafiar esa negación total de los hechos científicos y de lo que está literalmente escrito justo delante de ti, en blanco y negro, mientras se afirma que hay “hechos alternativos”.
Como personas radicales, como personas que continuamente serán difamadas en la corriente dominante por intentar crear un mundo mejor, es importante asegurarnos de no permitir que se establezca esa dicotomía de que apenas las fuentes de noticias oficiales son creíbles.
Tenemos que tener espacios donde escribamos nuestras propias historias. Tenemos que ser capaces de partir de cero para crear nuestros propios marcos y narrativas. Podemos intentar utilizar estratégicamente la corriente dominante, pero tenemos que saber que nuestro mensaje nunca llegará como queremos. Así que tenemos que crear nuestros propios espacios independientes de información y conocimiento. Una vez más, esto es lo que hizo el Partido de las Panteras Negras: fueron increíblemente hábiles a la hora de utilizar los principales medios de comunicación como herramienta de reclutamiento, pero nunca confiaron en ellos para transmitir su política o su mensaje con precisión. De hecho, crearon su propio periódico, que tuvo la mayor tirada de todos los periódicos negros de Estados Unidos, se imprimió en varios idiomas y difundió sus ideologías políticas y su trabajo por todo el país y por todo el mundo.
También tenemos que crear innumerables espacios y vías, y el arte es una forma fundamental de llegar a la gente. El arte mueve y conecta a la gente. Poco después de que se estrenara “Pantera Negra”, estuve en Bulawayo, Zimbabue, y ver a gente negra de África haciendo el símbolo de Wakanda fue muy poderoso porque resonó en la gente negra de toda la diáspora, nos conectó. Por otro lado, fue producida por Disney, una de las empresas más malvadas de la historia del mundo, quizá desde la East India Trading Company. Pero aunque lo que se creó en ese espacio no es perfecto, fue muy importante para las personas negras de Estados Unidos. Ellas van a verlo juntos, no sólo las familias, sino también miembros de las iglesias y los grupos de jóvenes, gente que no se consideraba política.
Esta idea de una África que nunca había sido colonizada, esta idea de una negritud no constreñida por la supremacía blanca a la que se permitía desarrollarse como podría haberlo hecho, era algo que las personas negras querían ver juntas, como un acto colectivo, para celebrar y ser testigos de ello. Fue hermoso ver que eso era algo compartido entre personas negras en diferentes espacios. Y de nuevo, hay muchas críticas que hacer. No pretendo decir que sea una obra perfecta, en absoluto, pero fue un momento de ver, incluso dentro de estos medios dominantes, personas que había trabajado duro para crear algo que tuviera suficiente autenticidad y resonancia. Es importante tomar lo que es útil de esos espacios, pero también necesitamos crear nuestros propios espacios en los que no tengamos que lidiar con una corporación multinacional.
Sur • ¿diría que la ficción visionaria puede ser un instrumento para ayudar a las comunidades a desarrollar mejores formas de entender la comunicación de masas y la propia historia?
W.I. • Uno de los principios de la ficción visionaria es que tiene sus raíces en la ensoñación descolonizada y no lineal, que para mí consiste en reconocer la centralidad de las experiencias de las personas de color – y especialmente, para mí, de las personas negras – y la forma en que necesitamos un pasado auténtico y real para poder construir el futuro que queremos. La narrativa blanca occidental eurocéntrica sobre la ciencia ficción y el progreso es que siempre estamos dejando atrás el pasado, siempre mejorando; el pasado es peor y no tenemos nada que aprender de él. Vamos a seguir avanzando en línea recta. Eso es cosa de blancos. Ninguna cultura de color antes de la colonización pensaba así, especialmente las culturas africanas, que pensaban en el tiempo de otra manera. Hay muchas maneras diferentes, pero nunca fue esta progresión recta y lineal a la que no podemos volver, que no permite un retorno, una revisión, un nuevo compromiso.
Es muy importante reconocer que estamos en comunión con quienes nos han precedido y que debemos ser capaces de volver atrás y conectar con ellos para poder avanzar. No nos limitamos a estudiarlos, tenemos que soñar activamente con ellos. Estamos soñando los mismos sueños de libertad que soñaron nuestros antepasados. Es una conversación activa con ellos/as.
Creo que la ficción visionaria tiene absolutamente un lugar para permitirnos reimaginar lo que nos ha sido arrebatado. La noción de la académica Saidiya Hartman de tener que rellenar las partes de la historia que nos han borrado a las personas negras, debido a la interrupción intencionada de nuestra conexión con nuestras historias. Especialmente por ser personas negras, no podemos volver atrás en el sentido tradicional de poder leer relatos escritos, de poder rastrear nuestro linaje a través de nuestros árboles genealógicos. Esos relatos no se escribieron porque, bajo la esclavitud, trataron de impedir deliberada y brutalmente que las personas negras escribieran. No sabemos cómo era el día a día de la gente de la misma manera que sabemos cómo era el día a día de los colonizadores blancos porque los colonizadores escribieron esas cosas. Y ahora tenemos que aprender esas cosas y actuar como si esa fuera la verdadera historia.
Enseño sobre África, la Historia negra y la esclavitud en Estados Unidos. Obviamente, los alumnos leen muchos textos históricos, pero también les hago leer Kindred, de Octavia Butler, que es la historia de una mujer negra de 1976 que es arrastrada en el tiempo al periodo esclavista del Sur de Antebellum. Muestra el punto de vista de una mujer negra más moderna sobre la esclavitud, y es horrible. Les hago leer eso porque no creo que leer un texto histórico que diga que tantos millones de personas murieron o fueron esclavizadas, o que se aprobaron tantas leyes, o que hubo tantos levantamientos, no creo que nos permita como humanos comprender plenamente lo que era encarnar eso. Ese es un espacio en el que la ficción visionaria es necesaria para permitirnos encarnar no sólo la opresión, sino la resistencia que nos ha traído hasta este momento. Obras de ficción visionaria como Kindred nos permiten hacer esto de un modo que el estudio de todos los textos históricos nunca podrá.
Obviamente, tenemos que conocer las partes fácticas. Y también, conocer las cosas emocionalmente es conocerlas de verdad. Sin duda creo que este tipo de espacio artístico es una pedagogía. Es una forma de aprender y conocer. Creo que la ficción visionaria es una forma pedagógica de conocer y dar forma al pasado para aquellas cosas que se nos han perdido en el pasado y a las que ahora mismo no podemos llegar, como el futuro. Si aprendemos sobre el pasado no de la forma en que se enseña, sino de una forma diferente, lo estamos remodelando, lo que significa que podemos ver el presente de otra manera. En esencia, hemos cambiado el presente y también el futuro.
Entrevista realizada en diciembre de 2022 por Gabrielle Martins da Silva, Renato Barreto y Bruno Oliveira.
Original en inglés. Traducido por Carlos Beltrán.