Voces

Cultura de la violación y sexismo en la India en vías de globalización

Kavita Krishnan

Cómo la política, la economía y la ideología de castas conforman los derechos de las mujeres en la India

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RESUMEN

Después de la violación en grupo de una mujer en 2012 en Delhi, se puso un foco de atención en los derechos de las mujeres en la India. Un documental de la BBC en 2014 reavivó el debate al sugerir apresuradamente – junto con gran parte del debate internacional – que este acto violento y misógino era una expresión de la cultura y tradición de la India. Aquí la autora sostiene que este tipo de explicación es erróneo. En su lugar, Kavita Krishnan sugiere que hay fuerzas contemporáneas más complejas en juego que trabajan activamente para mantener el papel subordinado de las mujeres en la sociedad; concretamente las castas, la política y el capitalismo.

Palabras Clave

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En la India y en Occidente, hay una tendencia a ver la violencia de género y la misoginia en ese país como una expresión de la “cultura” y la “tradición”. Este es un lente impreciso y deformante con el que mirar la violencia de género y la misoginia.

En una entrevista en el documental de 2015 La hija de la India, dirigido por Leslie Udwin, Mukesh Singh, uno de los convictos por la violación en grupo y asesinato en Delhi el 16 de diciembre de 2012, justifica la violación argumentando que la víctima había sobrepasado los límites prescritos por los roles de género y la moralidad femenina. Su abogado reiteró los mismos sentimientos culpabilizando a la víctima, jactándose de que quemaría viva a su hija si ella se comportase de un modo deshonroso.

Mukesh Singh y su abogado Manohar Lal Sharma invocan a la “cultura de la India” como la fuente de sus comentarios culpando a la víctima. Una serie de autoridades influyentes de la India, incluyendo a miembros del parlamento y de las asambleas, cuadros del derecho político hindú, líderes de la mayoría de religiones y sectas, agentes policiales e incluso una dirigente de la comisión nacional de la mujer, también han expresado opiniones muy parecidas a las expresadas por el convicto por violación y su abogado.11. Sahil Rizwan, “18 Comments Glorifying Rape That Have Been Broadcast In India,” Buzzfeed, March 4, 2015, visitado el 10 de julio de 2015, http://www.buzzfeed.com/sahilrizwan/the-r-word#.fuAwvWxo1. Y todos ellos invocan invariablemente a la “cultura de la India” como la base de sus creencias, culpando a la influencia “occidental” por las violaciones.

A pesar de estas declaraciones, los argumentos que culpan a la víctima no son expresión directa de una “cultura” o “tradición de la India”.

Cuando los políticos y otros personajes poderosos intentan definir la “cultura de la India” en términos de tradiciones misóginas, no están expresando una cultura preexistente, están intentando crear y elaborar tal cultura. Es un mito contado por razones políticas.

«[La cultura de la India] es un mito contado por razones políticas»

Los “crímenes de honor” (las feministas prefieren llamarlos asesinatos de custodia), especialmente el asesinato de mujeres y sus amantes o esposos, son defendidos a menudo invocando a la “tradición”. Sin embargo, la “tradición” de asesinatos punitivos de parejas que se han escogido libremente el uno al otro no es en verdad un mero vestigio de una tradición anticuada.

En el estado de Haryana, por ejemplo, los llamados “crímenes de honor”, ordenados por los khaps (clanes de castas dominantes), son un fenómeno moderno. Son un intento de ciertos líderes de clanes con tierras de invocar a la tradición para mantener el control sobre la tierra y la propiedad, así como la hegemonía política. Tal control está siendo desafiado por las castas oprimidas, así como por mujeres jóvenes que están haciendo reivindicaciones sobre la tierra y la propiedad.

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La “tradición” y la “cultura” son invocadas por los políticos de la clase gobernante para consolidar el apoyo de las clases, castas y religiones dominantes. Pero también son invocadas para crear una unidad ficticia de hombres entre clases. La división de clases entre una sección poderosa que posee tierras y fábricas y la clase sin tierra y trabajadora es disfrazada con una identidad común entre clanes y castas. Y una de las maneras más poderosas de forjar esta identidad es mediante una noción compartida de “honor” que ejerza el control sobre hermanas e hijas.

La cultura misógina no es, por lo tanto, estática e invariable. Está conformada por preocupaciones modernas y motivos económicos, sociales y políticos. La “cultura de la India” aquí invocada es entonces un mito, narrado para unir a la clase trabajadora y la gente sin tierra con la gente con tierra y los capitalistas.

«[La cultura misógina] está conformada por preocupaciones modernas y motivos económicos, sociales y políticos»

Lo que nos tenemos que preguntar no es “¿por qué la cultura de la India es tan brutal hacia las mujeres y por qué la India defiende la violación y los crímenes de honor?” sino “¿en interés de quién y mediante qué procesos se está produciendo una “cultura de la India” que simultáneamente culpa a las mujeres de las violaciones y justifica la vigilancia y la negativa a la autonomía de la mujer en nombre de la protección contra la violación?” ¿Por qué, en la India (y en otros lugares del mundo también), estamos escuchando a políticos influyentes hacer declaraciones sobre la culpa de la víctima y la cultura de la violación?

El capitalismo necesita insertar a las mujeres en la fuerza de trabajo como mano de obra barata y mal pagada, y también necesita el trabajo no remunerado de las mujeres en los hogares sosteniendo la mayor parte de la carga de la reproducción social (criando niños, reabasteciendo diariamente la fuerza de trabajo mediante la provisión de comida, cuidados y bienestar psicológico para el trabajador exhausto, y cuidando del pasado y el futuro de la fuerza de trabajo: los niños y ancianos).

En la India, por lo tanto, la actual avalancha de sexismo y de una cultura que justifica la violación y vigilancia de las mujeres encuentra su mejor explicación como una medida para disciplinar el trabajo de las mujeres en una economía capitalista neoliberal, más que como un mero vestigio de una cultura retrógrada.

A finales de los años 80, la clase gobernante de la India impuso políticas económicas neoliberales (popularmente llamadas LPG – Liberalización, Privatización, Globalización) en el país.22. C.P. Chandrasekhar and Jayati Ghosh, “The Indian economic reform process and the implications of the Southeast Asian crisis,” International Labor Organization 1999, visitado el 10 de julio de 2015, http://www.oit.org/wcmsp5/groups/public/@ed_emp/documents/publication/wcms_120391.pdf. Estas políticas, afirmaban los dirigentes y aún lo hacen, sacarían a la India de la pobreza, crearían trabajo y empoderarían a las mujeres.

Durante las últimas décadas, en la India, las mujeres han salido cada vez más a buscar trabajo remunerado. Sin embargo, las tasas de participación laboral de las mujeres todavía son bajas, y las mujeres aún trabajan principalmente en empleos que son sucios, peligrosos y degradantes. Al tiempo que se ven arrastradas a trabajos asalariados de explotación, se les pide además a las mujeres que soporten una carga cada vez mayor de trabajo doméstico.

No se trata pues únicamente de familias opresivas que buscan imponer a las mujeres estos roles. Los procesos mismos del capitalismo y la globalización que quieren que las mujeres se introduzcan en el trabajo asalariado, también quieren atar a las mujeres a sus roles domésticos consistentes en mantener la reproducción social.

En la India actual, las ideologías de la domesticidad y de la “familia india” están bajo presión, gracias a que las mujeres están entrando al trabajo asalariado y a la creciente afirmación de su autonomía dentro de sus hogares natales y conyugales. Aun así, las ideologías siguen siendo invocadas por el gobierno y por los propietarios de fábricas que producen para el capital global.

La ideología de la “cultura” de género, familia y nacional/religiosa es invocada en las narrativas políticas, económicas y sociales contemporáneas de la India para justificar las jerarquías de género, casta, clase y las divisiones religiosas. Es por esto que la lucha contra la violencia de casta, género, en las familias y comunidades en la India no puede ser meramente una lucha contra una “cultura retrógrada” o “modos de pensar reaccionarios,” como es comúnmente entendido en los medios de comunicación convencionales de la India y Occidente. Esas batallas necesitan integrarse con las de los trabajadores y campesinos de la India para confrontar las políticas capitalistas y neoliberales; y tienen que ser trabadas entre todos, unidos, por la libertad y la autonomía en los campos, las fábricas y las familias.

Kavita Krishnan - India

Kavita Krishnan es secretaria de la All India Progressive Women’s Association (AIPWA). Es miembro del Politburó del Partido Comunista de la India (Marxista-Leninista) (PCI-ML), donde también trabaja como editora de Liberación, la publicación mensual del Partido. Kavita es una activista feminista que ha divulgado el problema de la violencia contra las mujeres tras la violación en grupo de 2012 en Delhi.

Recibido en mayo de 2015

Original en inglés. Traducido por Sebastián Porrúa Schiess.