Historiadora china defiende que hombres y mujeres tengan acceso a los mismos recursos y derechos
Yiping Cai entró en contacto con los efectos de lo que es ser mujer en una sociedad patriarcal incluso antes de nacer. Bautizada por el abuelo, recibió un nombre neutro, utilizado en China tanto para niñas como para niños, en tanto que la familia esperaba el nacimiento de su primer hijo. Nació Yiping. “Aun habiendo nacido niña, no me cambiaron el nombre, así que creo que ellos simplemente aceptaron”, comenta la historiadora. Aunque dice que nunca sufrió prejuicios de género, Yiping cuenta que se vio atraída por las cuestiones ligadas a los derechos de las mujeres a partir de una serie de encuentros.
En la universidad se familiarizó con las discusiones relacionadas a temas sociales y económicos y, aunque la temática de género fuese poco frecuente en las conversaciones, Yiping escogió mirar al mundo desde esta perspectiva. “También comencé a mirar el papel de la mujer en la historia, porque nosotros no hablamos sobre las mujeres. Buena parte de la historia que estudiamos es sobre los hombres. Por eso mi pregunta era: ¿dónde están las mujeres en la historia?”, recuerda. Fue durante este periodo de cuestionamientos que Yiping comenzó a trabajar en un periódico dedicado a las mujeres.
El contacto con cuestiones de género, para Yiping, vino a partir del contacto con la realidad. Para ella tales cuestiones son “holísticas” y están directamente relacionadas con otros aspectos, como los sociales, culturales y económicos. A pesar de que la constitución china garantiza la igualdad de género, Yiping cree que esa equidad no está siendo aplicada de forma sustantiva. Cuando se casa, por ejemplo, la mujer deja de formar parte de su familia de origen para pasar a ser integrante de la familia del marido. En esa dinámica, los registros de propiedad de tierras son hechos en nombre del líder de la familia, en estos casos, el hombre. Por lo tanto, cuando tiene lugar un divorcio, la mujer se queda sin derecho a la tierra: “¿A dónde va esa mujer? ¿Dónde consigue acceso a la tierra?”, se pregunta Cai. Es común también la realización de abortos selectivos que posibilitan la gestación de niños y el descarte de niñas; hoy, nacen más niños que niñas en China. Las cuestiones presentes en otros países en desarrollo también están presentes en China, como la disparidad de salarios entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo.
Según la historiadora, el desarrollo chino, entretanto, en especial a partir del final de los años 1980 e inicio de los años 1990, puso de manifiesto una serie de cuestiones ligadas a las mujeres que impactan directamente la tradición cultural patriarcal sobre la cual se constituyó el país. “Muchos de los políticos reconocen la contribución de las mujeres y la importancia de involucrar a las mujeres en el proceso de desarrollo” afirma. “¿Pero estamos reconociendo también los derechos de las mujeres o solo las estamos viendo como un instrumento para el desarrollo?
Un punto de inflexión en la carrera de Yiping tuvo lugar en 1995, durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre las Mujeres, celebrada en Pekín. “Eran miles de mujeres, de todo el mundo, discutiendo una variedad de asuntos sobre los cuales nunca había pensado antes o ni siquiera escuchado nada. Esa experiencia me hizo tener claro que estaba realmente interesada en el asunto y quería trabajar con eso”, explica Yiping. En diez años de carrera como reportera, tuvo la oportunidad de entrar en contacto con chinas, de los más variados espectros sociales y culturales: desde mujeres de la elite hasta agricultoras, desde las famosas hasta las que viven en la vulnerabilidad social. Pero fue una entrevista en especial que selló el destino de Yiping.
Tras sufrir años de violencia doméstica, una mujer se había sentido suficientemente empoderada para procesar al marido y ponerlo en prisión. Pero el camino hasta el juicio no había sido fácil. Durante varios años había estado buscando ayuda de diversos agentes públicos, sin éxito. El proceso – la condena – solo fue posible tras la intervención de dos grupos vinculados a la lucha por los derechos de las mujeres. “Lo que dijo en aquella época me hizo sentir la necesidad de hacer algo por los derechos de las mujeres. Ella me dijo ‘sabes, cuando mi marido me pegaba, sentía que no me estaba tratando como a un ser humano. Pero cuando busqué ayuda de esas agencias, de las personas que supuestamente me iban a ofrecer ayuda, me di cuenta de que ellas tampoco me estaban protegiendo. Ellas tampoco me trataron como un ser humano’”, recuerda Cai.
Fue tras estas experiencias que Yiping se unió a DAWN – Development Alternatives with Women for a New Era (Desarrollo de Alternativas con Mujeres para una Nueva Era), una red que reúne a activistas y feminista del sur del mundo con el objetivo de producir conocimiento e invertir en advocacy (incidencia política) para la construcción y consolidación de políticas públicas que propongan alternativas de inclusión en la sociedad para las mujeres. Para ella, no hay desarrollo democrático sin la participación y contribución de las mujeres y, es más, sin que las mujeres ocupen el espacio de sujeto de derechos. De ahí surge la comprensión de que la lucha para que los hombres y mujeres tengan acceso a los mismos recursos y derechos y, por tanto, disfruten de la misma forma del desarrollo del país, era una batalla válida que merecía una mayor dedicación.
En el caso chino, Yiping destaca algunos puntos que cree que son cruciales para alcanzar la igualdad de género. Una idea básica es la aplicación de las leyes ya existentes que garanticen los derechos de las mujeres. Yiping añade que la ley que criminaliza la violencia doméstica fue implementada recién en marzo de 2016 y que crear nuevas leyes es tan importante como garantizar el cumplimiento de aquellas que ya existen. Aparte de eso, cree que el aumento de la participación política de las mujeres, en todos los niveles, del parlamento a los consejos de las aldeas, es vital para que las mujeres puedan participar de los procesos de toma de decisiones y pongan sobre la mesa propuestas creadas desde una perspectiva femenina.
La historiadora también subraya la importancia de que el movimiento feminista perciba y acepte su propia diversidad. No hay una única agenda, hay múltiples pautas, múltiples luchas, y las herramientas y estrategias para cada una de esas cuestiones deben ser pensadas de modos distintos, conforme a la pluralidad de contextos. Por último, Cai defiende que el movimiento dialogue con otros movimientos sociales. “La única forma de fortalecernos es mediante el apoyo mutuo y la construcción de alianzas, porque la oposición, las instituciones que tenemos enfrente, son muy fuertes y poderosas. Nadie puede vencer la batalla por sí solo. Necesitamos aliados, apoyo de otros movimientos sociales y activistas”, argumenta. En el caso de Yiping, la neutralidad se aplica solo a su nombre, no a su lucha. Mirar el mundo desde una perspectiva de género se convirtió en el tema central de su vida y de su trabajo, que se convirtió en fuente de inspiración y empoderamiento. Es un camino sin retorno, que no puede ser recorrido de forma solitaria.