Tecnopolíticas de seguridad, el paradigma smart y la vigilancia de género en tiempos de acumulación de datos
Este texto busca reflexionar sobre algunos modos como las tecnologías de vigilancia, bajo el pretexto de la seguridad, despliegan, en la arena de lo político y lo social, procesos que generan un impacto en las personas racializadas y generizadas através de un proceso histórico llamado cis-colonialidad. La urgencia de este concepto analítico se funda en la necesidad de mostrar cómo estas tecnologías no son neutras y reiteran patrones discriminatorios con personas transgénero y personas racializadas, también bajo el argumento de la “eficiencia en seguridad”. Así, en lugar de producir alternativas para la democratización de ciudades inteligentes y conectadas, estos dispositivos operan por medio del concepto de clasificación de riesgo, por medio de la extracción de datos y de la alienación de los cuerpos negros, pobres y transexuales, amplificando y reinstaurando los límites de la marginalidad, en los cuerpos y en los territorios. Estas tecnopolíticas se erigen como validadores de la dignidad humana, automatizan la experiencia, pre-determinan y normatizan los géneros, y configuran un pretexto para la emergencia de movimientos de muerte, en ciudades hiper-vigiladas, que acaban haciendo de la vida un ritual de imágenes en las que la militarización del espacio urbano y la propia dinámica del capitalismo contemporáneo reciben un enfoque particular amplificado.
Las viejas tendrán sueños, las jóvenes tendrán visiones.11. Tomado del video clip de la canción “Eu nao vou morrer”, Ventura Profana y podeserdesligado, video de YouTube, 4:32, publicado por Ventura Profana y podeserdesligado, 22 de mayo de 2020, https://www.youtube.com/watch?v=MWZPd5EcJO8.
Entré al metro en la hora pico un lunes, en algún momento de marzo del 2021. Iba en dirección a los suburbios de Río de Janeiro. A pesar de que todavía estuviéramos en plena pandemia, aparentemente el virus del Covid-19 había sido “neutralizado” en vista de la cantidad de gente sin tapabocas que, seguramente, venían de su trabajo, sobreviviendo al hiper-productivismo de la política neoliberal, en uno de los meses más letales de la pandemia. No obstante el espanto y el miedo, me di cuenta que la mayoría de las personas que allí estaban, amontonadas como una lata de sardinas, tenían su Smartphone en la mano, como si la estrechez de aquel espacio, y la letalidad del virus fueran el menor de los problemas. Para muchas personas, lo más importante era no dejar de avanzar en el feed de las redes sociales, de forma aleatoria y dispersa, entre el desafío de mantenerse de pie y el de agarrarse de algo sin dejar caer el teléfono, y sin perder de vista la pantalla. En este caótico malabarismo, todos parecíamos zombis errantes en el sacudir del metro, inmersos en una profusión de micro-universos hiper-conectados. Todos cabizbajos: ¡una típica escena de lo contemporáneo!
Dos líneas de pensamiento disputaban el centro de mis atenciones: por un lado, ser contaminada por un virus mortal, y por el otro la constante indagación sobre las resonancias que ese tipo de vínculo “anacrónico” con dispositivos Smart producen. Talvez pocas personas allí supiésemos que toda esa interacción digital termina en una inmensa máquina cuyos mecanismos aún son profundamente oscuros y sesgados, y siguen criterios definidos por un orden económico que reivindica la experiencia humana como materia prima de prácticas comerciales. Al interior del capitalismo de vigilancia22. Shoshana Zuboff. A era do capitalismo de vigilância: a luta por um futuro humano na fronteira do poder (Rio de Janeiro: Intrínseca, 2021). –una nueva formación económica que germinó en el presente siglo–, son establecidos los límites de seguridad, observación, control, gestión de la vida y de los afectos, así como de los principios políticos que reglamentan las leyes, la soberanía nacional y el acceso a los derechos. Justamente por esto se tiene como objetivo principal la acumulación de datos de comportamiento y la integración cada vez más grande entre la naturaleza humana y la naturaleza de la máquina. Este nuevo “tentáculo” del capitalismo también produce y reitera políticas de gestión del género, condicionando con frecuencia el derecho y los límites de la autoafirmación, a través de mecanismos de control biométricos y subjetivos. A través de cámaras de monitoreo y seguridad que extienden una red desde la cual se filtran los efectos de su campo de acción, se sugieren productos “generizados” y toda una gama de dispositivos vestibles,33. El término “dispositivos vestibles”, del inglés wearables, viene de la industria tecnológica y se refiere, entre otras cosas, a relojes, pulseras, lentes y otros dispositivos con inteligencia artificial y/o gran capacidad de procesamiento, conectados a internet, que se ajustan al cuerpo para su monitoreo físico, sugiriendo actividades, gestionando pagos y ampliando las capacidades humanas de manera general bajo la justificativa de facilitar su día a día y mantenerte conectado. monitorean y acompañan nuestro desempeño de acuerdo a una perspectiva binaria del género.
Salí del metro pensando en cómo este nuevo orden económico viene reiterando modos de clasificación social, sobre todo para grupos históricamente vulnerables, ya que este no deja de operar los principios de la ciscolonialidad. Se trata de modos a través de los cuales las herramientas y las racionalidades del modelo colonial se reactualizan, adquiriendo nuevas formas en la contemporaneidad, pero reproduciendo las lógicas del descarte, la depredación y la abyección comunes a las sociedades coloniales, así como también sus modos de explotación, disciplina, control y subalternización de los cuerpos negros, pobres, los territorios periféricos y todo y cualquier tipo de “diferencia” de género y sexualidad.
Estas fuerzas operan de manera asimétrica en los cuerpos y subjetividades que constituyen el devenir-negro del mundo.44. Achille Mbembe, Crítica da razão negra (São Paulo: n-1 edições, 2018). Es decir, en aquellos seres en cuyo proceso de constitución ontológica provienen de dinámicas organizadas de despojo, promovidas en función del tráfico trasatlántico de personas africanas esclavizadas entre los siglos XV y XIX, quienes desde entonces vienen siendo construidas, en el campo discursivo de la invención racial, como “hombres-objeto, hombres-mercancía y hombres-moneda”.55. Ibid., 14.
Orientadas bajo el lema de la “diferencia” y la “inclusión” (digital/social), las tecnologías “inteligentes” y sus políticas de acumulación y gestión de datos nunca han sido neutras. Decir esto implica el reconocimiento de que ellas acarrean aspectos de la cultura y del medio en el que fueron desarrolladas y, de esta forma, siempre vehiculan creencias y valores que estimulan ciertos modos de (súper)vivencias. Del mismo modo, inhiben otros. La falta de neutralidad de estas tecnologías implica reconocer su historicidad y todo el campo de fuerzas que establecen su genealogía como instrumento de poder, así como los medios a través de los cuales sus técnicas de producción (económicas y subjetivas) circunscriben la vida en nuestro tiempo, principalmente con respecto al entrelazamiento entre el género y la racialización.
Dichas tecnologías, basadas en algoritmos,77. De manera general, el algoritmo se refiere a un conjunto de reglas o instrucciones de operaciones de cálculos que efectúan una secuencia de raciocinios computacionales para que se alcance un determinado objetivo pre-programado. han venido presentando riesgos para las democracias alrededor del planeta, además de poner bajo escrutinio a los cuerpos y las subjetividades que históricamente ocupan lugares de subalternidad social; esto constituye, así, la base de una tecnopolítica de vigilancia (bajo el manto neoliberal de la seguridad). El control biométrico y la producción económica las 24 horas del día, no solamente “dicen” quién es usted, sino que también automatizan todo el campo de experiencia sensible, condicionando su lugar en este modelo de extracción de datos, manipulación y acondicionamiento humano.
El escenario descrito en el metro es apenas uno de los muchos escenarios en los que estamos ubicados en una métrica de posibilidades. “Los datos comportamentales y predictivos provienen de la intervención en el juego, buscando incentivar, persuadir, sintonizar y arrebañar comportamiento en busca de resultados lucrativo”,88. Zuboff, A era do capitalism de vigilância… p. 23. moldeando nuestro comportamiento a escala. La finalidad no es simplemente el lucro por la gestión del comportamiento, sino la producción de una economía del comportamiento en la que se opera toda la gestión de la sociedad (privacidad, lucros, disputas electorales, campo de los afectos, deseos, derechos, autodeterminación de género y sexualidad, dinámicas raciales, estrategias de seguridad, etc.).
En este proceso, se inventan cuerpos periféricos y periferias territoriales en donde se realiza la gestión de la “vida-endeudada”: una economía social que funciona de la misma forma que el pecado original99. Maurizio Lazzarato, O governo do homem endividado (São Paulo: n-1 edições, 2017). y está en perfecta sincronía con las estrategias de actuación del capitalismo de vigilancia. La deuda de vida genera impuestos, tazas, liquidez y ganancia, así como formas “adecuadas” de ser, de pensar, de actuar y, principalmente, de consumir mientras se es consumida por vías de la vigilancia de datos. Las cámaras urbanas, las aplicaciones de relacionamientos, los juegos virtuales, las redes sociales, la biometría y los datos de identificación, los bancos digitales, las compras virtuales y todo lo que sea posible de computarse entra en el cálculo de esta forma de gestión económica y del “conocimiento” comportamental. Conocerlo a usted es una acción de inversión de mercado en donde las relaciones humanas son inferidas estadísticamente, y lo único que pasa a importar es la validación computacional; y no las personas con cuerpo, historia y carne, sino su “avatar” acompañado de puntuaciones de crédito y credibilidad.1010. Zuboff, A era do capitalismo de vigilância..., p. 202.
Las tecnopolíticas son instrumentos que, por medio de dispositivos tecnológicos, establecen formas de administración colectiva, así como modos de comunicación y gestión de la información, que reconfiguran las dinámicas económicas y topográficas del poder en las sociedades contemporáneas. Las tecnopolíticas de vigilancia operan literalmente a partir de paradojas que oscilan entre el “empoderamiento” y el “cancelamiento”, la “inclusión” y la “exclusión”, lo “inteligible”, y lo “ininteligible”, lo “matable” y lo “vivible”, entre otros. Estas definen, a través de un conjunto de mecanismos técnicos y sociales, tanto la verificación de la identidad de personas, como su aniquilación al definir lo que se considera como “visualidades sospechosas”, así como la automación del comportamiento y la gestión de los deseos, y de los mecanismos de consumo a gran escala. Estas establecen la “prueba de vida” –para el acceso a servicios públicos– así como también los criterios que justifican operativos policiales en territorios en los que muchas veces se sacramenta la “prueba de muerte”. En otras palabras, estas tecnologías definen la línea fundamental que clasifica la experiencia humana en una perspectiva sólidamente binaria, entre polos de tensión y oposición casi incompatibles con la idea de normalidad, de lo ideal, lo aceptable, lo seguro.
Voy a ir directo al grano: con ciscoloniaidad me refiero a la dimensión ontológica en la cual la colonialidad del ser y del poder1111. Anibal Quijano, Colonialid y Modernidad-Racionalidad. Em B. Heraclito, Los Conquistados (Bogotá: Tercer Mundo Ediciones, 1992): 437-449. produce la experiencia de lo vivido en el “cistema”1212. La palabra “cistema” resulta de la unión de dos términos, “cisgénero”, y “sistema”. De este modo se designan las formas como los sistemas sociales, técnicos y colectivos operan a partir del paradigma de la cisgeneridad. Comprendo como cisgénero a la persona que nació con determinado órgano sexual, y que entiende o percibe su identidad de acuerdo con los simbolismos de género de ese órgano sexual. Por ejemplo: una persona que nace con pene y se identifica como “hombre”. mundo moderno/colonial, estableciendo criterios de normalidad, verdad y universalidad de los cuerpos y las experiencias cis-género, una regulación que terminando deshumanizando a las corporalidades diversas y a las identidades de género.1313. Viviane Vergueiro, Por inflexões decoloniais de corpos e identidades de gênero inconformes: uma análise autoetnográfica da cisgeneridade como normatividade (Salvador: UFBA, 2016). Al ser establecido como el paradigma de lo “normal” y lo “universal”, la cis-generidad constituye todo un conjunto de reglas sociales y tecnológicas, de donde emanan, y se desarrollan, las tecnopolíticas.
La ciscolonialidad es un desarrollo de la colonialidad, es decir, un proceso desencadenado desde la fundación de la modernidad,1414. Walter Mignolo, “COLONIALIDADE: O lado mais escuro da modernidade”, Revista Brasileira de Ciências Sociais 32, no. 94 (junio de 2017). alrededor del siglo XVI, y que ha sufrido transformaciones en sus dinámicas de poder. A mi modo de ver, estas transformaciones resultan de siete importantes movimientos: económico, científico/epistémico, técnico, de los regímenes de visualidad y atención, teológicos, y de “otrificación” de raza y género. Partiendo de la idea de que estos movimientos operan como regímenes ontológicos y modos de subjetivación históricos, la colonialidad es una cierta racionalidad subyacente a la fundación y a los desarrollos de la civilización europea-occidental que tiene inicio a partir del Renascimiento europeo, y cuyos movimientos fomentan prácticas de dominación económica y cultural hasta nuestros días. La ciscolonialidad es la amplificación en la gestión del cuerpo, del género y de la sexualidad, y produce resonancias tecnopolíticas para los modos de control y administración colectivas en la contemporaneidad, teniendo en la raza y en el sexismo sus puntos paradigmáticos de soporte y continuidad.1515. Ramón Grosfoguel, “Racismo/Sexismo Epistêmico, Universidades Ocidentalizadas e os quatro Genocídios/Epistemicídios ao longo do século XVI”, Tabula Rasa {on-line}, no.19 (2013): 31-58.
La raza desempeña un papel fundamental en la dinámica de aniquilación y reducción de la experiencia humana a la explotación, volviéndola instrumento de brutalización del negro, su territorio y cultura, como un mecanismo que difunde una visión colectiva del negro como aquello que representa un riesgo social. De esta forma, su cuerpo se vuelve experimento médico, industrial, biométrico, social; es abandonado para que enloquezca o para que muera; de modo que hay siempre un negro en delirio,1616. Gilles Deleuze, Dois regimes de loucos (São Paulo: Editora 34, 2016). en la pobreza y en la violencia. Este movimiento inicia la transnacionalización del racismo y del sexismo como epicentros de un “nuevo orden mundial”. La raza adquiere una futuridad maldita, haciendo de lo negro la sustancia del peligro y de la amenaza, al mismo tiempo en que transforma su cuerpo y experiencia en marginalización, un estado periférico sobre el cual se justifica toda la tecnopolítica de seguridad y encarcelamiento actuales.
De forma paralela, los modos de administración teológicos gestados por los europeos borran y combaten rasgos religiosos y culturales de negros e indígenas, justificando la apropiación y explotación de territorios, la demonización de prácticas, y produciendo monstros sociales al reiterar técnicas de castigo y domesticación del cuerpo y de la sexualidad. Desde el punto de vista económico, a partir del siglo XV, no solamente se inventan las “normatividades” de mercado, sino que, precisamente, se instituye el mercado económico a través de la reglamentación del cuerpo-mercancía de hombres y mujeres negras. Los modos de administración epistémica y científica reformulan el campo de representaciones, imponiendo una “verdad biológica” a los cuerpos. Resulta de esto también un conjunto tecnicista de desarrollo económico, urbano y cultural que hacen del cuerpo un modo fundamental de producción intrínseco a las máquinas industriales. A partir del siglo XIX se administran también los regímenes de visualidad y atención, haciendo de la imagen, sobre todo de la imagen y de la percepción de los “cuerpos anormales”, un tipo de dispositivo en el cual el poder tiene como objetivo los modos de ver. El modelo panóptico1717. Michael Foucault, Vigiar e punir: nascimento da prisão (Petrópolis: Vozes, 1987). es implementado en fábricas, instituciones sociales y calles, y acaba ampliando cada vez más las jerarquías médicas, militares y policiales1818. Jonathan Crary, Técnicas do observador: visão e modernidade no século XIX (Rio de Janeiro: Contraponto, 2012). a partir del siglo XX.
Estos movimientos definen las dinámicas de la ciscolonialidad pues contribuyen a la invención de lo normal y de lo patológico, del criminal y del “ciudadano de bien” a través de un conjunto específico de discursos y prácticas jurídicas, médicas, institucionales, políticas y culturales.1919. Michel Foucault, História da sexualidade I: a vontade de saber (São Paulo: Paz e Terra, 2014) En otras palabras, al definir quién se encuentra desviado del género, la ciscolonialidad hace emerger la cisgeneridad como una categoría deseable, todo comprendido dentro del juego que definió lo “ideal”, lo “sagrado”, lo “universal”.
De esta forma, la invención del género y de la transexualidad, en la primera mitad del siglo XX, es el resultado de una conjunción de discursos y prácticas sociales y biotecnológicas que emergen a partir de las industrias médicas2020. Paul Preciado, Testo Junkie: sexo, drogas e biopolíticas na era farmacopornográfica (São Paulo: n-1 edições, 2018). y de los modos de reorientación de los saberes, clasificando el cuerpo en zonas erógenas en función de una distribución asimétrica de poder entre géneros femeninos y masculinos, a partir de su anatomía sexual.2121. Beatriz Preciado, Manifesto contrassexual (São Paulo: n-1 edições, 2015).
Estos principios son arrastrados hacia el modelo de administración y acumulación de datos en la contemporaneidad, haciendo que la neutralidad tecnológica sea una ficción, sobre todo en cuanto a la identificación biométrica, definiendo las clases de riesgo y criterios que a orientan las tecnopolíticas de vigilancia de género en el siglo XXI.
En la contemporaneidad, con el avance y el desarrollo de nuevas tecnologías, el término Smart se usa cada vez con mayor frecuencia en la sociedad para designar dispositivos “inteligentes”, conectados a internet con el objetivo de optimizar el tiempo y facilitar las tareas cotidianas. Cepillos de dientes, teléfonos, televisores, neveras, bombillos, cerrajes, relojes, basureras, aspiradores de polvo, cámaras de vigilancia, drones, sifones, tarjetas de bus, aeropuertos y toda una infinidad de dispositivos y servicios, van constituyendo casas y ciudades “inteligentes”.
Este “giro tecnológico” es promovido por grandes corporaciones cuya agenda neoliberal busca la descentralización de la gobernanza en las ciudades y la privatización de los servicios públicos a través de flujos infinitos de datos.2222. E. Morozov y F. Bria, A cidade inteligente - tecnologias urbanas e democracia (São Paulo: Ubu editora, 2019). Aunque la idea de facilitar servicios, como la selección de desechos reciclables, sea deseable, en la práctica la organización de estos servicios es concomitante con una asimetría histórica de poder y renta, que distribuye de manera desigual los beneficios y los servicios en las ciudades. En realidad, lo que viene desarrollándose es un perfeccionamiento del capitalismo de vigilancia y la continua sumisión de las poblaciones urbanas a la precarización del trabajo, el aumento del costo de vida, desigualdades de acceso a la información, a los servicios, y la gentrificación, teniendo como base plataformas integradas que operan las 24 horas.
Mientras los estratos más altos en ciudades como Río de Janeiro se benefician del desarrollo tecnológico, con el mejoramiento de la oferta de servicios y seguridad, las regiones históricamente abandonadas por el Estado ven aumentar el uso de estas tecnologías como dispositivos de seguridad y discriminación en tiempo real, como por ejemplo en la implementación del uso de tecnología de reconocimiento facial para evitar crímenes.2323. Pablo Nunes, “Prever crimes, a que custo?”. Centro de Estudos de Segurança e Cidadania, 28 de septiembre de 2021, visitado el 9 de dezembro de 2021, https://cesecseguranca.com.br/artigo/prever-crimes-a-que-custo/. En general, la ecuación es como se formula a continuación: ciudades Smart atraen a ciudadanos Smart quienes, a su vez, atraen dinero Smart.2424. Morozov y Bria, A cidade inteligente..., 2019. Redimensionando la ecuación, el flujo de dinero Smart en ciudades Smart es proporcional al crecimiento y ampliación de la seguridad tipo Smart, lo que, a su vez, es proporcional a la suma del racismo y la transfobia Smart al cuadrado. Esto es percibido a través de proyectos piloto de monitoreo y seguridad2525. “PM vai implantar programa de reconhecimento facial e de placas de veículos”, Governo Aberto RJ, 27 de febrero de 2019, visitado el 9 de diciembre de 2021, http://www.governoaberto.rj.gov.br/noticias/2019/02/pm-vai-implantar-programa-de-reconhecimento-facial-e-de-placas-de-veiculos. que acaban teniendo como objetivo sujetos históricamente clasificados como riesgo y amenaza,2626. Sarah Alves, “Além do racismo, reconhecimento facial erra mais em pessoas trans”. UOL, 14 de febrero de 2021, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://www.uol.com.br/tilt/noticias/redacao/2021/02/14/nao-e-so-racismo-reconhecimento-facial-tambem-erra-mais-em-pessoas-trans.htm. al mismo tiempo en que administran y controlan las facilidades ofertadas en estratos altos y públicos.2727. Leticia Lopes y Marjoriê Cristine, “Praia de Copacabana será o ’projeto piloto’ da marcação de lugar na areia por aplicativo no Rio”. Extra, 11 de agosto de 2020, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://extra.globo.com/noticias/rio/praia-de-copacabana-sera-projeto-piloto-da-marcacao-de-lugar-na-areia-por-aplicativo-no-rio-rv1-1-24579562.html.
En esta perspectiva, las fobias y contradicciones sociales adquieren nuevas características; la desigualdad es socialmente producida, políticamente reiterada y económicamente dinámica. Cuando el Estado mira hacia las favelas y periferias –y hacia las personas que habitan estos lugares– casi exclusivamente bajo la óptica del problema de seguridad, el resto de los servicios pasan a orbitar alrededor de este eje, y las grandes corporaciones saben aprovecharse de esta situación. Una gran cantidad de dinero público2828. Según Bruno Cardoso, los gastos en seguridad para el Mundial de Fútbol fueron de alrededor de 1,85 billones de reales, cuya mayor parte fue invertida en tecnologías de seguridad y defensa. El autor aún continúa informando que el total de gastos en seguridad, incluyendo los Juegos Olímpicos de 2016, fue de alrededor de 2,8 billones de reales. Ver: Bruno Cardoso, “Estado, tecnologias de segurança e normatividade neoliberal”, in Tecnopolíticas de vigilância: perspectivas da margem, eds. F. Bruni, M. K. Bruno Cardoso y L. Melgaço (São Paulo: Boitempo, 2018). es invertido en la “modernización” de la seguridad, a través de empresas de tecnología que prometen el mejoramiento de la seguridad. Sin embargo, estas han contribuido con el aumento expresivo de una militarización del espacio urbano, sobre todo en los megaeventos2929. Cardoso, “Estado, tecnologias de segurança e normatividade neoliberal”, 2018, 91-16; y Morozov y Bria, A cidade inteligente..., 2019. https://www.terra.com.br/noticias/brasil/policia/intervencao-na-seguranca-do-rio-nao-teve-resultado-significativo-diz-relatorio,f7f760e0252757049469d4eca9899bdekmb32yq6.html. como el Mundial de Futbol (2014), y las Olimpíadas (2016). La militarización de los espacios públicos en Brasil no es reciente, es persistente. A las favelas, y en las periferias, se les envían Unidades de Policía Pacificadora (UPP),3030. Las UPPs causaron más tension y miedo entre los habitants de favelas que sensación de seguridad. Felipe Betim, “UPPs, mais uma história de esperança e fracasso na segurança pública do Rio”. El País, 11 de marzo de 2018, visitado el 9 de diciembre de 2021, operaciones policiales e intervención militar como la que sucedió en 2018 en Río de Janeiro.3131. Este modelo de intervención militar se mostró obsoleto delante de las demandas de seguridad pública, representando aparatosos fracasos y gastos inimaginables para el contribuyente. Roberta Jansen, “Estudo: intervenção no RJ fracassou e não deve ser copiada”. Terra, 14 de febrero de 2019, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://www.terra.com.br/noticias/brasil/policia/intervencao-na-seguranca-do-rio-nao-teve-resultado-significativo-diz-relatorio,f7f760e0252757049469d4eca9899bdekmb32yq6.html.
La violencia policial creció en un 34% en la primera mitad de 2021, en relación con el año anterior;3232. S. RAMOS et al., A vida resiste além dos dados da violência (Rio de Janeiro: CESeC, 2021); y Edmund Ruge, “Violência Policial Quebra Recorde Enquanto Rio se Torna Epicentro da Covid-19”. RioOnWatch, 26 de mayo de 2020, visitado el 27 de octubre de 2021, https://rioonwatch.org.br/?p=47760. y ya había aumentado en un 27,9% en abril de 2020, en relación con 2019. El número de incursiones policiales en territorios de favelas aumenta, y los resultados revelan la carnicería de jóvenes negros y escuelas cerradas. Datos del Instituto de Seguridad Pública3333. Bárbara Carvalho y Fabiana Cimieri, “Policiais cometeram 38% dos homicídios no RJ nos últimos 7 meses”. G1, 3 de septiembre de 2021, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://g1.globo.com/rj/rio-de-janeiro/noticia/2021/09/03/no-rj-38percent-dos-homicidios-foram-cometidos-por-policiais-em-7-meses-e-proporcao-bate-recorde.ghtml. indican que en 2021 hubo un aumento del 88,2% en la letalidad policial en Río de Janeiro, en relación con 2020. Esto indica que la ciudad no es apenas la capital de los megaeventos; ella también es el laboratorio ideal para testar tecnologías de vigilancia Smart y de control de cuerpos negros y “desviados” de las normas de género y civilidad. Asociada a las racionalidades bélicas, la vigilancia Smart viene produciendo tanto un Estado suicidario,3434. V. Safatle, “Bem-vindo ao estado suicidário”, in Pandemia crítica outono 2020, eds. P. P. Pelbart y R. M. Fernandez (São Paulo: n-1 edições, 2021): 45-49. aquel que aniquila a su propia población, como la dinamización de la necropolítica, es decir, una redistribución asimétrica de la organización del vivir y del morir en el sistema capitalista contemporáneo. Si, por un lado, Brasil figura entre uno de los países en los que más se encarcela y asesina personas negras en el mundo, por otro lado, es también reconocido como uno de los países en donde más se asesina personas trans, siendo que cerca del 80% de las víctimas son negras y racializadas,3535. B. G. Benevides y S. N. Nogueira, Dossiê dos assassinatos e da violência contra travestis e transexuais brasileiras em 2020 (São Paulo: Expressão Popular, ANTRA, IBTE, 2021). resultado que puede ser llamado como un racismo transgenerizado. Este concepto es utilizado como clave de análisis3636. Conforme sostengo en el texto llamado Eticas de vida, políticas de norte, previsto para lanzamiento hacia finales de 2021, describo el proceso de recolección de datos que coordiné para el Grupo Conexión G en 2020 en cinco favelas de Río de Janeiro para mapear la situación de la población LGBTI en la pandemia. Constatamos que las personas trans quedaron expuestas al virus, pues fueron forzadas a continuar en la prostitución para su subsistencia. La mayoría de las entrevistadas relataron que agentes públicos, especialmente de seguridad, fueron los que más perpetraron violencia contra sus cuerpos. para describir el proceso por medio del cual personas trans negras encuentran mayor dificultad de acceso al Auxilio de Emergencia del gobierno federal, a la emisión de documentos, a la alimentación y la renta3737. Casi el 40% de ellas vive con una renta de hasta cien reales por mes. La conjunción entre seguridad, visibilidad sospechosa y ciscolonialidad produce y reitera la pobreza de estas personas (Mariah Rafaela Silva, “Código da ameaça: trans; Classe de risco: preta”, in Pandemia crítica inverno 2020, eds. P. P. Pelbart y R. M. Fernandes {São Paulo: n-1 edições, 2021}: 300-306). Al interior del capitalismo, pobreza genera riqueza. La desigualdad es el reflejo de esta dinámica, y las poblaciones empobrecidas son, al mismo tiempo, fuentes para la extracción de datos y blancos finales de las acciones que estos datos producen. En el paradigma de vigilancia Smart, el algoritmo calcula los riesgos y, a partir de ahí, define el grado de amenaza, concesión de crédito o de policía. (S. Zuboff, “Big Other: capitalismo de vigilância e perspectivas para uma civilização da informação”, in Tecnopolíticas da vigilância: perspectivas da margem, eds. F. Bruno, B. Cardoso, M. Kanashiro, L. Guilhon y L. Melgaço {São Paulo: Boitempo 2018, 17-68}). en favelas de Río durante la pandemia. Se trata de un cierto tipo de desarrollo de la política normativa del género en la colonialidad que empuja hacia el abismo “socio-racial” a las personas trans negras.
En las ciudades “inteligentes”, el racismo transgenerizado es una necropolítica Smart que emerge de la gestión de datos biométricos, de la gestión de riesgo y amenaza3838. Silva, “Código da ameaça...”, 2021. y de la automación del comportamiento como prácticas de mercado. De esta forma, la propia categoría “transgénero” es producida, regulada y contestada a partir de una profusión de tecnologías de vigilancia3939. Toby Beauchamp, Going Stealth: transgender politics and U.S. surveillance practices (Durham and London: Duke University Press, 2019). cuyo objetivo consiste en la manutención y el perfeccionamiento de la ficción del “desviante social”, haciendo que los cuerpos trans estén marcados por una doble marginalidad: la del género y la social-urbana. En estas ciudades, las máquinas, las casas, el transporte público, los scanners de rayos-X en aeropuertos, las cámaras de vigilancia, etc., están compuestos por algoritmos proyectados para identificar anomalías de cualquier tipo, sobre todo aquellas “anomalías” de género y raza. En esta coyuntura, la biometría es utilizada, no como forma de identificación, sino como una tecnopolítica de diferenciación pautada en modos de clasificación y gestión del riesgo, estableciendo los límites del acceso social de personas trans negras a controles en aeropuertos4040. “DPU recomenda que revista de pessoa trans seja feita por agente do mesmo sexo”, Jusbrasil, 29 de agosto de 2018, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://dpu.jusbrasil.com.br/noticias/619081927/dpu-recomenda-que-revista-de-pessoa-trans-seja-feita-por-agente-do-mesmo-sexo. y fronteras, tarjetas de transporte4141. “Transexual consegue colocar nome social no vale-transporte”, O Globo, 2 de octubre de 2015, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://oglobo.globo.com/brasil/transexual-consegue-colocar-nome-social-no-vale-transporte-17669811. y registros en escuelas y universidades.4242. “Mais da metade dos alunos trans da USP dizem sofrer preconceito”, Agência Brasil, 13 de julio de 2021, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://www.correiobraziliense.com.br/euestudante/2021/07/4937378-mais-da-metade-dos-alunos-trans-da-usp-dizem-sofrer-preconceito.html.
La biometría de identificación fue desarrollada a partir de los estudios antropométricos y eugenistas de finales del siglo XIX, y tiene como resultado directo la conjunción de las características físicas y corpóreas a un documento de identidad. Ella parte de la idea de que las características físicas son inmutables y definen aspectos concretos del sujeto, y está lejos de ser considerada 100% eficaz. Estas tecnologías, principalmente de reconocimiento facial, tienen un gran margen de error en la identificación de rostros de mujeres cis negras.4343. El porcentaje de error oscila alrededor del 93%, haciendo que sea más probable que una mujer negra sea confundida con un hombre en relación con las blancas. Son aún menos confiables para el diagnóstico de sospechosos de crímenes en vías públicas, ya que el margen de error es considerable, haciendo que personas negras cis y trans sean sus objetivos predilectos. (Mariah Rafaela Silva y Joana Varon, Reconhecimento facial no setor público e identidades trans: tecnopolíticas de controle e ameaça à diversidade de gênero em suas interseccionalidades de raça, classe e território {Rio de Janeiro: Coding Rights, 2021}). Mujeres y hombres trans también se vuelven vulnerables a los usos estas tecnologías ya que estas están condicionadas a las políticas normativas y racializadas de género establecidas en el design de estos dispositivos, según los cuales sus cuerpos e identidades son cuestionados, violados y limitados bajo reiterada sospecha.
Las tecnologías de reconocimiento facial tienen gran dificultad de asociar las identidades trans a su género autodeterminado porque operan a partir de perspectivas binarias. La probabilidad de que un hombre trans sea leído de manera equivocada es del 38%, mientras que personas no binarias, agénero o de género fluido son identificadas de manera errónea 100% de las veces.4444. A partir de un studio con aplicacionies de imagines, el investigador Morgan Klaus Scheuerman, de la Universidad de Colorado, concluye que las tecnologías de reconocimiento facial presentan barreras a veces insuperables para las personas transgénero, incurriendo en una gran cantidad de errores. Lisa Marshall, “Facial recognition software has a gender problem”. CU Boulder, 8 de octubre de 2019, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://www.colorado.edu/today/2019/10/08/facial-recognition-software-has-gender-problem. Este porcentaje tiende a aumentar cuando se cruza con criterios de raza. Además, es importante señalar todavía factores como transición, terapia hormonal, clase y renta (que permite acceso a las cirugías y a la continuidad del proceso de transición de género).
Las tarjetas de transporte, las ofertas de servicios públicos vía máquinas de reconocimiento facial, el acceso a baños públicos y las aplicaciones de imágenes son algunos ejemplos en los que fueron identificadas barreras adicionales presentadas por los sistemas Smart que determinan quién es “hombre” o “mujer” y, por lo tanto, suponen un intento de engañar al cistema.4545. Silva y Varon, Reconhecimento facial no setor público e identidades trans..., 2021. Este “programa de vigilancia biométrica” define los riesgos de personas en las periferias, y también limita el acceso en las fronteras internacionales a través de políticas migratorias que tienen como objetivo las ideas de ilegalidad y marginalidad.4646. Beauchamp, Going Stealth…, 2019. El racismo transgenerizado envuelto en estos bancos de datos produce y refuerza los límites de las categorías como raza, género, sexualidad y ciudadanía, lo cual desemboca en un modo de clasificación social, determinando el lugar de los sujetos en el espacio urbano y limitando su autonomía para decir a qué género pertenecen. Es decir, el reconocimiento facial no es solamente identificación y verificación facial: es principalmente una reunión de fotos, análisis de datos biométricos, subjetivos y emocionales, rastreo y clasificación social en tiempo real, las 24 horas del día, en sistemas distribuidos por diversos espacios públicos, privados o incluso en la palma de nuestras manos, y en nuestros accesorios diarios, los cuales colocan en situación de riesgo particular a personas negras, transexuales, no binarias e intersexuales.4747. Bennett Cyphers, Adam Schwartz y Nathan Sheard, “Face Recognition Isn’t Just Face Identification and Verification: It’s Also Photo Clustering, Race Analysis, Real-time Tracking, and More”. EFF, 7 de octubre de 2021, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://www.eff.org/deeplinks/2021/10/face-recognition-isnt-just-face-identification-and-verification.
Las tecnopolíticas Smart activan racismos transgenerizados y vienen siendo adoptadas no solamente para dinámicas de seguridad, como hemos visto, sino también para la oferta de acceso a servicios públicos en condicional: o usted otorga los datos biométricos, o el servicio público le es negado, poniendo en jaque su ciudadanía. Los órganos públicos vienen implementando tecnologías de reconocimiento facial y mecanismos de gestión de datos como manera fundamental de autenticación de identidades, prueba de vida o política de seguridad, sin explicitar los usos reales de estos datos. Este es, quizás, el gran desafío de este inicio de siglo, para la afirmación de género y para la ampliación de la ciudadanía.
Aunque estas tecnologías sean una realidad y vengan siendo ampliadas en centros urbanos y en los usos de nuestro día a día, líneas de fuga y procesos de resistencias vienen siendo construidos tanto en el ambiente social como en los espacios políticos. La Ley General de Protección de Datos,4848. “Punições pelo uso indevido de dados pessoais começam a valer no domingo”, Agência Senado, 29 de julio de 2021, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://www12.senado.leg.br/noticias/materias/2021/07/29/punicoes-pelo-uso-indevido-de-dados-pessoais-comecam-a-valer-no-domingo. que entró en vigencia en 2020, puede ser un buen ejemplo de cómo una política ética de manejo y uso de datos puede ser benéfica para la sociedad.
En Brasil la sociedad civil se ha organizado a través de proyectos y organizaciones como la Coding Rights,4949. Coding Rights, Homepage, 2021, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://codingrights.org. O Panóptico,5050. O Panóptico, Homepage, 2021, visitado el 9 de diciembre de 2021, https://opanoptico.com.br. el Grupo Conexão G,5151. Grupo Conexão G. Página del Grupo Conexão G de Cidadania LGBT de Favelas, Facebook, 2021, https://pt-br.facebook.com/GrupoConexaoG/. entre otros, para no problematizar solamente los sesgos de género y raza, sino, sobre todo, para presentar alternativas de protección y cuidado colectivos, buscando la mitigación de los usos tecnocráticos de estos dispositivos sujeción y control de masas. No existe camino fácil cuando se disputa, en el campo del poder, con capitalistas tecnológicos. Sin embargo, colectivos transactivistas, grupos universitarios y hackerfeministas han presentado grande resistencia a los usos y abusos de estas tecnologías por parte de gobiernos y empresas que condicionan nuestras experiencias y las transforman en objeto de lucro y negocio mientras clasifican y reiteran la animalización de grupos históricamente oprimidos.
Por un lado, la implementación de tecnologías biométricas es una cuestión de derechos humanos y, como tal, nos habla del derecho fundamental a la privacidad, la ciudadanía, la igualdad, la no discriminación y la autodeterminación. Por otro, organizaciones de derechos humanos que no trabajen directamente con el tema pueden contribuir con la pauta al reforzar los principios universales que establecen los derechos y las garantías humanas, sobre todo en cuanto a la diversidad y la diferencia.
Fue justamente esta la forma como llegué a este tema, entendiendo que él tiene que ver con la manera como yo, una mujer trans, puede ser clasificada y alienada de mis derechos, aunque yo no quiera, y que, como ciudadana brasileña, desearía no apenas que mis datos fueran tratados con respeto, sino, sobre todo, mi género y la forma como me presento al mundo. Este es un tópico de derechos humanos del siglo XXI, y como tal, es un tópico de vida.