Una categoría de análisis social y política
El artículo busca profundizar en la relación entre cuidados y migración transnacional, analizando los cambios y desafíos que los contextos de migración y mercado laboral global traen para las mujeres en tanto que históricamente vinculadas al cuidado. Así, los cuidados emergen como una categoría desde la cual analizar cómo se producen y reproducen las desigualdades, principalmente a partir del interés en las relaciones de género como relaciones de poder inseparables y sustentadas fundamentalmente en los vínculos de parentesco que se mantienen más allá de las fronteras del Estado-nación. El objetivo es mostrar las múltiples desigualdades que operan en la gestión del cuidado en las cadenas globales del cuidado, así como el lugar que ocupan las mujeres migrantes en este contexto que está generando nuevas lógicas de dominación.
La vida social humana es imposible sin cuidado, sin embargo, el cuidado como un aspecto intrínseco de la vida social ha emergido solo recientemente como un problema a investigar por parte de los científicos sociales.11. Niall Hanlon, Masculinities, Care and Equlity: Indentity and Nurture in Men’s Live (Gender and Sexualities in the Social Sciences) (Basingstoke: Palgrave MacMillan, 2012): 29. En palabras de Nakano Glenn,22. Evelyn Nakano Glenn, Forced to Care: Coercion and Caregiving in America (Berkeley, CA: University Press Books, 2010). el trabajo de cuidado envuelve tres tipos de actividades entrecruzadas. En primer lugar, estaría el cuidado directo dirigido a las personas, el cual incluye cuidado físico (alimentación, baño, aseo), cuidado emocional (escuchar, hablar, ofrecer consuelo) y servicios para ayudar a la gente a cubrir sus necesidades físicas y emocionales (ej. comprar comida, ir de excursión). En segundo lugar, estarían un tipo de trabajo de cuidado que refiere al mantenimiento físico de los alrededores en los cuales la gente vive (cambiar la ropa de cama, lavar la ropa, limpiar el suelo). Y, en tercer lugar, tendríamos aquél que se relaciona con el trabajo de fomentar las relaciones y conexiones sociales entre las personas, una forma de cuidado que ha sido nombrada como “trabajo de parentesco”.33. Ibid., 5. Todas estas actividades, asignadas cultural e históricamente a las mujeres y naturalizadas en ellas, hacen que la vida sea posible. El problema es cuando esta naturalización desencadena ciertas desventajas para las mujeres, desventajas que la migración pone en evidencia a partir del trabajo de cuidado ejercido desde la distancia, el llamado cuidado transnacional o también conocido como las cadenas globales del cuidado.
En concreto, la migración femenina y su forma de incorporación al mercado laboral global ha provocado ciertos desajustes en el ámbito familiar en tanto el trabajo de reproducción de la fuerza de trabajo, la socialización y el cuidado de los hijos/as se han visto trastocados debido a la ausencia física de la mujer, definida sobre todo, como madre, esposa y/o compañera, pero principalmente, la cuidadora por excelencia. Como consecuencia de ello, los acuerdos y arreglos al interior de los hogares que sostenían el hogar, tienen que reproducirse en un contexto transnacional desencadenando las cadenas globales del cuidado.44. Arlie Russell Hochschild, “Las Cadenas Mundiales de Afecto y Asistencia y la Plusvalía Emocional,” en En el Límite. La Vida en el Capitalismo Global, ed. Will Hutton y Anthony Giddens (Barcelona: Tusquets Editores, 2002): 187-208. En este punto, sabemos que hoy día las migraciones suponen un nuevo desafío para el análisis de los cuidados ya que ponen en evidencia el lugar que ocupan las mujeres en los diferentes regímenes de bienestar.55. Gøsta Esping-Andersen, Three Worlds of Welfare Capitalism (London: Cambridge Polity Press, 1990); Fiona Williams y Anna Gavanas, “The Intersection of Childcare Regimes and Migration Regimes: a Three-Country Study,” en Migration and Domestic Work, ed. Helma Lutz (London: Routledge, 2008): 13-28. Pero el origen de la preocupación por los cuidados es previo a la migración, se remonta a décadas pasadas cuando las tareas de cuidado se convierten en uno de los pilares de la lucha feminista.
Si bien existen muchas definiciones sobre cuidado, lo que sí se puede señalar es que el concepto de cuidado se ha ido construyendo progresivamente sobre la observación de las prácticas cotidianas. En términos generales, el cuidado ha sido definido como las relaciones y actividades involucradas en el mantenimiento de las personas en su vida diaria e intergeneracionalmente,66. Nakano Glenn, Forced to care, 5. sin embargo, esta generalidad ha supuesto la multiplicidad de definiciones sobre cuidado, y ciertas imprecisiones sobre el mismo. Es más, existen una serie de dificultades no sólo en cuanto a la definición del cuidado, sino también a la hora de establecer los límites específicos entre el trabajo de cuidado, el trabajo doméstico y el trabajo reproductivo en tanto términos, que en su mayor parte, son casi intercambiables.77. Mignon Duffy, Making Care Count: A Century of Gender, Race, and Paid Care Work (Piscataway, NJ: Rutgers University Press, 2011): 12. Mientas que el trabajo reproductivo se sitúa como posibilitador del mercado de trabajo, los teóricos del cuidado proponen el trabajo de cuidado como opuesto a los valores relacionados con el mercado, en tanto piensan que es contradictorio aplicar la terminología del mercado de trabajo a la esfera de las relaciones íntimas personales.88. Ibid., 13; Hanlon, Masculinities, Care and Equlity, 31. Sin embargo, los teóricos del cuidado más allá de relevar la importancia de los sentimientos e identidades en relación a este tipo de trabajo, no desconocen el contexto de relaciones sociales, políticas, económicas, en el cual este cuidado se sitúa.
Desde que emergiera como una categoría de análisis, este ha ido mostrando su complejidad a partir de los arreglos que permiten cubrir las necesidades de cuidado y bienestar, entre ellos: cuidados remunerados y no remunerados (con contrato o sin él, con papeles o sin ellos), cuidados que se realizan dentro de la casa o fuera de ella, cuidados que se dan dentro de un país o entre varios países (cuidado transnacional), por mencionar sólo algunas de estas divisiones. Aunque son muchos los estudios que explican estas prácticas, estudios originariamente promovidos por las corrientes feministas en las ciencias sociales, y remontados a la década de los 70 en los países anglosajones y escandinavos, se destaca que han sido las investigaciones comparativas entre países las que han permitido enriquecer la elaboración teórica de los mismos. Sin embargo, una característica común a todos ellos ha sido la búsqueda de una mayor precisión conceptual.
Por lo mencionado, es decir, tratando de ir más allá de las definiciones sobre cuidados99. Maria Ángeles Durán y Jesús Rogero Garcia, La Investigación Sobre el Uso del Tiempo - Colección Cuadernos Metodológicos N° 44 (Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, 2009); Rosario Aguirre y Karina Batthyány (ed.), Uso del Tiempo y Trabajo no Remunerado. Encuesta en Montevideo y Área Metropolitana (Uruguay: Unifem, Universidad de la República, 1995); Marie-Thérèse Letablier Letablier, “El trabajo de ‘cuidados’ y su conceptualización en Europa,” en Trabajo, Género y Tiempo Social, ed. Carlos Prieto Rodríguez (Madrid: Editorial Complutense, 2007): 64-84; Ubaldo Martínez Veiga, Trabajadores Invisibles. Precariedad, Rotación y Pobreza de la Inmigración en España, (Madrid: Editorial Los Libros de la Catarata, 2004); Precarias a la Deriva, A la Deriva por los Circuitos de la Precariedad Femenina (Madrid: Traficantes de sueños, 2004): 217-48; Precarias a la Deriva, “Una Huelga de Mucho Cuidado. Cuatro hipótesis,” Contrapoder. Publicación de debate para, por, desde las prácticas de autonomía 9, no. 6 (2005): 25-36; Teresa Del Valle, “La articulación del género y el parentesco desde la antropología feminista,” en Procreación, crianza y género. Aproximaciones antropológicas a la parentalidad, ed. Virgínia Fons, Anna Piella y María Valdés (Barcelona: PPU, 2010): 295-317; Francesca Cancian y Oliker Stacey, Caring and Gender (New York: Altamira Press, 2000); Maria Jesús Izquierdo, “Hacia una Política Democrática del Cuidado,” en Revista Emakunde. Cuidar Cuesta: Costes y Beneficios del Cuidado (2003): 56-60; Emily Abel y Nelson Margery, eds., Circles of Care (Albany: State University of New York Press, 1990); Paula England, “Emerging Theories of Care Work,” Annual Review of Sociology 31 (2005): 381-99; Sandra Huenchuán, “‘¿Qué Más Puedo Esperar a mi Edad?’. Cuidado, Derechos de las Personas Mayores y Obligaciones del Estado,” en Autonomía y Dignidad en la Vejez: Teoría y Práctica en Políticas de Derechos de las Personas Mayores, ed. Sandra Huenchuan y Rosa Icela Rodríguez (Santiago: CEPAL, 2014). se puede observar que definir el cuidado supone hablar de partes opuestas o complementarias, y a su vez esto ilustra, como señalan Precarias a la Deriva, que en realidad, de lo que se está hablando es de tránsitos entre pares donde el cuidado ocupa el lugar de la transversalidad, ya que: 1) rompe la noción de dependencia frente a la de independencia, al resaltar la idea de que todas las personas hemos de cuidarnos en el día a día, dependemos las unas de las otras en diferentes dimensiones y en diferentes momentos de nuestras vidas; 2) entremezcla de forma indisociable lo “material” y lo “inmaterial”, 3) atraviesa diversas esferas de actividad económica (une lo mercantil con lo no mercantil); 4) no se restringe a los hogares, tampoco a una mujer concreta, sino que históricamente se ha organizado en torno a redes de mujeres, dentro y fuera del hogar, remuneradas o no remuneradas, familia nuclear o extensa, entre otras; 5) son cadenas de mujeres que atraviesan las fronteras; 6) es un trabajo donde las múltiples tareas se entremezclan al mismo tiempo, requiriendo una gestión constante de tiempo y espacios y una polivalencia de conocimientos y 7) es un trabajo donde la diferenciación entre tiempo de vida y tiempo de trabajo es sumamente dificultosa.1010. Precarias a la Deriva, A la Deriva por los Circuitos de la Precariedad Femenina, 224-225.
Sin embargo, a pesar de la mayor precisión que ha ido ganando el concepto a lo largo del tiempo, este sigue sin estar consensuado dando pie a controversias entre quienes intentan darle un enfoque teórico capaz de superar las fronteras nacionales, las diferencias en cuanto al género, y las relativas al parentesco, y quienes limitan su alcance convirtiéndolo en una categoría de descripción situada en un contexto nacional concreto, dejando fuera todas las experiencias de cuidado que se ejercen en la distancia, el llamado cuidado transnacional. En definitiva, los contextos son relevantes para comprender los cuidados,1111. Carmen Gregorio Gil, “Silvia, Quizás Tenemos que Dejar de Hablar de Género y Migraciones: Transitando por el Campo de los Estudios Migratorios,” Gazeta de Antropología 25, no. 1 (2009): 1-17. todavía más si se trata de un escenario de movilidad donde el cuidado emerge no sólo como una categoría analítica, sino también, como una categoría política.
Como se ha podido comprobar en el transcurso de las últimas décadas, las migraciones han sido un área de estudio muy importante para la investigación contemporánea sobre desigualdades en el marco de las ciencias sociales. En ella, las preguntas sobre las distinciones de género, parentesco, clase social, extranjería o edad, entre otras, han sido una preocupación en los trabajos que se han centrado en las relaciones de poder en el análisis del fenómeno migratorio. En estrecha vinculación con la inquietud por mostrar cómo se producen y reproducen las desigualdades, los cuidados emergen como una práctica central desde dónde analizarlas, principalmente a partir del interés por las relaciones de género en tanto relaciones de poder inseparables, soportadas fundamentalmente en el ejercicio del parentesco transnacional o lo que es lo mismo, en los vínculos de parentesco que se sostienen más allá de las fronteras del Estado-nación.
Si centramos nuestra mirada solo unos años atrás, observamos que en los análisis sobre las migraciones las preguntas relacionadas con género se focalizaron en el cambio social. Estas investigaciones se preguntaban si con la migración las relaciones de género tendían a ser más igualitarias, o si por el contrario, se reproducían relaciones de desigualdad y subordinación en el lugar de destino ya existentes en el de origen. Las indagaciones se situaban en las transformaciones o en las permanencias, en el aquí o el allí.
Posteriormente, las investigaciones realizadas principalmente desde un enfoque feminista,1212. En relación a ello, la mirada de la antropología feminista sobre los procesos de construcción y cambio de las relaciones de género en las migraciones ha conllevado el análisis de las articulaciones entre género y parentesco como relaciones de poder inseparables. Esta perspectiva, en la cual me sitúo, interpreta con claridad los sujetos y contextos en los que se produce la migración, explica no sólo su feminización sino también la reproducción de la desigualdad en contextos de transnacionalidad. comenzaron a visibilizar cómo en los discursos de las mujeres sobre sus migraciones, su responsabilidad como madres, pero también como hermanas o hijas, ocupaban un lugar central para ellas, así como para los demás miembros de su familia y redes de parentesco. En estos estudios se mostraba cómo la circulación de bienes, cuidados y afectos entre mujeres emparentadas entre sí sostenían la vida familiar en el espacio transnacional.1313. Carmen Gregorio Gil y Herminia Gonzálvez Torralbo, “Las Articulaciones entre Género y Parentesco en el Contexto Migratorio: Más Allá de la Maternidad Transnacional,” Ankulegi. Revista de Antropología Social, no. 16 (2012): 43-57. A partir de entonces, el parentesco se incorpora a los estudios sobre migración trasnacional como un eje de diferenciación social y como consecuencia de ello, las familias y las redes de parientes son consideradas no sólo como unidades de análisis, sino también como ejes de desigualdad social. La inclusión de las relaciones de parentesco como relaciones de poder y desigualdad pone en diálogo a las familias con la reproducción social de la vida transnacional, y a las prácticas de cuidar y ser cuidado con las relaciones de parentesco transnacional (maternidad, paternidad y conyugalidad transnacional). Así, la feminización de las migraciones, el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (ntics) y el desclasamiento de la movilidad, propios de la migración contemporánea, permitieron que a las preguntas relacionadas con el cambio social se les unieran las de la reproducción social, al visibilizar la preocupación por los cuidados, por las familias transnacionales y el parentesco transnacional.1414. Carmen Gregorio Gil, “El Estudio de las Migraciones Internacionales desde una Perspectiva de Género,” Migraciones, no. 1 (1997): 145-75; Carmen Gregorio Gil, “Tensiones Conceptuales en la Relación ‘Género y Migraciones’. Reflexiones desde la Etnografía y la Crítica Feminista,” Papers. Revista de Sociología 97, no. 3 (2012): 569-90. Desde este momento, el análisis sobre las “cadenas globales de cuidado”, término acuñado por la socióloga feminista A. Hoschschild1515. Hochschild, “Las Cadenas Mundiales de Afecto,” 187-208. cobra todo su protagonismo debido al interés por conocer como se sostiene la vida transnacional.
Las transformaciones del capitalismo global en las sociedades del bienestar1616. Lourdes Benería, “Crisis de los Cuidados, Migración Internacional y Políticas Públicas,” en El Trabajo de Cuidados. Historia, Teoría y Políticas, ed. Cristina Carrasco, Cristina Borderías y Teresa Torns (Madrid: Catarata, 2011): 359-89. ha desencadenado la visibilización de estas cadenas globales de cuidado que transcienden las fronteras del Estado-nación, como consecuencia del papel que han jugado las mujeres migrantes en la solución de la crisis global de los cuidados. Así, cuando hablamos de los cuidados en relación con la movilidad que se sucede más allá de las fronteras, un gran número de estos estudios se centran en la gestión del bienestar familiar.1717. Amaia Pérez Orozco, Miradas Globales a la Organización Social de los Cuidados en Tiempos de Crisis I: ¿Qué Está Ocurriendo? (Serie Género, Migración y desarrollo, no. 5) (Santo Domingo: Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer, 2009). En este contexto de transformaciones a nivel global, la crítica feminista será quien de nuevo se preocupe por analizar la reproducción de la desigualdad a partir de las prácticas de cuidar y ser cuidado como principios de organización social en la comprensión de las causas y el impacto de las migraciones.1818. Carmen Gregorio Gil, Migración Femenina. Su Impacto en las Relaciones de Género (Madrid: Narcea, 1998); Herminia Gonzálvez Torralbo, Migración Colombiana, Género y Parentesco. La Organización Social de los Cuidados (Granada: Editorial Universidad de Granada, 2010). En estos estudios, el feminismo se encargará de analizar la especificidad del trabajo de cuidado, preguntándose por quién hace qué, cómo, cuándo, y para qué, para con ello visibilizar estas prácticas desde la complejidad de sus aspectos morales, materiales y afectivos en contextos locales y, ahora también, transnacionales. De esta forma, seguir la extensión de esa cadena, la cual depende no sólo de la distribución intrafamiliar de los cuidados, sino también de la existencia de servicios públicos, las políticas migratorias o la regulación del empleo de hogar, entre otras, permite visibilizar cómo a partir del cuidado trasnacional se producen desigualdades de género.
Ahora bien, si profundizamos en la relación entre cuidados y migración transnacional nos damos cuenta que los cuidados, y las cadenas globales del cuidado, aparecen en aquellos trabajos que analizan la familia transnacional,1919. Deborah Bryceson y Ulla Vuorela, ed., The Transnational Family: New European Frontiers and Global Networks (Oxford: Berg, 2002); Loretta Baldassar, Raelene Wilding y Cora Baldock, Families Caring across Borders. Migration, Ageing and Transnational Caregiving (Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2007). o de forma más específica, el vínculo de la maternidad transnacional2020. Pierrette Hondagneu-Sotelo y Ernestine Avila, “‘I’m Here, but I’m There’: The Meanings of Latina Transnational Motherhood,” Gender and Society 11, no. 5 (1997): 548-71; Gil y Torralbo, “Las articulaciones”, 43-57. es decir, desde el trabajo de apoyo y cuidado que se le presupone a esta relación mantenida desde la distancia. Baldassar,2121. Loretta Baldassar, “Transnational Families and the Provision of Moral and Emotional Support: The Relationship Between Truth and Distance,” Identities: Global Studies in Culture and Power 14, no. 4 (2007): 385-409. a partir de la clasificación de cuidados de Finch2222. Jane Finch, Family Obligations and Social Change (Cambridge: Polity Press, 1989). establece diferentes tipos de apoyo o cuidado que se dan en la migración, entre ellos: el apoyo o cuidado práctico, el financiero, el personal, y el moral y/o emocional. Según Baldassar,2323. Ibid. el apoyo o cuidado moral y/o emocional, es sobre el que se cimentan las relaciones familiares; el cual queda reflejado en el esfuerzo por “estar en contacto”, es decir, en la aspiración no sólo de mantener abiertos canales de comunicación sino también niveles de conexión emocional. Así, el “estar en contacto” implica un ‘trabajo de parentesco’,2424. Herminia Gonzálvez Torralbo, “El ‘Trabajo de Parentesco’ que realizan las familias en Santiago de Chile,” Revista de Antropología Social 25, no.1 (2016): 153-69. o “trabajo emocional”2525. Arlie Hochchild, “Las Cadenas Mundiales de Afecto y Asistencia y la Plusvalía Emocional,” en En el Límite. La Vida en el Capitalismo Global, ed. Anthony Giddens y Will Hutton (Barcelona: Tusquets, 2001), 187-208. el cual es entendido como un tipo de cuidado emocional en términos de Finch.2626. Finch, Family Obligations, 1989. Es más, las autoras Baldassar, Baldock y Wilding sostienen que el apoyo moral y emocional “ayuda a los migrantes a enfrentarse con la tristeza y a los padres y madres con su profundo sentido de pérdida debido a la larga distancia que los separa de sus hijos y nietos. Envuelve apoyo mutuo cuando ocurren crisis debido a la enfermedad, muerte o ruptura familiar. Desde la distancia, el apoyo moral y emocional es llevado a cabo a través de cartas, llamadas de teléfono, emails y otras comunicaciones”.2727. Baldassar, Wilding y Baldock, Families Caring Across Borders, 87.
La organización social del cuidado es la manera como cada sociedad establece una correlación entre sus específicas necesidades de cuidados y la forma como les da respuesta. Es el modo como los actores sociales que pueden tener un papel en la provisión de cuidados (familia, comunidad, mercado y Estado) se combinan para esta provisión y también el protagonismo que asume cada uno de ellos.2828. Mary Daly y Jane Lewis, “The Concept of Social Care and the Analysis of Contemporary Welfare States,” British Journal of Sociology 51, no. 2 (2000): 281-98; Irma Arriagada (coord.), Familias y Políticas Públicas en América Latina. Una Historia de Desencuentros (Santiago de Chile: CEPAL-UNFPA, 2007); Irma Arriagada, La Organización Social de los Cuidados y Vulneración de Derechos en Chile (Santiago de Chile: ONU Mujeres y Centro de Estudios de la Mujer - CEM, 2011); ONU Mujeres, Sesión 2. La Organización Social del Cuidado: Identificación de Necesidades y Escenarios de Cuidado (Santiago de Chile: ONU Mujeres Centro de capacitación, 2014). Este concepto, “organización social de los cuidados” es una adaptación regional, surgida en América Latina, del concepto Social Care propuesto por Daly y Lewis.2929. Daly y Lewis, “The Concept of Social Care,” 281-98. En palabras de Arriagada,3030. Irma Arriagada, “La Crisis de Cuidado en Chile,” Revista de Ciencias Sociales Uso del Tiempo, Cuidados y Bienestar en Desafíos de Uruguay y la región XXIII, no. 27 (2010): 59. refiere a las “interrelaciones entre las políticas económicas y sociales del cuidado. Se trata de la forma de distribuir, entender y gestionar la necesidad de cuidados que sustentan el funcionamiento del sistema económico y de la política social”. Así, para entender cómo se organizan socialmente los cuidados es necesario conocer las necesidades de cuidado que existen en un contexto determinado y cómo diferentes actores responden a ellas. Los actores antes mencionados –familia, comunidad, mercado y Estado– configuran el “diamante de cuidado”. Esta expresión no sólo enfatiza la presencia de los mismos, sino que también hace referencia a las relaciones que se establecen entre ellos: la provisión de cuidados no ocurre de manera aislada o estancada, sino que resulta de una continuidad en la que se suceden actividades, trabajos y responsabilidades.3131. Corina Rodríguez, “Economía Feminista y Economía del Cuidado. Aportes Conceptuales para el Estudio de la Desigualdad,” Nueva Sociedad, no. 256 (2015): 40. Un diamante de cuidado que se reproduce y se sostiene también transnacionalmente.
Desde un marco más amplio, respecto de la relación entre migración y organización social de los cuidados, se entiende, en palabras de Gregorio3232. Carmen Gregorio Gil, “Devenir Mujer y Antropóloga y Transitar por el ‘Campo’ de los Estudios Migratorios,” en IV Congreso Iberoamericano de Estudios de Género. Los Caminos de la Libertad y la Igualdad en la Diversidad (Rosario, Argentina, 2008): 4. que
en el nuevo contexto global las fronteras de género producidas mediante la separación de la esfera reproductiva y entendida como doméstica y la esfera productiva entendida como laboral fruto del “contrato sexual” se complejizan apareciendo nuevas lógicas de dominación. Asistimos a la producción de cuerpos-máquinas masculinizados, en tanto son requeridos para producir plusvalía en el marco de las relaciones de mercado, cuerpos sexuados en su relación con el empleo e imposibilitados para cuidar y autocuidado y cuerpos feminizados, etnizados y proletarizados que transitan entre el hogar y el mercado y necesarios en la producción de plusvalía también como proveedoras de cuidados.3333. Carmen Gregorio, “Análisis de las Migraciones Transnacionales en el Contexto Español, Revisitando la Categoría de Género desde una Perspectiva Etnográfica y Feminista,” Nueva Antropología. Revista de Ciencias Sociales no. 74 (2010): 61.
Bajo esta lógica global, la migración visibiliza esta imprecisión y los cuidados se convierten en el eje articulador de las mismas. En relación a ello, los estudios sobre organización social de los cuidados3434. Irma Arriagada y Rosalba Todaro, Cadenas Globales de Cuidados: El Papel de las Migrantes Peruanas en la Provisión de Cuidados en Chile (Santiago de Chile: ONU Mujeres, 2012); Herminia Gonzálvez Torralbo, “Migración Colombiana, Género y Parentesco: La Organización Social de los Cuidados” (Tesis Doctoral, Universidad de Granada, 2010); Elaine Acosta, “Entre la Necesidad y el no Reconocimiento: La Valoración de la Dimensión Temporal en las Estrategias Familiares para la Contratación de Cuidadoras Domésticas Inmigrantes en España y Chile,” Si Somos Americanos 13, no. 2 (2013): 141-64. han permitido dimensionar y visibilizar el papel de las migraciones internacionales, y en particular de las mujeres dentro de ellas, debido al peso analítico, político e ideológico que conlleva la categoría “cuidados”. Una categoría también política, en tanto la “crisis de los cuidados” producto de las transformaciones producidas en los contenidos, los protagonistas y circunstancias en las que el trabajo de cuidado se realiza, y la “mercantilización de los afectos” producto de la articulación entre prácticas económicas y relaciones afectivas o sexuales en el ámbito de la intimidad (trabajadoras domésticas, niñeras, enfermeras, trabajadoras sexuales, matrimonios transnacionales, etc.) interpelan el tipo de análisis que se está realizando sobre las prácticas de cuidar y ser cuidado ejercidas desde la distancia.
Por lo mencionado, pensamos que para dar respuesta a este reclamo donde mostrar que el cuidado produce y reproduce diferencias de poder, es necesario mostrar las múltiples desigualdades entrelazadas en la gestión del cuidado transnacional, considerando que estas relaciones sociales también se encuentran atravesadas por una serie de dicotomías. En efecto, si ponemos la mirada en lo geográfico, es decir, el cuidado local o transnacional, nos encontramos con el binomio distancia/proximidad geográfica.3535. El concepto de familia transnacional más utilizado en los últimos años refiere a “aquella familia cuyos miembros viven una parte o la mayor parte del tiempo separados los unos de los otros y que son capaces de crear vínculos que permiten que sus miembros se sientan parte de una unidad y perciban su bienestar desde una dimensión colectiva, a pesar de la distancia física” (Bryceson y Vourela, The Transnational Family, 2). Si nos centramos en las esferas de acción, es decir, el cuidado ejercicio en el hogar o fuera del mismo, emerge la dicotomía público/privado. Si miramos las relaciones de parentesco, es decir, el peso del vínculo consanguíneo en la gestión del cuidado, el binomio protagonista refiere a la biología versus la elección en la construcción de los vínculos que se consideran importantes –dejando a un lado los vínculos de parentesco que se construyen de forma voluntaria. Si depositamos la mirada en lo moral, es decir, si el mejor cuidado es aquel que se entrega de manera altruista o interesada, se observa la dicotomía interés personal/altruismo. Si nos centramos en el aspecto físico, es decir, los cuidados ejercidos en situación de dependencia, emerge el par dependencia/autonomía. Y por último, si nos situamos desde lo temporal observamos la dicotomía tiempo de vida/tiempo de trabajo en relación al tiempo que le dedicamos al cuidado de manera remunerada o no remunerada, a costa de otros tiempos de nuestra vida.3636. Herminia Gonzálvez Torralbo y Elaine Acosta, “Cruzar las Fronteras de los Cuidados. La Migración Transnacional Más Allá de las Dicotomías Analíticas,” in Las Fronteras del Transnacionalismo. Límites y Desbordes de la Experiencia migrante en el Centro y Norte de Chile, ed. Menara Lube Guizardi (Santiago de Chile: Ocho Libros, 2015): 126-49; Herminia Gonzálvez Torralbo, “Las Familias Transnacionales ¿una Tautología? Más Allá de la Dicotomía ‘Distancia/Proximidad Geográfica’,” Polis, no. 43 (9 junio 2016), visitado en octubre de 2016, http://polis.revues.org/11738. Estos binomios, presentes en la gestión de las prácticas de cuidar y ser cuidado también en las migraciones ponen a las mujeres en el lado de la dicotomía que tienen menor valoración, menor reconocimiento, y muchas veces, una menor remuneración.
En definitiva, desde esta asignación de posiciones dicotómicas, las mujeres migrantes tratarán de responder a las obligaciones que se derivan de la reproducción social transnacional, del cuidado transnacional. Respuestas que estarán atravesadas no sólo por sus posiciones de género y parentesco (mujeres-madres-hermanas-abuelas-tías o amigas), sino también por su clase social, su etnia, su edad, o su relación colonial, en la asignación de estas dicotomías. Mostrar cómo se reproduce la desigualdad en la gestión del cuidado transnacional, en las cadenas globales del cuidado, es nuestro cometido.