Voces

Con el dedo en el gatillo

Shami Chakrabarti

Los planes del gobierno del Reino Unido para retirarse de la Convención Europea de Derechos Humanos y de anular la Ley de Derechos Humanos van a socavar seriamente la protección de los derechos, tanto en el país como más allá de sus fronteras

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RESUMEN

Tras la reciente elección general en el Reino Unido, el Partido Conservador promete abolir la Ley de Derechos Humanos, que permite a los ciudadanos del Reino Unido defender en Tribunales Británicos sus derechos establecidos en la Convención Europea de Derechos Humanos. Existe también la amenaza de retirarse de la propia Convención. Como alternativa, el Partido Conservador está proponiendo una Carta Británica de Derechos. Sin embargo, los detalles continúan siendo vagos y hay serias preocupaciones de que va a estar muy por debajo del sistema actual de derechos humanos – que ha demostrado en el tiempo que ofrece una protección real a las personas reales. Shami Chakrabarti describe por qué los argumentos que están siendo utilizados para la abolición y la retirada son erróneos y por qué hacerlo sería un desastre para la protección de los derechos humanos, no solo en el Reino Unido sino internacionalmente.

Palabras Clave

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El ambiente recién comenzaba a calmarse luego de las elecciones generales británicas, en abril de 2015, cuando se puso el dedo en el gatillo contra la Ley de Derechos Humanos (LDH) del Reino Unido. La velocidad con la cual el nuevo gobierno conservador abordó el tema, que solo había meritado pocas sentencias en el manifiesto del partido, simplemente muestra cuán poco pensados son sus argumentos a favor de la abolición.

La LDH consagra en la legislación británica la Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH). Esto significa que los reclamos relativos a derechos humanos pueden ser presentados en tribunales británicos. Antes de la promulgación de la LDH, los británicos solo podían presentar cuestiones de derechos humanos en lo Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), en Estrasburgo, lo que hacía el proceso muy largo y costoso, cerrando las puertas a muchos. La clienta de Liberty, Janet Alder, es solo un ejemplo de reclamante que ha sufrido por este sistema. Aunque al final ganó su caso, la pelea de Janet para conseguir justicia por su hermano, que murió bajo custodia policial, duró un período inaceptable de 13 años.

«En resumen, la LDH protege a todos»

Afortunadamente, esto ya no es más así. Una y otra vez la LDH ha permitido que personas comunes – soldados, periodistas, familiares de víctimas, víctimas de violencia doméstica, esclavitud y violación – presenten sus casos ante tribunales en el Reino Unido. En resumen, la LDH protege a todos. ¿Puede decirse lo mismo de la así llamada Carta Británica de Derechos, la alternativa vaga propuesta por los Conservadores? El peligro de reemplazar “Humanos” por “Británica” es claro, los derechos para algunos, pero no para todos – ¿quiénes no van a estar en la lista? ¿Y cuándo y dónde se hará justicia para las víctimas? Estas son solo dos de las muchas preguntas que no han sido contestadas.

Nos dicen que el reemplazo de la LDH por la nueva Carta Británica de Derechos va a restaurar la soberanía parlamentaria; que garantizará que la Corte Suprema del Reino Unido sea de hecho suprema; corregir la “misión ampliada” que ha llevado a los derechos humanos a áreas que no estaban previstas por los redactores de la Convención Europea a fines de la década del 40; que garantizará que la ley de derechos humanos solo se aplique en casos serios; y finalmente que inyectará algo del sentido común requerido para la protección de los derechos. Tan importante es el tema que el primer ministro David Cameron sacó provecho del 800 aniversario de la Carta Magna para recordarle al Reino Unido que depende de nosotros “restaurar la reputación de los derechos [humanos]”.

Lejos de reírse en la cara de la Carta Magna, la LDH se basa en su tradición de libertad, ofreciendo una protección mucho más significativa que su alabado antepasado medieval. Es una oscura ironía que los ministros del gobierno británico se hayan alineado para celebrar la Carta Magna a la vez que buscan pasar su equivalente a retiro. Y también es de lo más siniestro que el primer ministro británico se pare frente a la nación y utilice el aniversario para declarar que “el buen nombre de los derechos humanos a veces ha sido distorsionado y devaluado” cuando tal distorsión viene generalmente de su propio partido.

Tanto el Primer Ministro como el Ministro de Justicia han dicho que están preparados para retirar al Reino Unido de la Convención Europea – legado de post-guerra de Churchill – y dispuestos a todo para alcanzar sus objetivos. Ellos presentan dos críticas a la Convención. Y no es una sorpresa saber que están completamente equivocados.

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El gobierno sostiene que retirarse de la Convención Europea va a terminar con la capacidad de lo Tribunal Europeo de Derechos Humanos de exigirle al Reino Unido que cambie las leyes británicas. Lo Tribunal no tiene tal capacidad – la legislación británica solo puede ser modificada con la aprobación del Parlamento.

Además, el gobierno británico sostiene que lo Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha desarrollado una “misión ampliada”, con los derechos humanos avanzando en áreas que nunca fueron esperadas por aquellos que redactaron la Convención. Pero no puede estar mal que la CEDH sea vista como un instrumento viviente, capaz de desarrollarse a lo largo del tiempo, más que permanecer estancada. Cuando la Convención fue redactada, la homosexualidad era aún ilegal en la mayor parte de Europa, mientras que la violación marital y el castigo corporal no lo eran, y desarrollos científicos como el ADN jamás podrían ser imaginados, al igual que su retención masiva en las bases de datos de la policía. Lejos de ser un problema, esta “misión ampliada” es una de las grandes fortalezas de la Convención.

«El impacto internacional de la salida del Reino Unido de la CEDH no puede ser subestimado»

No solo esta es una cruzada sin sentido por problemas imaginarios, sino que es terriblemente peligrosa a escala global. El impacto internacional de la salida del Reino Unido de la CEDH no puede ser subestimado. El relator especial de la ONU sobre la tortura Juan Méndez dijo que la retirada del Reino Unido podría ser un “muy mal ejemplo para el resto del mundo” y que esto podría aumentar el riesgo de que los individuos enfrenten trato cruel, inhumano o degradante. Él señaló que hacer estos movimientos durante la crisis migratoria actual es “pernicioso” y “una forma no generosa y de corazón frío de lidiar con la crisis”.

El Comisario para los Derechos Humanos del Consejo de Europa dijo que podría ser “el inicio del fin del sistema CEDH”. El año pasado, sobrevivientes y familiares de las víctimas de la masacre de Beslan en Rusia – quienes están presentando, ante lo Tribunal Europeo de Derechos Humanos, casos por violaciones de derechos que ocurrieron tanto en el momento de la masacre como en los momentos subsiguientes – también advirtieron que la retirada británica sería bienvenida por Putin, quien lo vería como una oportunidad para incumplir con las obligaciones de Rusia con los derechos humanos. Ellos apelaron al gobierno británico a que “comprenda que todos vivimos en el mismo mundo”, a fin de explicar que si el Reino Unido abandona la CEDH será desastroso para los rusos. David Cameron también ha recibido el dudoso elogio de ser citado por el ex presidente de Kenia Uhuru Kenyatta, quien está siendo juzgado por crímenes de guerra por cientos de muertes y desplazamientos luego de las elecciones kenianas de 2007. Al defender la soberanía de Kenia en un discurso al parlamento de su país, mencionó los planes conservadores británicos de abandonar lo Tribunal Europeo de Derechos Humanos. El Reino Unido tiene una historia de la que puede estar orgulloso en temas de derechos humanos y de promoción del Estado de derecho internacionalmente, así como de llamar la atención sobre serios abusos; esta retirada de la CEDH puede socavar considerablemente su credibilidad.

El sistema actual de protección de derechos del Reino Unido no es completamente invulnerable, pero se mantiene firme frente a los ataques. El respeto por los derechos y la soberanía parlamentaria está casi perfectamente balanceado, aunque el gobierno británico diga que quiere inyectar un poco de sentido común en el sistema. En todo caso, sentido común es no permitir que un político poderoso decida cuáles casos son importantes; es permitir que la protección de los derechos evolucione junto con los avances científicos y tecnológicos; es no forzar a las víctimas del Reino Unido a que vayan a Estrasburgo para hacer valer sus derechos a la vez que se les recorta la ayuda legal; es no poner en riesgo la vida de ciudadanos de otros países por sacar del medio a la CEDH.

Un reducido grupo de políticos británicos piensa que los derechos humanos no importan, pero cada vez más y más gente en el país y fuera de él saben que no es así. La LDH recibió apoyo de todos los partidos políticos cuando se volvió una ley y todos, excepto una minoría, se oponen a su derogación. El consenso creciente es que la alternativa es simplemente insostenible. Tenemos una lucha en nuestras manos, pero juntos podemos salvar nuestra Ley de Derechos Humanos.

Shami Chakrabarti - Reino Unido

Shami Chakrabarti es directora de Liberty (Consejo Nacional para las Libertades Civiles) desde septiembre de 2003. Estudió Derecho en la London School of Economics. Es canciller de la Universidad de Essex y miembro sénior (Master of Bench) de Middle Temple. En febrero de 2014 fue designada como Profesora Honoraria de Derecho de la Universidad de Manchester. Su libro, On Liberty, fue publicado por Allen Lane en octubre de 2014.

Recibido en septiembre de 2015

Original en inglés. Traducido por Maité Llanos.