Relatos de la vida cotidiana durante la pandemia en Río de Janeiro
Este ensayo pretende que los y las lectoras escuchen algunas voces femeninas del grupo de favelas de Maré, situado en Río de Janeiro. Para ello, cruzamos los datos del Mapa social del coronavirus, un boletín elaborado por el Observatorio de Favelas, con los relatos de la vida cotidiana de la población local. Sobre la base de una “metodología de las comillas”, este estudio registra testimonios en los que la polifonía de voces reflejará los retos a los que se enfrentan las favelas ante la crisis mundial provocada por el coronavirus. Son relatos, comentarios de mujeres atentas en las ventanas, de las que salían todos los días a trabajar, de las que vendían en sus pequeños negocios, de las que se involucraban en la lucha contra el hambre encabezando campañas de distribución de cestas básicas de alimentos, entre otras acciones y eventos considerados marginales, pero que dicen mucho sobre la dinámica de la resistencia y la existencia en las favelas.
Ocupando una región de manglares y pantanos y del recuerdo de los palafitos —casas de madera sostenidas por estacas clavadas en el agua—, el complejo de favelas Maré de Río de Janeiro nació y se desarrolló a partir de 1940 sobre las aguas de la bahía de Guanabara. Hoy en día es un conjunto de 16 favelas, en una región completamente urbana y cosmopolita, atravesada por las vías llamadas Línea Amarilla, Línea Roja y Avenida Brasil, las principales vías de la ciudad. Aunque apareció en el mapa oficial de Río en el año 1947, su ocupación comenzó antes, en 1940, en Morro do Timbau, seguido de Baixa do Sapateiro (1947), Conjunto Marcílio Dias (1948), Parque Maré (1953), Parque Roquete Pinto (1955), Parque Rubens Vaz (1951), Parque União (1961), Nova Holanda (1962), Praia de Ramos (1962), Conjunto Esperança (1982), Vila do João (1982), Vila do Pinheiro (1989), Conjunto Bento Ribeiro Dantas o “Fogo Cruzado” (1992), Nova Maré (1996) y Salsa e Merengue (2000).
A partir de las experiencias que vienen del Nordeste de Brasil y de Angola, de los raperos, de la samba, de las rezadeiras (curanderas tradicionales), de los más viejos, de la cría de cerdos a la vida de pescadores, de la juventud del funk y de la juventud del gospel, de la moda de los bailes funk de la favela, de los movimientos sociales que empezaron allí, incluso antes de que llegara la iluminación pública, de la presencia de instituciones de la sociedad civil, de los galpones de arte y educación al lado de los fumaderos, del interés nacional e internacional, de las letras de canciones y de los recuerdos de la fotografía y de los museos, con todo ello, la favela de Maré, aún hoy, se comunica con las aguas que fluyen uniendo sus cursos hasta desembocar en el mar. “Parece que la población de allí aprendió realmente de las mareas, observando su constante movimiento, su continua mutación, y así los habitantes de Maré conservan aún hoy esa sabiduría del equilibrio inestable de los antiguos marineros de los palafitos”.11. Drauzio Varella, Maré: vida na favela (Rio de Janeiro: Casa da Palavra, 2002).
Sin embargo, aun con “la sabiduría del equilibrio inestable” a la que hace referencia Drauzio Varella, el regateo o ginga, las corporeidades peculiares que nacen en los márgenes, impulsadas por la creatividad y resistencia, ¿cómo respondieron los habitantes de Maré al desequilibrio global que fue y sigue siendo la pandemia de coronavirus?
Podemos destacar el hecho de que la mayoría de la población negra y de las favelas está expuesta a un mayor riesgo de contaminación por su propia dinámica diaria y laboral, pues estos son los trabajadores de los llamados servicios esenciales (en áreas como el transporte público, la limpieza urbana y los servicios hospitalarios, y en puestos como los de empleadas domésticas, porteros, repartidores, conductores de aplicaciones, etc.). A esto se suman las condiciones de transporte masivo, a sus entornos de trabajo, además de las desigualdades en el acceso a la salud, ya que la distribución de los equipos de atención médica en toda la ciudad es insuficiente, especialmente en los barrios de bajos ingresos, lo que impone barreras tanto para la primera atención en las unidades básicas de salud como para disponer de un tratamiento intensivo en camas equipadas.
Considerando que la cuestión que impulsa este ensayo es compleja y abarca muchos factores, se trabajará con una “metodología de las comillas”, es decir, reflejar un ámbito social a partir de historias contadas en primera persona, entendiendo que las narraciones individuales están vinculadas a una extensa red que contempla un colectivo.
Para ello, nuestra fuente de análisis serán las voces femeninas, principalmente las de las mujeres negras, ya que son ellas las que figuran en la base de los mapas e indicadores de la desigualdad social en Brasil, tanto antes de la pandemia como durante su transcurso.22. Véase “Mapa social do corona”, Observatorio de Favelas de Maré, Fundación Heinrich Böll Brasil, 2020, visitado el 15 de diciembre de 2021, https://br.boell.org/pt-br/2020/10/27/mapa-social-do-corona. Producido por el eje de Políticas Urbanas del Observatorio de Favelas de Maré con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll Brasil, el Mapa social del coronavirus es una publicación quincenal que trata de medir los impactos desiguales de la pandemia en la ciudad de Río de Janeiro, así como determinar una agenda acerca de las urgencias planteadas y las prácticas significativas para afrontar la actual crisis sanitaria con el fin de influir en el debate público y las políticas públicas de la ciudad. Por otro lado, frente a la política genocida implementada por el Estado en sus diferentes niveles de gobierno, son ellas quienes estructuran acciones de resistencia capaces de transformar los escenarios caóticos en alientos de creatividad, estimulando acciones colectivas de solidaridad de base comunitaria.
En los boletines quincenales del Mapa social del coronavirus, hemos visto que entre los principales grupos afectados directa e indirectamente por la pandemia del nuevo coronavirus se encuentran las mujeres de espacios populares y de favelas. “No solo ante el contagio y la letalidad de la propia enfermedad, sino también como consecuencia del agravamiento de las opresiones de género que se viven en los hogares, que se expresa en el aumento del número de agresiones sufridas en los propios hogares”.33. Mapa social del coronavirus, n.º 11, p. 18.
El agravamiento de las desigualdades que afectan a las mujeres en este contexto ha impactado en los procesos de la defensoría pública, en la asistencia legal a la población femenina durante la pandemia, en la organización de acciones, eventos y colectivos enfocados en la seguridad femenina, en las presiones para la instauración de políticas públicas para las mujeres y en una serie de acciones dirigidas específicamente a este campo.
A pesar de toda la atención prestada por la sociedad civil, en una visita que hice a una comisaría en el contexto de una investigación, un policía me dijo: “Esto de la Ley Maria da Penha está muy de moda ahora”.44. La Ley Maria da Penha es una Ley brasileña de 2006 contra la violencia doméstica. Esta frase señala un violento desajuste entre los sectores que deberían estar comprometidos con la seguridad y el bienestar de las mujeres.
Este ensayo recorre calles, callejones y veredas, abriéndose a la dimensión de la vida cotidiana en la pandemia a través de las prácticas producidas en su día a día por las mujeres de la favela, las nuevas sociabilidades, la relación con las calles y el sentido de comunidad. Si para el cronista e intelectual João do Rio existe un “alma encantadora de las calles”,55. João do Rio, A alma encantadora das ruas (Rio de Janeiro: Cidade Viva, 2010). buscamos reflejar, a través de los relatos de las voces femeninas de la favela, formas de reencantar estas calles en tiempos tan difíciles. Y antes de que este (re)encantar se interprete como algo lúdico y fugaz, conviene decir que sus raíces tienen una relación poética y concreta con aspectos de la supervivencia que afectan a diferentes esferas de la existencia, desde el trabajo hasta la resistencia.
Doña Nalva: “La pandemia fue un problema para mucha gente que no estaba acostumbrada a vivir en estado de crisis. Por supuesto que surgieron muchas cosas nuevas, retos, pero la gente de la favela ya tiene experiencia en vivir con dificultades y tener que arreglárselas.”
Yo: ¿Y cómo se las arregló usted?
Doña Nalva: “¿Que cómo me las he arreglado yo, verdad? (Risas) Como siempre he hecho. Gracias a mis trabajos esporádicos, la ayuda de los vecinos y mi pensión. Justo ahora la hija de la vecina que me ha ayudado a trastear con las cosas de internet para poder registrarme. Hay muchas cosas difíciles que obligan a hacer a los viejos […]
Yo: En internet…
Doña Nalva: “Sí. ¿Y las personas que no tienen internet? Ya ves que es muy bueno lo que saben los jóvenes. Yo valoro sus conocimientos, aunque ellos que a veces no valoran lo nuestro.”
El discurso de Doña Nalva aporta una interesante imagen de las resistencias habituales para quienes están en la favela, así como de la capacidad de crear solidaridades internas ante los retos de la llamada “nueva normalidad”, principalmente relacionados con el mundo virtual. Como señala bell hooks,66. bell hooks, Yearning. Race, Gender and Cultural Politics (Boston: South End Press, 1990). es a partir de las imágenes, en cuanto espacio complejo tanto de represión como de resistencia, como las formas de lucha y organización de la sociedad civil han sido más eficaces que las acciones ineficaces y vejatorias del poder público, ante un escenario de crisis sanitaria mundial.
Es muy interesante ver cómo, a pesar de las desigualdades estructurales y del limitado acceso a lo público, las personas que viven en las favelas, especialmente las mujeres, construyen alternativas de supervivencia que acaban culminando en acciones de emancipación, protagonismo y autonomía femenina:
Alessandra: “Hemos hecho de todo. Porque esto del distanciamiento social no nos funcionó. La jefa me dejó marchar, pero yo tenía que pagar las cuentas y mucha gente empezó a pedirme los platos para llevar, que preparaba sobre todo el fin de semana. Entonces mi sobrina vino aquí e hicimos una inversión considerable.”
Si bien por un lado tenemos procesos de subordinación y consolidación de representaciones estigmatizantes sobre las capas populares de la población —la mayoría de las cuales son mujeres negras que viven en las favelas—, por otro hay una producción de poder que se hace visible al organizar acciones cotidianas que afectan a toda una comunidad negra y de las favelas.
Teniendo en cuenta que el trabajo de Alessandra y su familia es del sector de la alimentación, esto confirma los datos aportados por el Mapa social del coronavirus al mostrar que el 80,7% de las acciones giran en torno al ámbito de la seguridad alimentaria. La alta incidencia de las acciones de seguridad alimentaria se revela como una solución primordial para el mantenimiento de los derechos fundamentales. En segundo lugar están las acciones centradas en la higiene personal y la limpieza, que incluyen la donación y distribución de artículos como jabón, alcohol en gel y, en algunos casos, el acceso a agua tratada para el saneamiento y desinfección de espacios públicos. Las acciones solidarias que se centran en artículos de limpieza e higiene personal, exclusivamente o junto con otras, suman un 62,9% del total.77. Mapa social del coronavirus, no. 11, p. 10.
Denise: “Aumentó el movimiento en la favela. Había mucha gente en la calle ayudando a otras personas, distribución de cestas de alimentos básicos, y mucha gente sentada en las puertas hablando más y charlando más por las redes sociales. Incluso los que vivían cerca y ya tenían contacto parecen haberse acercado.”
Es interesante reflexionar sobre las redes de comunicación en la favela. La radio comunitaria, el servicio de megafonía —como cantaba Leci Brandão88. Esta cantante y compositora de sambas es también una activista con una intensa agenda en torno a las condiciones de las mujeres negras y la población de las favelas en Brasil; actualmente está en su tercer mandato como diputada estatal en el Estado de São Paulo. al perfilar el personaje Zé do Caroço en su canción: un líder comunitario de una favela que utilizó la comunicación local como herramienta política de emancipación—, y todo este trabajo que ya existía en Maré a través de iniciativas locales, ya sea de ONG o de la asociación de vecinos, se intensificó durante la pandemia. Este movimiento en la comunicación se ha hecho visible, sobre todo, por el compromiso de los jóvenes, su inventiva y su capacidad de trascender los llamados medios de comunicación oficiales.
Hablar de comunicación oficial durante la pandemia es un desafío que afecta a las esferas del poder público, ya que en Brasil se observó una estrategia perversa de omisión de datos sobre la pandemia y fake news, que tuvo como trasfondo la difusión de desinformación asociada a una ola de negacionismo científico. Por lo tanto, las acciones de solidaridad centradas en la comunicación estaban más comprometidas con la sensibilización y la oferta de información coherente a la población, con el objetivo de contrarrestar el marco de desinformación impuesto, en mayor medida, por el propio poder público.
Las contradicciones y la gran confusión de información en los medios de comunicación llevó a los habitantes de Maré, entre otras cosas, a producir sus propios canales de comunicación. Sobre el terreno, observamos una mayor circulación de boletines locales producidos por organizaciones de la sociedad civil, como el boletín en el que se basa este trabajo, así como la difusión de boletines en línea, como “Maré de Notícias”. Los y las residentes también mencionaron la radio comunitaria, sobre la que afirmaron que la escuchaban más durante la pandemia. También se notó, especialmente entre los jóvenes, la voluntad de participar en la elaboración de la comunicación de masas. En las favelas de Río de Janeiro ha habido un número creciente de colectivos de comunicación. Un dato interesante fue el crecimiento de la producción y el consumo de podcasts.
La observación de la franja de edad y la composición étnico-racial apunta a una mayor presencia de jóvenes y mujeres negras protagonizando las más variadas formas de lucha para enfrentar la pandemia, movilizadas por la sociedad civil. El mayor número de personas involucradas en el universo encuestado en el Mapa social del coronavirus se encuentra en el grupo de edad de entre 30 y 39 años, seguido del grupo de entre 20 y 29 años, que suman el 44% y el 24%, respectivamente. Un hecho fundamental destacado en estos datos es la composición étnica. La mayoría está formada por personas de raza negra, con hasta un 62% del total analizado. Esta proporción muestra la característica central de las acciones e iniciativas de las bases populares y periféricas, expresando inequívocamente el perfil étnico de los territorios populares del municipio de Río de Janeiro.
Por otro lado, los blancos acumulan el 37% de las acciones, y los indígenas, solo el 1% del total. Es fundamental tener en cuenta que la población negra es la que más sufre las limitaciones en el acceso a la salud y a otros derechos en el contexto urbano y, por las mismas razones, es también la más afectada por la letalidad de la COVID-19 en Brasil, como muestran los datos recientemente publicados por la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) y otras instituciones de investigación.
Otro dato importante que se observa con nuestro muestreo es el relativo al género de las personas encuestadas. Según el Mapa social del coronavirus, las mujeres constituyen el 57%, mientras que los hombres llegan al 43%. La fuerza de las iniciativas de las mujeres también está demostrando ser una característica local importante en Maré. La visión de comunidad que las líderes forjaron a lo largo del proceso histórico también parece evidenciarse actualmente en el territorio de la favela. Solo hay que tener en cuenta que en el trabajo de campo realizado en Maré todas nuestras informantes eran mujeres.
Como ya se ha mencionado, las mujeres de los espacios populares y de las favelas son los principales grupos afectados directa e indirectamente por el coronavirus, no solo por el contagio y la letalidad de la COVID-19, sino también por el agravamiento de las opresiones de género que sufren en el espacio doméstico, patente por el aumento del número de agresiones físicas y simbólicas a que son sometidas en sus propios hogares. En este sentido, crecen y son expresivas las acciones de asistencia jurídica a las mujeres por parte de la defensoría pública, así como el número de grupos específicamente centrados en actuar en este campo.
Además, según los boletines del Mapa social del coronavirus, hay menos acciones dirigidas a las personas LGBTQI+ (2,9%), iniciativas potentes emprendidas por los propios protagonistas y que han tenido impacto en las políticas públicas de la zona de Maré. Por ejemplo, las acciones y eventos dirigidos a la población trans, como los de la Casa Nem, situada en la región de Lapa, así como las acciones dirigidas por el grupo Conexão G, cuyo centro de atención es principalmente atender a la población LGBTQI+ que vive en las favelas y las periferias. También son menos frecuentes las acciones dirigidas a los indígenas de Río de Janeiro (1,4%) o a las comunidades escolares (1,4%).
Márcia: “Nosotras sabemos de qué color son las personas que más han muerto en esta pandemia. Las cifras no aparecen en los medios de comunicación, pero los que estamos, sabemos de las dificultades en la atención sanitaria, sabemos quién tiene dinero para aislarse y, que si necesitara atención, tendrá los medios para comprar medicamentos. Aquí lo que nos preocupa es sobrevivir y comer. Imagina a una familia que no tiene dinero para pan y que, sin embargo, tiene que comprar medicamentos. Los habitantes de la favela se ayudan mutuamente, comparten lo poco que tienen, pero también comparten la angustia que les sobra.”
Hay que señalar que las personas entrevistadas para la elaboración de este texto son residentes locales, y no necesariamente dirigentes o personas participantes en organizaciones de Maré. También se entrevistó en menor número a personas involucradas en el debate político, como la activista que prefirió identificarse como Márcia (la única que optó por usar un seudónimo). Activa en las causas de la población sin hogar, aporta al debate imágenes y palabras clave como: medicamentos, atención sanitaria, muertes y debate racial.
Bárbara, la nieta de doña Idalina, ya fallecida, nos habló de las famosas garrafadas (remedios a base de hierbas) que preparaba su abuela para reforzar la inmunidad:
“Mucha gente llamaba a nuestra puerta, todos querían aumentar la inmunidad, querían una cura. Mi abuela solía decir: ‘Eso no cura, eso te ayuda a mantenerte fuerte’. Pero nosotros teníamos mucha fe en ello porque lo hacía mi abuela.”
La creencia en la cura está estrechamente relacionada con otro hecho de la vida de doña Idalina, así como de muchas otras ancianas sabias de aquel territorio: era una griô99. Término acuñado por el colonizador francés para designar a los antiguos contadores de historias, los memorialistas y los genealogistas que se ocupan de la conservación de la memoria de su pueblo en gran parte de África Occidental. Djibril Tamsir Niane, Sundjata ou a Epopéia Mandinga, trad. Oswaldo Boato (São Paulo: Ática, 1982); Isaac Bernat, Encontros com o griot Sotigui Kouyaté, 1.ª ed. (Rio de Janeiro: Pallas, 2013). (narradora de historias) de Maré, una señora que tenía un saber hacer basado en una relación respetuosa y horizontal con la naturaleza, y que actualizaba sus saberes en el compromiso de transmitir una herencia inmaterial, de ahí la manipulación de las hierbas, la sabiduría de las oraciones y la producción de un mundo de encantamiento.
La presencia de las ancianas sabias en Maré es una marca de ese territorio. La apropiación del término que designa el oficio de los antiguos contadores de historias de una parte de África Occidental no es ingenua. Hay un deseo de provocar esas “ideas para posponer el fin del mundo”, de las que tanto habla Ailton Krenak,1010. Ailton Krenak, Ideias para adiar o fim do mundo (Rio de Janeiro: Companhia das Letras, 2019). a través de la forma en la que las ancianas sabias de las comunidades de terreiro, quilombola, de las aldeas y de las favelas se relacionan con el mundo. Mujeres que constantemente nos recuerdan lo que no hay que olvidar, mujeres que inspiran sanación.
La forma en que se tejen las pequeñas resistencias cotidianas dentro de la favela muestra el papel fundamental de las mujeres en el día a día de contextos desiguales y con una historia de abandono por parte del Estado, como es el caso de muchas favelas de Río de Janeiro. A través de las voces de algunas mujeres que viven en Maré, este texto ha aportado un pequeño retrato de las experiencias de supervivencia que se crearon e inventaron de forma comunitaria en el contexto de la pandemia.
En un mundo debilitado por la pandemia de la COVID-19, y enfrentado una crisis mundial, es necesario buscar espacios de respiro, de (re)encantamiento, y sospecho que una de las claves para la elaboración de ese (re)encantamiento puede estar en manos de las mujeres, especialmente de las ancianas sabias. Por eso, y por lo mucho que nos han legado, dedico este artículo a las griôs que ya no encontré sobre el terreno en Maré, Durvalina y Vitória, enredadas en el afecto de Tereza, Thaís, Eliana y Angélica, esas mujeres que hacen de su existencia una eterna búsqueda para el reconocimiento de los nombres de aquellas en la historia.