Mujeres que tejen memoria y resistencia
Elaboradas manual y colectivamente por mujeres, las arpilleras son piezas artísticas con ilustraciones bordadas en retazos coloridos. La técnica arpillera fue ampliamente usada para resistir y denunciar la dictadura militar chilena (1973-1990), y se extendió por toda América Latina como forma de expresión, especialmente en situaciones de opresión en las que se prohibía o reprimía cualquier manifestación pública.
Existen varios formatos de arpilleras y en ellas son usados diferentes materiales para representar personas y elementos del cotidiano. En 1964, esta expresión artística de resistencia se hizo mundialmente conocida a través de la artista chilena Violeta Parra y su exposición en el Museo del Louvre en Francia.11. Daniela Fugellie, “‘Les Tapisseries Chiliennes de Violeta Parra.’ Perspectivas sobre una Exposición Realizada en el Museo de Artes Decorativas del Palacio del Louvre en 1964”. Artelogie, 2019, visitado el 11 de agosto de 2020, https://journals.openedition.org/artelogie/3153. Otras activistas chilenas han llevado talleres de arpilleras a otros países, contribuyendo con varias luchas locales.
Las arpilleras se convirtieron así en un símbolo no solo de resistencia, sino también de memoria afectiva: el arte de contar historias y tejer lazos de solidaridad en contextos sociales y políticos de grandes violaciones de derechos.
En México, Brasil, Colombia y otros países del continente, grupos de mujeres han creado sus propias formas de bordar sus luchas y narrar sus historias, mostrando la belleza y potencia que cada contexto particular puede imprimir en las telas a través de esta técnica. La convergencia radica, entre otras cosas, en ser casi siempre un proceso de creación a partir de experiencias y dolor compartido; para exorcizarlo, para denunciarlo, para sobrevivir.
En el caso chileno, la referencia al golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y a los años de dictadura militar estuvo muy presente en la narrativa de las arpilleristas con las que tuvimos la oportunidad de conversar para esta edición de la revista Sur. Aunque nos hablaron y mostraron sus trabajos y actividades recientes, dejan claro el hilo conductor que remete a ese pasado común, quedando explícita la necesidad (muy consciente) de, a través del bordar, activar la propia memoria y significarla colectivamente en el presente. Inclusive porque la política chilena reciente refleja significativas semejanzas con el contexto de represión y violencia de aquella época.
Las arpilleristas chilenas son mujeres, de diferentes edades y trayectorias de vida, que han asumido el bordado – una labor culturalmente reservada a las mujeres – como lenguaje y estrategia de resistencia feminista. Apropiándose políticamente de un oficio tradicional, lo transformaron en lucha por derechos, al mismo tiempo que en espacio de acogimiento y de cura entre mujeres.
A continuación, presentamos dos pequeños relatos de bordadoras chilenas que, desde ciudades diferentes, hilvanan sus caminos de denuncia, memoria y solidaridad.
Las bordadoras de Coyhaique, ciudad de la región de Aysén (conocida por ser una vía de acceso a partes remotas de la Patagonia) mencionaron el lugar geográfico como un desafío. Esto se debe a que, generalmente, la capital u otras ciudades principales de Chile asumen el protagonismo respecto a denuncias de violaciones de derechos e incluso a la visibilización de las diferentes luchas. Para Gloria y Rocío, dos bordadoras que muy gentilmente nos contaron parte de su historia, una de las principales motivaciones de lo que hacen es mostrar lo que pasa en su región, recuperar la memoria local. “No se sabían los nombres de los desaparecidos de acá”, relataron.
Las dos forman parte de la Biblioteca Trinchera Utopía, una biblioteca popular en Coyhaique donde se realizan actividades de intercambio literario, conversación y otras formas de convivencia cultural y comunitaria. Desde ese espacio han convocado a otras mujeres (y a hombres también) para bordar arpilleras, en un proceso en el cual “haces la denuncia de la violencia y la impunidad y al mismo tiempo haces el anuncio de la resistencia”. Desde lo simple, lo cotidiano, desde cosas pequeñas y a través de puntaditas, ellas han ido “entrelazando la propia vida, las penas de la comunidad y del propio cuerpo”.
Gloria y Rocío reflejan en sus palabras la experiencia de dos mujeres adultas que pasaron por la dictadura y llevan a cuestas sus marcas, así como la sabiduría de quienes miran las luchas del presente con valentía y prudencia. Ellas continúan bordando sus arpilleras – desaparecidos/as, desigualdad, estallido social, feminicidio – pues los motivos nunca faltan. “Mientras tengamos aliento vamos a hacerlo”, afirman.
Las Bordadoras en Resistencia, desde Santiago, se han movilizado a través de las redes sociales y siguiendo una agenda de encuentros feministas. El grupo con el que conversamos (Inés, Hilda, Nuri, Berta, Cyntia y Ana María) se conoció bordando o atendiendo a una convocatoria para bordar. Para ellas, el tema no ha sido saber bordar, sino tomar las herramientas – hilo, tijeras, aguja – y armar un mensaje. El estallido social de 201922. Ver: “Nº 2 - Urgente: Chile y Sus Demandas. Derechos Humanos y Una Nueva Constitución,” Universidad Alberto Hurtado, 2019, visitado el 11 de agosto de 2020, https://www.uahurtado.cl/wpimages/uploads/2019/12/dossierN2_urgente_chile_y_sus_demandas.pdf. y las manifestaciones feministas en Chile, principalmente el performance de LasTesis,33. El colectivo feminista de Valparaíso, Chile, denominado LAS TESIS lideraron un performance de protesta participativa llamado “Un violador en tu camino”, que tuvo impacto internacional en 2019. fueron mencionadas como un marco importante para su articulación.
Con diferentes trayectorias, edades y experiencias con el bordado, las Bordadoras en Resistencia reiteran el deseo de juntarse y visibilizar los derechos de las mujeres. “El activismo textil nos permite tomarnos los espacios públicos”, afirman. Y así lo han hecho, reuniéndose a bordar en lugares simbólicos de la ciudad, como el GAM (Centro Cultural Gabriela Mistral). El 8 de marzo de este año, por ejemplo, marcharon con un gran telón llamado “Resistencias de las mujeres”, el cual fue bordado en talleres de arpilleras, realizados a través de masivas convocatorias en la ciudad.
En sus relatos, el bordar siempre aparece como un proceso colectivo. Una oportunidad de conectarse, compartir y escuchar a otras mujeres. Cada arpillera bordada cuenta una historia, o muchas historias; diferentes maneras de manifestar una situación que les es común. “Ha sido sanador hilvanar la historia, coser nuestras cicatrices. Rescatar la memoria”, afirman.
La técnica arpillera, y las múltiples formas en que esta es usada por las mujeres chilenas en su lucha por interrumpir el silenciamiento, la represión, la voz única del poder a través de los años, es un potente instrumento de resistencia. Las situaciones narradas, los nombres, así como las imágenes presentes en las muchísimas arpilleras que cada una de ellas ha bordado, individual y comunitariamente son un registro, una forma de hacer historia. No dejar en el olvido el sufrimiento y, a la vez, mostrar la fuerza y creatividad de “las personas que a pesar de todo siguen de pie”.
Durante las entrevistas realizadas por la aplicación Zoom, desde Coyhaique y Santiago de Chile, cada una de ellas mostró con alegría y orgullo el trabajo de sus manos. Aunque el mensaje es generalmente de dolor y denuncia, refleja la tenacidad y belleza de una esperanza que se mantiene viva a través de una técnica que no envejece, juntando a mujeres de varias generaciones.
¿Cómo es que el arte de bordar, coser, juntar hilos y pedazos de tela se constituye en lucha por derechos humanos? A esta pregunta, implícita en el diálogo que permitió este pequeño registro, las bordadoras chilenas respondieron con sus rostros, su historia, sus arpilleras.