Apoyo a las organizaciones de mujeres y trans en el contexto de cierre de espacios
En 2016, Mama Cash y Fondo de Acción Urgente, dos entidades financiadoras feministas, encargaron investigaciones para incrementar el entendimiento sobre cómo el cierre de espacios para la sociedad civil afecta a las organizaciones feministas. 15 organizaciones defensoras de los derechos de mujeres y personas trans de China, Egipto, India, Federación Rusa, Turquía y Uganda fueron entrevistadas y luego reunidas para revisar y validar los hallazgos. El estudio muestra claramente que el cierre de espacios es un fenómeno con implicaciones de género: los/las activistas reportaron que su trabajo político y su voz han sido restringidos o reprimidos en razón de su género y/o de la naturaleza de género de su trabajo. La exclusión y represión que experimentan las mujeres y personas trans también les ha hecho construir sus análisis y herramientas políticas – activos que les permiten resistir creativamente al cierre de espacios. Los/as activistas colaboraron en la elaboración de un serie de recomendaciones para financiadores acerca de cómo apoyar y sostener su trabajo en contextos políticos adversos.
Como activistas y financiadoras feministas, sabemos que la acción colectiva de mujeres, niñas y personas trans puede cambiar – está cambiando – el mundo, incluso mientras escribimos estas líneas. Sin embargo, al mismo tiempo, el panorama global político y social está cada vez más represivo, xenófobo, patriarcal y extremista. En los actuales contextos de cierre de espacios para la sociedad civil, es urgente apoyar a los movimientos feministas conducidos por personas y comunidades que son las más marginadas y afectadas por los ambientes represivos.
Las organizaciones feministas a menudo experimentan desafíos en lo que se refiere a su “aceptabilidad” debido a la naturaleza de los temas que tratan; esto deviene más desafiador aún a medida que el espacio para el activismo se achica. En el discurso sobre el cierre de espacios,22. CIVICUS, Carnegie Endowment for International Peace, Fund for Global Human Rights, y the Ariadne European Funders for Social Change and Human Rights, entre otros, han hecho contribuciones considerable a esta conversación y al entendimiento de la naturaleza del cierre de espacios. hemos observado que los análisis y discusiones no incorporan de forma consistente una perspectiva de género.33. Existen algunas excepciones. Ver Meg Davis, para el Global Philanthropy Project, “The Perfect Storm: The closing space for LGBT civil society in Kyrgyzstan, Indonesia, Kenya and Hungary,” abril de 2016. Ver también Duke Law International Human Rights Clinic and Women Peacemakers Program, “Tightening the Purse Strings: What Countering Terrorism Financing Costs Gender Equality and Security,” 2017. Este artículo, de autoría de un grupo de activistas feministas involucradas en la promoción del cambio social y financiadoras que apoyan su trabajo, responde a un deseo de empezar a superar esa falta.
El fenómeno del cierre de espacios se ha acelerado en los últimos años en las sociedades de todo el mundo, pero las reacciones represivas y violentas a las agendas de cambio feministas no son nuevas. De hecho, es protestando y desafiando al status quo que las mujeres, niñas y personas trans provocan la represión de las fuerzas conservadoras. Es también protestando que hemos desarrollado las tácticas y estrategias para resistir. Esto es particularmente cierto para las/os activistas que trabajan sobre temas controvertidos y defienden derechos fundamentales que son criminalizados – por ejemplo, defendiendo los derechos de los trabajadores y trabajadoras del sexo allí donde el trabajo sexual es ilegal. Como activistas, tenemos conocimientos y recomendaciones cruciales para compartir con otros/as activistas y financiadores/as; como financiadoras, hemos aprendido a compartir lo que concierne a apoyar este trabajo.
En 2016, Mama Cash y Fondo de Acción Urgente encargaron un estudio con activistas para explorar la naturaleza de género del cierre de espacios. El objetivo de la investigación es el de convertirse en una herramienta para activistas que navegan en escenarios restringidos y también contribuir con conversaciones filantrópicas sobre el tema. Entrevistas en profundidad fueron aplicadas a 15 grupos de activistas feministas conducidos por mujeres y personas trans en países donde el cierre de espacios es una realidad implacable: China, Egipto, India, Federación Rusa, Turquía y Uganda. Todos los grupos son aliados-beneficiarios de Mama Cash, Fondo de Acción Urgente o Fondo de Acción Urgente-África. Después de las entrevistas individuales, los y las activistas acordaron, en febrero de 2017, revisar y validar los hallazgos y desarrollar análisis y recomendaciones compartidos. El estudio resultó en el informe Standing Firm: Women- and Trans-Led Organisations Respond to Closing Space for Civil Society (Manteniéndose firmes: Organizaciones de mujeres y trans responden al cierre de espacios para la sociedad civil). Este artículo presenta un resumen de los hallazgos y recomendaciones centrales del informe sobre el apoyo a los movimientos de derechos humanos, particularmente feministas, frente a las amenazas a las libertades de la sociedad civil.
El fenómeno de cierre de espacios restringe cada vez más a la sociedad civil en su capacidad de actuar y disentir libremente en muchos países del mundo. El cierre de espacios se caracteriza por restricciones llevadas a cabo por el Estado respecto a los derechos fundamentales de libertad de expresión, asociación y reunión pacífica. Incluye además acciones que cercenan la democracia y el activismo de derechos humanos, como la limitación del acceso a la financiación extranjera para las organizaciones de derechos humanos y de advocacy (la restrictiva Ley de Regulación de las Contribuciones de la India, de 2010, es solo uno de los muchos ejemplos de legislación utilizada para criminalizar el disenso). Países de todas partes del mundo han introducido medidas dirigidas a restringir el activismo, tales como la exigencia de la renovación anual del registro de las organizaciones. Como activistas feministas, hemos experimentado esas restricciones que impiden el trabajo de construcción del movimiento. Igualmente, un clima represivo y hostil cambia inherentemente la narrativa interactiva del activismo, aislando tanto activistas como organizaciones. En Egipto, por ejemplo, en el marco de una creciente mano dura contra la homosexualidad, la policía monitorea y arresta a personas asociadas con proyectos y organizaciones LGTB. Eso hace que el activismo se vuelva clandestino, pues organizarse en público deviene virtualmente imposible.
Hasta el momento, ha habido mucha discusión sobre la tendencia de cierre de espacios, pero los esfuerzos por entender los impulsores, los propiciadores y el impacto de esa tendencia global no han sido consistentemente aplicados al análisis de género. Nuestra investigación ha identificado tres hallazgos importantes en lo que se refiere a la naturaleza de género del cierre de espacios.
Primero, el cierre de espacios para la sociedad civil es un fenómeno de género. Como activistas, hemos experimentado restricciones y represión relacionadas a nuestro género y/o al foco en el género de nuestro trabajo. También las formas en las cuales somos abordados/as son claramente de género. El impacto acumulativo de las intervenciones estatales formales e informales para controlar la sociedad civil, así como la falta de acción estatal para defender a activistas y proteger derechos, está causando un impacto desproporcionado sobre la voz política de las mujeres y personas trans. La discriminación existente dentro de la sociedad aumenta nuestra experiencia de restricciones a la sociedad civil, además de volvernos blancos fáciles para la represión y la mano dura. La libertad en internet sigue declinando, y el activismo online es blanco del Estado y de los grupos extremistas que se utilizan de amenazas, intimidación y abuso sexual. La aplicación de legislación y políticas deja claro que la ley y la política no son herramientas burocráticas neutrales, sino mecanismos usados por el Estado para silenciar las voces críticas y reforzar el status quo social, en el cual las mujeres y las personas trans son políticamente marginadas. Todos hemos visto a organizaciones de mujeres y trans reducirse e incluso cerrar.
De forma muy perceptible para las mujeres activistas y las defensoras de derechos humanos, el uso de la violencia sexualizada para silenciar o intimidar es una experiencia prácticamente universal. En contextos altamente patriarcales, ataques y violencia basados en género son efectivos para silenciar a las mujeres y activistas trans. La represión basada en género refuerza el status social inferior de las mujeres y las normas restrictivas relativas al comportamiento y roles de género. La violencia basada en género es un silenciador poderoso en función del miedo que inspira, pero también porque puede minar el apoyo de las familias y comunidades de activistas al papel público que están cumpliendo.
Segundo, las sociedades con el espacio restringido para la sociedad civil promueven activamente los valores patriarcales y las identidades y roles tradicionales de género como parte de una retórica nacionalista conservadora. Las fuerzas políticas conservadoras a menudo asocian los derechos de las mujeres y LGTBQI (lesbianas, gays, bisexuales, trans, queer e intersex) con la “interferencia occidental”. En agosto de 2017, activistas LGTBQI fueron ultrajados/as cuando el gobierno ugandés canceló una semana de celebración de orgullo gay en Kampala, un claro ejemplo de poder estatal apuntado a activistas que desafían las estructuras y valores patriarcales y heteronormativos. Las nociones tradicionales de identidad y roles de género binarios son promovidos como parte de una retórica nacionalista, y se espera que los cuerpos y comportamientos de las mujeres funcionen como depósitos de ideas conservadoras sobre la cultura y la moralidad de la sociedad. Ese marco político no es nuevo, pero lo vemos intensificándose. En nuestra experiencia, el cierre de espacios para la sociedad civil está siendo crecientemente apoyado por la retórica sostenida por el Estado, que prescribe estrechos comportamientos de género e identidad sexual patriarcales y heteronormativos, y los mantiene y refuerza mediante la violencia, amenazas y estigmas. En contextos de alta estigmatización, como es el caso de Egipto, el arresto de activistas LGTB puede, inclusive, no ser visto por el público en general como una violación a los derechos humanos.
Tercero, la exclusión y represión que hemos sufrido como mujeres y personas trans han forjado nuestro análisis e nuestra inteligencia política, equipándonos así para resistir al cierre de espacios con creatividad. Como mujeres y trans hemos tenido fuertes experiencias de haber sido expulsadas hacia los márgenes de nuestras comunidades. La historia nos ha permitido desarrollar competencia para lidiar con restricciones y marginación política.
En el actual contexto desafiador, activistas feministas estamos desarrollando soluciones creativas para las nuevas dificultades, y poniendo a punto nuestras estrategias para mitigar los riesgos. Como comentó una activista de Rusia que participó de la investigación: “Cuando nos cierran la puerta, aparecemos por la ventana”. Estamos haciendo elecciones estratégicas sobre si orientar nuestro advocacy local o nacionalmente, según las circunstancias. Cuando las condiciones no son buenas ni para el advocacy local ni para el nacional, estamos llevando cuestiones a los organismos internacionales de derechos humanos, como la Asamblea General y el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Nos estamos involucrando en el advocacy estratégico, en la colaboración y armado de redes nacionales e internacionales, en el uso preciso de las normas y marcos legales internacionales, y en el uso estratégico de los medios de comunicación. En muchos entornos represivos, los medios sociales de comunicación proveen un canal alternativo para seguir teniendo voz sobre temas en conflicto y para divulgar eventos que de otra forma no tendrían cobertura. Los y las activistas han presentado quejas y litigios en cortes locales para denunciar redadas o el uso de campañas de difamación y agresión sexual por parte de las fuerzas del orden. Las estrategias de protección incluyen la construcción de coaliciones, redes de solidaridad, planificación financiera, medidas de seguridad física y digital, además de autocuidado y apoyo mutuo.
Considerando la profundidad de los desafíos que enfrentamos como activistas feministas (y como donantes que apoyan el activismo feminista), sentimos que era urgente articular nuestras recomendaciones sobre cómo apoyar y sostener mejor a nuestros movimientos, particularmente en este contexto global de achicamiento de espacios.
Los y las activistas participantes en esta investigación se reunieron en febrero de 2017 para intercambiar experiencias sobre cómo dar soporte a los movimientos feministas de cara al cierre de espacios. Los hallazgos del estudio y las discusiones del encuentro resultaron en ocho recomendaciones para la comunidad de donantes.
Las organizaciones autogestionadas son fundadas, dirigidas y operadas por personas que han sido históricamente silenciadas y ahora están hablando por sí mismas. La presencia activa de grupos dirigidos por mujeres y personas trans trae diversidad y vitalidad, y es esencial asegurar una sociedad civil saludable. En momentos de achicamiento de los espacios, necesitamos narrativas auténticas creadas por las personas más afectadas para contestar la creciente discriminación contra las mujeres y las personas trans. El compromiso de los donantes para apoyar la supervivencia y sostenibilidad de los grupos autogestionados en ambientes hostiles es urgentemente necesario.
Alentamos a los/as financiadores/as a consultarnos y dialogar con nosotros/as para entender mejor qué tipo de financiamiento es más necesario. Generar compromiso en ese sentido contribuye a asegurar que las subvenciones den soporte a las prioridades, capacidades y conocimientos locales. Responder a las necesidades locales es crucial para mantener viva a la sociedad civil. Eso puede literalmente marcar la diferencia entre la supervivencia o la muerte de los grupos. También hemos encontrado que la comunidad local – y la construcción de grupos de intereses comunes es cada vez más importante en contextos represivos. Ese trabajo nos ayuda a sentar las bases para una campaña política explícita para el futuro, cuando los entornos se vuelvan más acogedores.
En contextos de cierre de espacios, la financiación flexible reconoce las capacidades de los activistas locales y nos permite responder a necesidades relevantes y apremiantes. Con subvenciones flexibles, podemos establecer nuestras propias agendas y decidir cuáles herramientas o canales usar – por ejemplo, si salir a las calles o hacer advocacy online. La flexibilidad también hace posible que activistas locales reaccionen a repentinas amenazas de seguridad, o a oportunidades inesperadas. La flexibilidad incluye dinero “seguro” – entiéndase por esto, por ejemplo, dinero que evita el escrutinio estatal, ya sea viniendo en la forma de pequeños montos regulares, ya sea hacia cuentas personales (en lugar de a las cuentas de las ONG), a través de organizaciones intermedias, o incluso por la vía de contrapartes de empresas. Para los grupos más pequeños, el acceso a la financiación es un problema; necesitamos que los donantes simplifiquen los procesos de solicitud de fondos y los hagan proporcionales al tamaño de la subvención y de la organización. Posibilitar la financiación para organizaciones no registradas también es muy significativo en situaciones de cierre de espacios.
La financiación básica es particularmente valiosa en procesos de cierre de espacios, en la medida en que contribuye a nuestra supervivencia de largo plazo. La financiación básica cubre los gastos con personal y operaciones, y provee una base sólida para que las organizaciones puedan responder a realidades cambiantes. Los más afectados por la falta de financiación básica son los pequeños grupos dirigidos por mujeres y personas trans. La financiación básica costea el desarrollo institucional, la profesionalización y el fortalecimiento de la capacidad del personal, además de contribuir a la credibilidad de la organización y su habilidad para estar conectada con otras en la sociedad civil. La financiación básica puede asimismo permitir a las organizaciones estar en conformidad con regulaciones administrativas y burocráticas más estrictas, lo cual contribuye a su supervivencia. Los/as donantes interesados/as en apoyar a activistas deben, finalmente, ofrecer una financiación que tenga en cuenta la seguridad organizativa y personal, al igual que las necesidades de cuidado personal del staff.
En momentos de cierre de espacios, tener alianzas genuinas con financiadores/as es más urgente que nunca. Estamos buscando respeto, confianza y comunicación abierta con nuestros/as financiadores/as. Los y las donantes pueden aprovechar su acceso a una variedad de espacios – llevando nuestras voces a audiencias más amplias, vinculándonos con los medios, además de invitarnos y financiar nuestra participación en conferencias internacionales. Los modelos de presentación de informes también deben reflejar un compromiso de alianza; por ejemplo, las exigencias de presentación de informes deberían ser acordes al tamaño de la organización y al monto de la subvención.
Es importante mantener e incrementar la financiación para la organización en contextos en los que los espacios se están cerrando. Esto implica ir más allá de apoyar a las organizaciones más grandes, que son consideradas más seguras en relación a la interferencia del Estado. Las organizaciones feministas son a menudo los grupos que plantean cuestiones de marginación e interseccionalidad (la manera como las diferentes formas de opresión, como género, orientación sexual, identidad y expresión de género, raza, religión, discapacidad y clase, se sobreponen e interactúan). En la práctica, el feminismo interseccional reconoce que la discriminación tiene muchas dimensiones y que todas esas dimensiones deben ser tenidas en cuenta a fin de asegurar el acceso a plenos derechos y justicia. Los/as donantes que quieran apoyar a movimientos feministas sostenibles y saludables necesitan hacer que la financiación llegue a un número mayor de organizaciones, y más diversas, incluyendo grupos menores que tienen más dificultades de acceso a fondos.
Para los y las activistas que trabajan en contextos desafiadores, las oportunidades de encontrarse, compartir y establecer relaciones con otros/as activistas de distintos movimientos y regiones son sumamente importantes. Compartir e intercambiar es crucial para que podamos seguir funcionando en situaciones difíciles. Apoyar el networking nacional y los encuentros entre activistas posibilita a los movimientos construir y ampliar el compromiso público con las iniciativas dirigidas por los/as ciudadanos/as. Encuentros y redes de relaciones son herramientas para contrarrestar la división y fragmentación de la sociedad civil, fomentadas por los Estados, que aplican la estrategia de “dividir para reinar”.
Apoyar a individuos para que estén seguros a través de la financiación de medidas de seguridad personal y organizativa ayuda y visibiliza nuestro trabajo, y el hecho de auxiliarnos en la construcción de alianzas locales con otros grupos para el apoyo mutuo puede ayudarnos a seguir organizándonos frente a la intimidación.
Mama Cash y Fondo de Acción Urgente saben que la acción colectiva de mujeres, niñas y personas trans está construyendo un mundo más inclusivo y justo. El objetivo de restringir la financiación extranjera y la imposición de otros obstáculos legales es acabar con la sociedad civil e impedir que trabaje para asegurar la justicia social. Ante los escenarios crecientemente represivos que se imponen, urge apoyar a los movimientos progresistas y feministas dirigidos por aquellos que son los más excluidos e impactados.
Los y las activistas involucrados en la investigación resaltaron la urgencia no solo de incrementar la financiación a la organización feminista autónoma, sino también de garantizar que esos fondos lleguen de hecho a sus necesidades y permitan su supervivencia en contextos amenazantes. La financiación básica, de largo plazo y flexible les posibilita determinar de sus propias agendas y responder a realidades siempre cambiantes. Como financiadores/as, necesitamos reconocer las necesidades de los y las activistas y responder con financiación flexible, aceptando el aumento del riesgo y estando dispuestos/as a financiar arreglos no convencionales para que los fondos lleguen a las personas organizadas “en los márgenes”. En Mama Cash y Fondo de Acción Urgente, estamos atendiendo a los requerimientos de los/as activistas ofreciendo financiación básica (Mama Cash) y subvenciones de respuesta rápida para oportunidades inesperadas o amenazas (Fondo de Acción Urgente). Este abordaje para la financiación permite a los y las activistas adaptarse a contextos de cambios repentinos, fortalecer sus organizaciones y movimientos para enfrentar las medidas represivas, invertir en seguridad, bienestar y resiliencia y construir estrategias para las luchas futuras.
Las expuestas recomendaciones de activistas también enfocan la necesidad de adaptar los abordajes y mecanismos de financiación para apoyar mejor a los sectores marginados de la sociedad civil, cuyas voces están siendo crecientemente intervenidas y silenciadas. La necesidad de genuinas alianzas con los grupos liderados por mujeres y personas trans, para dar soporte al cambio a partir de lo local, emerge como una prioridad clave.
Como activistas, demandamos diálogo y estamos solicitando a los/as financiadores/as que piensen más allá del objetivo inmediato de mostrar el impacto de su ayuda financiera y sean, en cambio, aliados nuestros que comparten los riesgos que enfrentamos.
Los Estados están trabajando activamente para fragmentar a la sociedad civil a fin de silenciar su voz. Por consiguiente, el apoyo intencional a la construcción de movimientos e de grupos de intereses comunes es una necesidad urgente. Se trata de un trabajo profundo, de largo plazo, pero es fundamental para construir movimientos por el cambio que sean sostenibles y resilientes. Al mismo tiempo, también podemos pedir a los/as financiadores/as que reconozcan el peligro que enfrentan los y las activistas y contribuyan para la seguridad de los individuos mediante la financiación de medidas de seguridad personal y organizacional, elevando la consciencia y el apoyo internacional respecto al tema, además de respetar las demandas de anonimato por parte de activistas.
Como donantes, vemos que financiar la organización feminista se ha vuelto más importante que nunca. Mama Cash y Fondo de Acción Urgente asisten a un creciente número de aliados/as-beneficiarios/as confrontando represión estatal y siendo perseguidos por su trabajo de defensa de los derechos de las mujeres y la justicia de género. Este estudio, que también ha auspiciado un encuentro de activistas, ha contribuido a nuestro entendimiento cada vez mayor de cómo apoyar mejor el trabajo de los y las activistas en circunstancias adversas. Debemos seguir escuchando y usar nuestro acceso a espacios de donación para influenciar a nuestros pares para que intensifiquen sus esfuerzos para proveer un soporte estratégico y efectivo, que responda a las necesidades de los grupos y activistas feministas locales, apoyando su trabajo y contribuyendo a su seguridad durante los años difíciles que se avecinan.
El estudio Manteniéndose firmes fue un importante puntapié inicial para abrir la discusión sobre la naturaleza e implicaciones de género del achicamiento de espacios. Como activistas y donantes, reconocemos la importancia de compartir nuestras reflexiones y seguir interactuando con otros/as en los espacios de donantes y activistas para asegurar que se amplifiquen las voces de los más marginados e impactados defensores de los derechos humanos de las mujeres y de las personas trans y avanzar en el objetivo final de lograr un espacio más abierto y seguro para el activismo feminista en todo el mundo.